La poeta Rocío Cerón confiesa que todo el tiempo está leyendo y escribiendo por lo que su universo poético se expande, los versos cobran vida.
La poesía rompe fronteras, cruza los espacios geográficos, el paisaje y el tiempo. Se sumerge en los recuerdos, las personas y los pensamientos claroscuros y abre una ventana entre el espacio íntimo de una persona y el mundo.
En tiempo de confinamiento, esta expresión ha llegado a uno de sus puntos más altos en el sentido de la visibilidad que ha alcanzado por medio de las redes sociales, es un espacio de encuentro de las letras, incluso, un refugio y una especie de diario, donde se evocan los sentimientos que han surgido durante la pandemia.
“El 2020 fue el año de la poesía y en este 2021 pasará lo mismo”, expresa la poeta mexicana Rocío Cerón, quien desde hace más de 10 años se ha dedicado a la transmedia y que ha encontrado en estas plataformas su vínculo para conectar con las personas, dialogar y encontrar su propia voz.
Ella declara que en los últimos tiempos ya se estaban modificando los hábitos de lectura, sólo que ahora con la pandemia se ha visibilizado más.
“No es que vaya a desaparecer el libro, tenemos más lectores, pero de otra forma. Hay dos cosas paradójicas que he visto, por un lado, una especie de seducción masiva por los espacios digitales, las redes, el Instagram y aplicaciones; videopoemas, GIFs, memes, todas las escrituras y posibilidades de los continentes digitales; y por otro, hay un regreso a la materia prima que es el lenguaje, hemos vuelto a la lectura y al texto”, considera la poeta.
Rocío Cerón agradece las capacidades renovadas que ha dejado la pandemia, de escuchar al otro, entender el poder de la voz y la colectividad. Y, precisamente, se vio el poder de la poesía en hechos de importancia internacional como la toma de protesta del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, o en las inauguraciones de grandes eventos como la Semana de la Moda en Londres o el Super Bowl, porque, finalmente, se trata de la celebración del lenguaje, un punto de encuentro entre las personas, mujeres y hombres, como un testimonio de la condición humana.
La expresión de la palabra en prosa se ha hecho más visible, más audible, hay más fuerza en esas voces, porque provocan reconocerse en ellas, de verse como un colectivo, y entender que el mundo es un espacio mucho más colaborativo, donde hay una voz personal, pero que se nutre de la sociedad y de la historia.
“La pandemia confina a las personas, las obliga, no hay manera de escaparse de uno mismo, y en ese momento de encontrarte, de estar contigo, hay gente que la ha pasado muy mal, pero otras han encontrado en ese espacio una gran libertad. La poesía ha abierto un territorio, donde se posibilita como un espacio para los afectos y para poder dialogar”, precisa.
Un festival para celebrar
En sus ediciones precedentes, El Festival de Poesía Transdisciplinar, ENCLAVE, el cual es dirigido y curado por Rocío Cerón, fue dedicado a las poéticas migrantes, sonoras y perfomáticas, este año debate el sentido de “Territorio” y abordarán a los bifrontes y transatlánticas.
Además, muchas de sus actividades girarán en torno a los 500 años de la Caída de Tenochtitlán, que se recordará en el mes de abril, y con el que abrirán debate sobre las formas de reaprender el pasado, convocar el intercambio y crear una experiencia con todos los tiempos para una lectura del presente.
“Nos interesaba saber cómo nos vemos entre los dos continentes, qué sucede con las voces, las lenguas e identidades, la fricción de las culturas y la interculturalidad; de una cuestión análoga a lo digital, por eso muchos de los invitados son españoles, ellos están poetizando a través del performance las formas que estamos viviendo la pandemia. Al mismo tiempo, hay varios autores de México y América Latina como Edwin Torres de Puerto Rico, pero que vive en Nueva York y Alejandra del Río, quien es chilena y trabaja en comunidades y con poesía para niños”, precisa la también editora.
Esta edición permitirá ver la riqueza de la lengua, la imagen y lo sonoro, cómo se están viviendo esas tres identidades en el trabajo creativo y poético. Lo digital romperá las fronteras, los espacios geográficos unirán nuevas voces y se invitará a los artistas performanceros a ver nuevas posibilidades de conectar con el público. Ese, dice la organizadora, fue el principal reto, poder transmitir la energía y la fuerza de un performance y de una lectura en voz alta.
“Para un performer o un poeta tienes que ser un poco como Sherezade, ¿cómo haces una presentación, en vivo, donde los cuerpos te dan un espectro energético? Porque esto es un diálogo de cuerpo con cuerpo, entre miradas, sucede de otra manera en el espacio digital y nos tenemos que adaptar, quizá y acceder al arte en espacios públicos o hacer más obras al aire libre”, explica.
Cartografía del universo afectivo de Rocío Cerón
Desde 2018, la poeta y editora trabajó con Materiales inmateriales, proyecto que contaba con el apoyo del FONCA y que forma parte de la trilogía “Observante”, “Escucha” y “Tacto”. Parte de su investigación consistía en hacer una residencia escritural, de nueve meses, en un espacio definido, la Casa Estudio Luis Barragán; sin embargo, debido a la pandemia fue imposible terminar, por lo que, explica, tuvo que regresar a lo que hacía en los años 90, cuando empezó a hacer poesía visual y trabajar todo desde su intimidad.
A través de poemas, fotos, videopoemas y poesía sonora muestra la cartografía de su cama, vivencias que ahora estarán plasmadas en su nuevo libro Divisible corpóreo.
“Esta pandemia me obligó a crear viendo hacia el interior y creo eso está bien, hacer esta experiencia de mirar hacia adentro y desde mi propia habitación. De alguna sucedió una suerte de austeridad, y con la poesía, el poema se volvió más breve, soy muy caudalosa, y en los poemas de Divisible corpóreo fue como si estuviera mirando los detalles, como si el poema se hubiera vuelto microscópico”, revela.
Rocío Cerón confiesa que todo el tiempo está leyendo y escribiendo para que su universo poético se expanda, los versos cobren vida y los imagina como hologramas que transitan por su casa; ella lee el mundo como poesía.
Lejos de esta imagen del poeta que sufre, ella considera, como decía el escritor Joseph Campbell, al gozo, the bliss, sí hay una herida inicial, pero también, esta pandemia le hizo valorar los momentos de dicha en cosas muy breves, como acariciar a alguien, abrazar a su madre, ver el cielo, tomar la luz del sol y caminar entre árboles, cosas simples, pero dichosas.
Como señalaba el poeta chileno, Sergio Parra, ‘la poesía te cobra’, y yo creo que sí, que hay un costo físico, poetas se han quedado ciegos o vuelto alcohólicos; quizá me he salvado, el hecho de que hago performance, de convertir al poema en una experiencia viva hace que el lenguaje se convierta en una fuerza motriz, de vida”, remata.