La paternidad afectiva reduce la violencia estructural y mejora la autoestima

Esta fecha invita a pensar y reflexionar sobre los nuevos roles, libres de estereotipos, que pueden desempeñar los hombres en la familia para construir paternidades más cercanas, más sanas y, sobre todo, nuevas masculinidades, las cuales ayuden a solucionar el problema de violencia
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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En la actualidad ¿qué significa ser padre? Por mucho tiempo, debido a normas sociales establecidas, se asumió que las mujeres eran responsables del trabajo doméstico, de la educación y crianza de hijas e hijos, mientras que los hombres en la paternidad se encargaban de brindar los recursos económicos y ejercer la autoridad en la familia.

La Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) señala que en México los hombres dedican 15 horas semanales a labores de cuidados y las mujeres casi 50 horas, tres veces más.

Hoy en día ser un padre con roles tradicionales ya no tiene el mismo peso; incluso, en los últimos años, ha surgido el concepto de paternidad afectiva, el cual, desde las mismas terapias familiares, plantea a los hombres desarrollar de otra manera su paternaje.

“Tiene que ver con la reestructuración de la familia, porque antes el tema de la familia era tabú, de los roles y cómo se desempeñan. Ahora nos damos cuenta que en el hombre hay carencia de herramientas psicoemocionales para llevar a cabo su rol de paternidad”, explica Noemí Quiñones, psicóloga encargada del Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana.

En entrevista, Quiñones explica que la paternidad afectiva implica involucrarse en la crianza y la educación familiar, participar en sus procesos de aprendizaje, ser conscientes de sus habilidades, interactuar positivamente, atenderlos desde el respeto y la equidad que se debe propiciar en el ambiente y dinámica familiares.

Cómo iniciar con la paternidad afectiva

De acuerdo con la especialista, cuando un hombre decide realizar una paternidad afectiva, resulta primordial evaluar cómo llegan a esa etapa de su vida.

“Algo que trabajamos desde la perspectiva de género es que el hombre también pueda nombrar qué heridas tuvo desde su infancia, necesidades y carencias de niño, y que eso lo pueda llevar a replicar patrones o, incluso, ejercer la violencia“, expone

A decir de la especialista, cuando un hombre genera estos actos de conciencia sobre en qué etapa de su vida se encuentra, y cómo se está reflejando con sus hijas e hijos, es donde se pueden apreciar las necesidades afectivas que no fueron cubiertas.

Por ello es importante llevarlos a su propio momento histórico, y al de sus hijas e hijos, para que haya una mayor comprensión de su actualidad.

“Ya que nos situamos, comenzamos a conectar con estas necesidades, que puedan identificar y nombrarlas. También las vamos a conocer a partir de las demandas que tienen las hijas y los hijos con los padres, en ocasiones, los mismos hijos son quien nos dicen que está sucediendo, si no se presta a platicar, si es controlador, estricto.

“Las otras son las que el papá logre identificar, qué está requiriendo llenar. Esto lleva a un autoconocimiento, si la persona tiene buen nivel, logrará una mejor reflexión”, apunta.

Parte de este autoconocimiento implica tratar las heridas de infancia, mismas que revelarán la propia relación de paternidad.

“No existe el papá ausente, siempre hay, pero hay unos que decidieron abandonar, callar. Por eso es importante ubicar cómo fue la relación con el papá y lo que le dijeron sobre la paternidad”, indica.

A partir de ahí se trata de acompañarlos a un trabajo deconstructivo para generar una construcción del ser desde lo emocional, racional y afectivo.

Se busca romper con estereotipos de género y que haya una verdadera presencia en la vida de sus hijos y un conformador de emociones, pues, de acuerdo con la psicóloga, cuando un hombre no se vincula con su parte emocional-afectiva pierde una vinculación más saludable hacia sus hijos.

Los retos en la actualidad

“También es un reto para los que deciden generar una paternidad afectiva, porque pueden ser tachados como padres muy flexibles, laxos, o que no saben llevar la disciplina, a veces, pensamos que es igual a no mostrar afectividad. El hombre que quiera romper con este paradigma también tendrá consecuencias a nivel social”, opina.

Por ello, Noemí Quiñones invita a los papás a tener apertura hacia la guía y dirección. Actualmente ya existen mayores canales de apoyo, terapeutas, bibliografías, incluso podcast y centros familiares que brindan acompañamiento y ayuda a aquellos hombres que se decidan ejercer una paternidad afectiva.

“Lo primero es tener apertura al cambio y reflexionar acerca de cuál fue mi historia de vida y cómo quiero mejorar para mis hijos, hacer este ejercicio ayuda a saber a dónde voy para pedir ayuda.

“Es muy importante escuchar a los hijos, qué necesitan de mí para que sientan que su vida va creciendo, tener capacidad de discernimiento a partir del autoconocimiento y romper tabúes, mitos de que el hombre no necesita, amor, afecto, reconocimiento. Tiene que ver con un hombre que ha trabajado sus heridas de niño”, indica.

Incluso, la especialista afirma que cuando un hombre genera paternidad afectiva va a estar lejos del núcleo de violencia, tampoco es probable que la ejerza ni formará personas que actúen con violencia estructural.

Este dato se vuelve aún más revelador bajo el escenario mexicano, en el cual impera el machismo, el feminicidio y la violencia. De ahí la importancia de una crianza más saludable, afectiva y equitativa.

“Cuando rompemos con modelos tan estructurados se puede lograr una autonomía, no todo lo que me dice el mundo va a ser para mí, o es necesario en el modelo de crianza de mis hijos. Cuando caen las estructuras patriarcales el hombre se libera, no solamente las mujeres, el hombre también encuentra oportunidad, pueden vivir felices con su pareja, con ellos mismos, disfrutar”
Noemí QuiñonesPsicóloga

Por fortuna, la especialista celebra que poco a poco en las nuevas generaciones empieza a haber una conciencia y apertura sobre el tema, se exige un cambio; no obstante, Quiñones asegura que aún hay mucho trabajo por recorrer a nivel social.

“Los hombres ya son más atentos, ya no hay tantos que se nieguen a estos procesos, familias más resilientes hacen a padres y madres más felices. Todavía estamos resistiendo, pero ya vamos caminando”, concluye.

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