Un atardecer en llamas, entre tonalidades rosáceas y naranjas fueron el vaticinio de lo que ocurriría en la Alhóndiga de Granaditas, lugar que congregó miles de miradas, expectantes e inquietas por regresar, una vez más, a presenciar el acto inaugural del Festival Internacional Cervantino.
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Los colores se hicieron presentes, brillaron del cielo al escenario. En esta ocasión la soprano mexicana María Katzarava y la coreana Hera Hyesang Park fueron las encargadas de abrir el telón a la fiesta cervantina, junto a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la dirección de Scoot Yoo.
Tras interpretar la Obertura de El rapto en el serrallo (Wolfgang Amadeus Mozart), la joven soprano, Hera Hyesang cantó con una voz dulce y pasiva “Eccomi in lieta vesta…” de Vincenzo Bellini; su voz logró entretejerse junto a la Filarmónica, logrando transmitir entre dulzura y pasión.
Si bien Hyesang Park ha ganado críticas muy favorables por su excelente canto y presencia, hay mucho más en su arte. La mentalidad cosmopolita de la soprano surcoreana y su determinación para desafiar el racismo, la discriminación y los estereotipos de todo tipo también son elementos esenciales en su enfoque para hacer música. Actuar y grabar son, para ella, actos de autodescubrimiento y formas sinceras y emocionalmente honestas de conectarse con los demás.
Estas características lograron conjugarse con el poder y presencia de la mexicana Katzarava, quien con un vestido rojo, brillante y vaporoso que, durante sus intervenciones inundaron al escenario cada que salía a escena. Una voz fuerte, empoderada y vibrante surgió en escena.
Aunque pareciese que los micrófonos no le hicieron justicia a la voz de Katzarava, su ímpetu logró vencer esa adversidad, cautivando y dejando a más de uno sin aliento por su potente participación.
Posteriormente, ambas sopranos se unieron a escena para interpretar “Sull’aria…”, de Las bodas de Fígaro,una mezcla entre la suavidad de la voz de la surcoreana y la potencia de Katzarava, un momento único, bello e irrepetible.
La velada continuó con las piezas “La tarántula…”, Gerónimo Giménez, La Tempranica (HHP) 2’ Ruperto Chapí, 1851-1909 y “Carceleras…”, de Las hijas del Zebedeo.
La noche avanzaba, así como la potencia de un programa que logró emocionar al público que se encontraba en la Alhóndiga de Granaditas. Un lleno total logró reunir a cientos de personas en esta primera noche cervantina.
Después de que cada una volvió a escena en solitario, para cerrar con broche de oro, interpretaron “Júrame” y “Caminos de Guanajuato”, demostrando que ambas culturas, la coreana y la mexicana pueden unirse al unísono.
Mientras Katzarava interpretaba las piezas, Hara la acompañaba cantando unos tramos y bailando. Estas dos últimas piezas lograron emocionar, aún más a la gente que se congregó en la Alhóndiga.
El color una vez se hizo presente, los fuegos artificiales iluminaron el cielo nocturno, culminando así la primera noche del Festival Internacional Cervantino.