Lars Ulrich, el tenista que se convirtió en el baterista de Metallica

El baterista de Metallica estuvo cerca de jugar en los circuitos profesionales de tenis, sin embargo, su pasión por la música fue mayor
Roberto Trejo Roberto Trejo Publicado el
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Antes de convertirse en uno de los mejores bateristas del mundo con Metallica, Lars Ulrich estuvo cerca de jugar profesionalmente al tenis. Al ser miembro de una familia tenista, el danés pudo haberse dedicado al mundo de la raqueta en lugar de los tambores, baquetas y platillos.

Lars lleva tatuada la pasión por el tenis en el ADN, pues su padre Torben Ulrich fue un tenista profesional con participaciones destacadas en Roland Garros, Wimbledon y el Campeonato de Estados Unidos, torneos internacionales a los que solía ir acompañado de su hijo.

Ulrich, nacido el 26 de diciembre de 1963 en una familia de clase media-alta, pronto comenzó a mostrar su talento con la raqueta, por lo que su familia centró su educación en este deporte, su dedicación lo llevó a ser considerado una de las 10 jóvenes promesas del tenis en Dinamarca.

“Mi padre era tenista profesional. Cuando intenté seguir sus pasos y me metí al mundo del tenis por unos años, él se molestó un poco, porque creo que pensaba que yo no era lo suficientemente talentoso, sin embargo, me apoyaba, era de mente abierta… definitivamente no tuve el tipo de padres que te piden que hagas cosas que no te gustan”, narró Lars en entrevista para Vice en 2016.

Sin embargo, su padre también es el culpable de que Lars se haya decantado por el mundo de la música. Torben era seguidor de las vanguardias musicales, por lo que bien podía escuchar a Queen, Led Zeppelin y Jimi Hendrix, así como jazzistas de la talla de Ornette Coleman.

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Y no sólo eso, en 1973 Torben llevó a Lars a su primer concierto de rock en Dinamarca, la banda elegida fue ni más ni menos que Deep Purple, una agrupación prototípica del metal, el género que llevaría a Ulrich a la fama como co-fundador de Metallica.

“De hecho, a diferencia de la mayoría de historias de rockeros, mis papás eran cool; eran mis mejores amigos. No tuve nada contra lo que tuviera que rebelarme. No fue sino hasta que llegué a Estados Unidos y conocí a la gente del sur de California, que empecé a entender eso de rebelarse contra los padres. Eso no hacía parte de mis planes”, narró hace tiempo el danés.

Y Lars tenía razón, sus compañeros en Metallica no encontraron el mismo apoyo en sus familias, por ejemplo, James Hetfield, vocalista y co-fundador de la banda, era reprimido por sus padres, quienes no aprobaban el uso de medicamentos, pues sólo Dios podía ‘sanarlos’, dicha creencia cobró la vida de la madre de Hetfield, quien se negó a tratarse el cáncer que la aquejaba.

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Lars, por su parte, obtuvo su primera batería por parte de su abuela en 1976, inmediatamente, Ulrich quería formar su primera banda, pero su padre le recomendó primero tomar un par de lecciones, a lo que él respondió que aprendería en sólo diez días, pues había nacido para esto, según ha contado el músico en diversas entrevistas.

El baterista se obsesionó con bandas de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico, es decir, Iron Maiden, Diamond Head, Motörhead, Judas Priest y Fist.

En 1979, su padre lo inscribió en una famosa academia de tenis en Florida, Lars veía las cosas más claras a esa altura, quería ser el baterista de una banda de heavy metal, por lo que llegó a llamar al instituto como su ‘prisión del tenis’.

Lars y su familia se mudaron a Los Angeles al inicio de la década de los 80, una ciudad que estaba por convertirse en uno de los bastiones más importantes del thrash metal.

Ulrich publicó un anuncio en la revista Recycler en busca de un guitarrista para formar una banda con influencias del nuevo heavy metal británico, Hetfield respondió el anuncio y el resto es historia… años después Metallica se consolidaría como una de las mejores bandas de la historia del metal.

Curiosidad

La única vez que Lars combinó su pasión por el tenis y la música fue en la presentación de caridad Grand Slam Jam, un torneo de tenis y concierto, en el que Ulrich se unió con el bajista de R.E.M, Mike Mills, para jugar con tenistas de la talla de Andre Agassi, John McEnroe y Jim Courier.

Al terminar el juego, los participantes dejaron las raquetas y tomaron los instrumentos para divertirse tocando Sweet Home Alabama de Lynard Skynard, Johny B. Goode de Chuck Berry y Purple Haze de Jimi Hendrix, entre otras.

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