La prófuga de Dios
La propuesta escénica es una disertación, de David Gaitán y Martín Acosta, sobre la idea de la fe, que se aborda a través de la historia de una mujer que huye. El montaje se presenta en el Teatro Benito Juárez
José Pablo EspíndolaUna mujer que no ha pedido ninguna prueba de la existencia de Dios lo ve manifestarse de una manera grotesca y terrible. Ante esto, el ser supremo le hace una encomienda perversa: comunicar lo que vio, proclamar su existencia y sembrar la semilla del fin. Ella se resiste y decide huir, convirtiéndose en prófuga de Dios, de eso habla la obra de teatro Dios. O no ser, montaje dirigido por Martín Acosta.
El texto, escrito por David Gaitán, es una gran disertación en torno a la idea de la fe, que se aborda a través de la historia de la mujer que huye, ‘la profeta’, como se le llama en la trama, personaje interpretado por la actriz Diana Sedano.
La historia cuenta el intento de este personaje por esconderse en distintas partes de la Tierra y de la imposibilidad de lograrlo. El camino es aprovechado para tener conversaciones acerca de qué es la figura de Dios para el hombre, qué implicaciones tiene y qué pasaría si cambiáramos los paradigmas.
Durante el montaje nunca se muestra lo que la mujer ve, sino que es algo que queda sugerido. “No es que el texto lo especifique en algún momento, pero hay una serie de guiños en la obra para tratar de dar una imagen. Lo que ella defiende es que el lenguaje no es suficiente para describir lo que vio y por eso su incapacidad de comunicarlo”, explica David Gaitán, en entrevista con Reporte Índigo.
“Esta historia tiene tres años que la hicimos, fue a partir de una colaboración con una compañía española. De origen, fue plantear premisas casi arbitrarias que nos sedujeron por distintos motivos, pero que no sabíamos a dónde nos iban a llevar. Muy concretamente partimos del caso del avión de Malaysia Airlines que desapareció de los radares, nunca llegó a su destino y a la fecha no se han encontrado sus restos, lo que dio pie a una cantidad de teorías, desde conspiracionales hasta existenciales; entonces, partimos un poco de tirar hipótesis de ese caso y eventualmente llegamos a la idea de Dios”, comenta Gaitán.
Otro punto de partida que tuvo el dramaturgo para su texto fue la historia bíblica de Jonás y el gran pez. Lo que querían era conectar esas dos historias y así fue como nació Dios. O no ser. La obra ha cambiado mucho y por lo tanto también la percepción de la gente.
“La reacción suele ser muy intensa, pero favorablemente intensa, digamos que es lo que busca la obra, no propiamente polemizar, porque no se mete directamente con la religión, sino más con la idea de la fe, pero lo que ocurre es que activa al espectador en torno a tomar una postura, a cuestionar, ya sea su ejercicio de la fe o su ateísmo o cualquier punto en medio de estas dos, tratar de imaginar posibilidades de este tipo, que finalmente es el sentido de hacer teatro”, afirma el dramaturgo.
Acción en escena
El montaje cuenta con cuatro actores: David Gaitán, Diana Sedano, Mariana Gajá y Mario Eduardo de León, quienes interpretan a más de 10 personajes sobre el escenario. Tanto la escenografía como la iluminación son casi minimalistas, ya que es un espacio atravesado por un cable de acero con una plataforma metálica que al iluminarlo genera iridiscencias “muy elocuentes”.
A partir de ese juego entre el espacio y la luz, se van creando todas las atmósferas, porque la obra ocurre en la Ciudad de México, Japón, el Polo Norte, en el fondo del mar y en el interior de una ballena
Para el actor, la obra de teatro se inserta en el estilo de conversación natural que tenemos como sociedad. Algunos espectadores, dice, aterrizan lecturas en torno a la vida contemporánea en la virtualidad, otros la ven como un desmontaje de la religiosidad, pero también están los que opinan que es sólo una historia de aventura.
“Lo que nos interesaba era activar estas conversaciones en los espectadores, por eso la decidimos hacer así”, confiesa el dramaturgo.
Dios. O no ser se presenta en el Teatro Benito Juárez, por lo que se le tuvieron que hacer modificaciones, ya que cambió de dimensión desde el punto de vista del espectador; sin embargo, Gaitán señala que es algo que le gusta hacer para “apretar tuercas”.
Este montaje, asegura David, ha fortalecido sus preguntas iniciales, no porque permita una respuesta o porque sean fáciles, “pero sí me ha ayudado a encontrar un lugar con respecto a quién soy yo y los distintos planos de la realidad y de la existencia.
El espectáculo, que es una obra de teatro experimental que logra combinar un perfil ensayístico sobre la fe con una historia con sentido del humor, se presenta los viernes, a las 20:00; sábados, a las 19:00, y domingos, a las 18:00 horas, en el Teatro Benito Juárez.