La experiencia del arte se debe expandir, cruzar fronteras y crear comunidad, sin embargo, en muchas ocasiones, las personas con discapacidad no disfrutan de los mismos derechos y menos cuando se habla de las diversas manifestaciones artísticas.
A pesar de que México tiene una historia construida con el arte y la discapacidad visual, como la Biblioteca Jorge Luis Borges, fundada en 1996 por Francisco Toledo en la que se custodian libros en braille y se ofrecen talleres y programas especiales para ciegos, aún son pocos los espacios que ofrecer un acercamiento artístico que apoye desde lo comunitario.
Dana Albicker Mendiola, fotógrafa y realizadora visual, y Moisés García Rojas, antropólogo social con experiencia en investigación en discapacidad, al ver que las personas ciegas y sordas han quedado rezagadas en estos campos culturales decidieron crear Laboratorio de lo invisible, proyecto que pone un énfasis en propuestas sociales e integrales desde lo comunitario, desarticulando ideas y prejuicios.
“Ellos están poniendo sus luchas en su capacidad jurídica, en los derechos sexuales, su salud o atención médica y sus pocas ganas y fuerzas que les quedan para lo cultural. Ha sido complejo el desarrollo de las áreas culturales y de entretenimiento, por ejemplo, en el cine no hay apoyo institucional, no existe, por ello la necesidad de crear redes”, relata Dana Albicker.
Uno de los primeros talleres que organizaron fue de cine, una experiencia que, de acuerdo con Dana, fue un fracaso, pues intentaron replicar la fórmula hegemónica de tutelaje con la que aprendió. Así comenzó a crear una metodología diferente, a corporizar la cámara, a generar estrategias con el cuerpo y con las propias experiencias de las personas, preguntándoles cómo era su acercamiento a las herramientas y su forma de consumir cine. Se trató de un proceso de investigación, en el cual la misma gente con discapacidad les mostraron sus necesidades y objetivos.
Retos y diversidad en Laboratorio de lo invisible
Poco a poco el Laboratorio ha creado más talleres con el apoyo de amigos y gente cercana, como Pedro Miranda, un fotógrafo ciego de Oaxaca que se ha dedicado a la foto-textil, y Lorenzo Morales, fotógrafo chileno que se especializa en la técnica de pintado con luz.
“Cada taller es distinto, porque se piensa que la discapacidad es homogénea, pero la verdad es que hay mucha diversidad, eso genera que las formas de resolverlos nos pongan a nosotros en situaciones de búsqueda”, detalla Albicker.
Dana y Moisés coinciden en que uno de los grandes retos es que muchas veces la misma comunidad de sordos y ciegos se sorprenden de la propuesta y rechazan los talleres, pues no conciben que existan cursos especializados para ellos.
No obstante, desde 2011, el equipo se ha encargado de ser nómada y encontrar en las calles a personas que se animen y vean la posibilidad de tener un acercamiento con el arte; además la intención, más allá de crear no sólo piezas artísticas, es que reciban asesorías para que puedan hacer cualquier proyecto multimedia que deseen.
“Si con las personas con las queremos acercarnos existe ese desconocimiento, pues mucho menos con las del municipio o, por ejemplo, con los policías de una biblioteca o de un museo, se asustan cuando llegamos con los perros guía, no sabían que estaban educados para que puedan estar en los espacios”, relata Moisés.
El Laboratorio Invisible también ha viajado a Xalapa, Veracruz, una travesía enorme, porque en las playas no hay apoyos para la comunidad, no obstante, eso también les hizo reflexionar sobre los retos a los que día con día se enfrentan las personas.
ENSEÑANZA DESDE LA VIRTUALIDAD
Cada taller que realizan es de varios meses, incluso, algunos pueden durar casi un año. Antes de que iniciara la pandemia, Dana y Moisés acababan de concluir uno en Guadalajara y ya estaban planeando otro en San Luis Potosí, pero tuvieron que trasladarlo a una plataforma digital, algo que se creería casi imposible por la falta de una metodología para poder hacer un trabajo en línea debido a que sus talleres se enfocan mucho en lo corporal.
En 2020 iniciaron un taller de ocho meses con personas de la comunidad sorda y, hasta la fecha, han notado grandes avances y logros. Esto los motivó para planear, a finales de año, un taller con mujeres sordas, proyecto con el que buscan colaborar con artistas y realizadoras con y sin discapacidad; ahora se encuentran en la búsqueda de becas que les ayuden a realizarlo.
“Nos metimos mucho a aprender lenguaje de señas y a mejorar nuestra comunicación para generar esto, lo hacemos todo el año para que fluya, queremos tener más colaboraciones con oyentes para que den los talleres, aprovechar la virtualidad y generar conexiones”, abunda Dana.
Durante casi 10 años, Laboratorio de lo Invisible se ha logrado levantar con el Programa de Apoyo a la Docencia, Investigación y Difusión de las Artes (PADID), el Centro de las Artes de San Agustín, Oaxaca y del Centro de las Artes de San Luis Potosí; asimismo han encontrado apoyo con algunas universidades en Puebla, Xalapa y Guadalajara.
“Todo lo que vamos aprendiendo en torno a la discapacidad, quizá desde la niñez, no la forman haciendo grupitos, desde lo distante, hacen que las personas ciegas no conozcan a los usuarios de silla de ruedas, porque su historia clínica los separa, y hay prejuicios, además en la parte de la académica, las historias escritas están por otro lado de la realidad, reina un total desconocimiento, desde ahí están los grandes retos”, explica el antropólogo.
Dana recuerda el caso de Jesús Rodríguez, quien realizó un cortometraje a manera de denuncia sobre cómo lo discriminaron cuando fue a tramitar su pasaporte y por todos los procesos burocráticos que lo hicieron pasar, uno de los tantos casos, por los que, desgraciadamente, una persona puede vivir a lo largo de su vida.
“Dentro del taller se han cuestionado cosas anti patriarcales, de clase o raza. Suceden críticas, denuncias e inquietudes para que cada uno lo lleva a sus prácticas. Tenemos a un tallerista que está en contra de la inclusión y a favor de la expansión, nos parece súper potente y algo que hemos replicado, por qué incluirnos a las mismas dinámicas de violencia y prejuicios si podemos expandirnos a ver otras formas de vivir, de percibir el mundo y compartirlas”, concluye Dana Albicker Mendiola.
En conexión
Para conocer más de este proyecto visita:
PÁGINA
http://www.laboratoriodeloinvisible.com/
FACEBOOK: @laboratoriodeloinvisible
INSTAGRAM: laboratoriodeloinvisible