Marty McFly llegó al ‘futuro’ un 21 de octubre de 2015, por lo cual esta fecha es celebrada cada año por los seguidores de la exitosa cinta, sin embargo, la vida Michael J. Fox, el actor que dio vida al viajero del tiempo, es muy distinta a la de su personaje en Volver al Futuro II.
Por años se creyó que Fox no podría superar la sombra de McFly, pero el actor finalmente lo ha conseguido y no precisamente con otro personaje, sino con la historia de su propia vida y la forma en que ha enfrentado al mal de Parkinson desde que tenía 29 años.
El nacido en Canadá se convirtió en la década de los 80 en un icono juvenil y uno de los actores favoritos de los Estados Unidos, no sólo por la trilogía de Volver al Futuro, sino por su papel en la serie de comedia Family Ties, con la cual se hizo de tres premios Emmy y un Globo de Oro.
Michael se encontraba en la cima, podía hacer lo que quisiera, incluso intercalar sus proyectos de cine y televisión, sin embargo, durante la grabación de la película Doc Hollywood en 1990, Fox sintió un ligero latigueo en el meñique; era los primeros síntomas de la enfermedad.
Los médicos le dijeron que con el tratamiento adecuado podría seguir actuando 10 años más y luego debía de retirarse, por lo que Fox comenzó a aceptar todos los proyectos que se le presentaban, aunque no logró tener gran éxito en ninguno de ellos; la sombra de McFly aún estaba sobre él.
Fox volvió a la televisión en 1997 con la serie Spin City, con la cual volvió a ganar un Emmy y tres Globos de Oro. Michel había ocultado hasta ese entonces su enfermedad, pero lo síntomas comenzaron a ser tan evidentes que en 1998 decidió hacer pública su condición.
“Me diagnosticaron párkinson hace 25 años, y se suponía que solo iba a poder trabajar otros diez años. A estas alturas ya debería ser prácticamente discapacitado, pero la realidad no podría ser más distinta. La situación no podría ponerse peor, y aun así todavía puedo ir al supermercado”, explicó el protagonista de ‘Regreso al futuro’ en una entrevista a Haute Living durante el año pasado.
Fox se retiró de Spin City para pasar más tiempo con su familia y concentrarse en crear la fundación Michael J. Fox, a través de la cual recauda fondos para financiar investigaciones para la cura del mal de Parkinson, actualmente es el segundo mayor donante a la causa, sólo detrás del gobierno de los Estados Unidos, de acuerdo al revista Forbes.
El actor compareció ante el Subcomité de asignaciones del Senado en 1998 para pedir que se aumentara la inversión en la investigación. En aquella ocasión, Fox decidió no tomar Sinemet, la droga con la que controla los síntomas, para que los legisladores pudieran ver realmente como es la enfermedad.
A partir de entonces Fox ha recibido múltiples reconocimientos por su altruismo e incansable lucha contra la enfermedad y las universidades de Nueva York y Columbia, así como el Instituto Karolinska le han otorgado el grado de doctor honoris causa por sus contribuciones a la medicina.
Pese a estar más dedicado a su fundación, Fox ha continuado su carrera de actor, aunque ahora debe elegir papeles en lo que su condición más que un impedimento sea un virtud, por ejemplo en la serie Scrubs interpretó a un doctor con hiperactividad.
Pero su papel más destacado en los últimos tiempos ha sido el del abogado Louis Canning en la serie The Good Wife, un litigante que no vacila en utilizar sus problemas neuro-motrices para poner al juez y al jurado del lado de sus clientes; su interpretación le valió varias nominaciones al Emmy.
Tras la muerte del boxeador Muhammad Ali, Fox se ha convertido en el icono de la lucha con el Parkinson, atrás quedó la imagen de actor aniñado que bien podía hacer drama, comedia o ciencia ficción, pues su imagen ahora es mucho más poderosa.