Centroamérica es una región donde el pasado y la lucha son evidentes. El Canal de Panamá subraya su papel estratégico en el comercio global, mientras que la explotación de plantaciones de banano, la adopción del Bitcoin y los ciclos de dictaduras han marcado su historia. Al sur, el tapón del Darién es una barrera natural, y al norte, los márgenes de Belice y Guatemala se han convertido en obstáculos violentos para los migrantes, agravados por la militarización impulsada por Estados Unidos.
Esta complejidad llevó a la compañía Lagartijas Tiradas al Sol a crear la pieza teatral Centroamérica, la cual explora un territorio frecuentemente visto desde una perspectiva migratoria, pero que alberga una historia multifacética. La obra está en el Teatro Casa de la Paz, hasta el 4 de agosto.
“Comenzó con la pregunta, ¿por qué como mexicanas y mexicanos sabemos tan poco de Centroamérica, cómo llegamos a esto? Es difícil encontrar una persona que te pueda decir tres cosas sobre sobre Belice o lo que distingue a Honduras de Nicaragua. La ignorancia que tenemos de nuestros vecinos del sur en la generalidad es mayúscula”, explica el actor Lázaro Rodríguez en entrevista con Reporte Índigo.
Su reto artístico
En sus proyectos previos, el grupo se había centrado en la historia del PRI y las guerrillas en México durante los años 60 y 70. Sin embargo, en esta ocasión, decidieron colocar a esta región en el centro de su exploración. Realizaron varios viajes para entrevistar a residentes y comprender la realidad local.
El resultado de esta investigación es una obra compuesta por dos partes: un libro, que presenta una introducción accesible a la región y la obra de teatro, la cual narra las experiencias vividas durante las investigaciones, con un enfoque especial en el exilio nicaragüense, un tema que ha cobrado relevancia debido a la grave crisis política en Nicaragua.
“La situación en Nicaragua es gravísima y la represión que, en algún momento, comenzó con reprimir a la gente ya ha pasado a otra escala. Casi el 10 por ciento de la población está exiliada; lo que hace el Gobierno es desquitarse con las familias de las personas que se organizan en el extranjero, eso a desalentado la organización, porque nadie quiere poner en riesgo a sus familiares y al mismo tiempo ha hecho que la gente tenga que esconder su identidad.
“Lo más sorprendente fue poner todo en perspectiva, las propias tragedias sociales, personales e históricas al conocer, sobre todo, a las mujeres exiliadas nicaragüenses y entender que también nosotras como creadoras de teatro, de pronto, tenemos un cierto panorama de lo que pasa en el arte y en la política”, precisa Luisa Pardo, actriz y cofundadora de la compañía Lagartijas Tiradas al sol.
Pardo también reflexiona sobre la responsabilidad del arte en la representación de realidades complejas, afirmando que el teatro no sólo debe abordar lo político sino también lo estético.
“Las exiliadas nicaragüenses nos piden que hablemos por ellas, a pesar de las complicaciones actuales sobre la representación. Hay historias que necesitan ser contadas y personas que no pueden contarlas debido a sus condiciones presentes.
“Estamos en constante cuestionamiento sobre los límites, pero también entendemos la urgencia de abordar la situación en Nicaragua y en los siete países de la región, cada uno con su propio proceso. La complejidad de la sociedad nos lleva a considerar matices más allá del blanco y negro, acercándonos a los grises”, concluye Luisa Pardo.