Antes de la tercera llamada, de que se levante el telón y la función dé inicio, existe un camino recorrido por actores, directores, iluminadores, vestuaristas y productores que no siempre es fácil. Existen retos, obstáculos, qué superar para que el público pueda sentarse en la butaca y disfrutar del espectáculo.
Ciertamente, México no es un territorio fértil para hacer teatro, es una tierra árida que hay que labrar mucho para poder obtener frutos, así lo explican productores independientes que señalan cuáles son las principales adversidades a las que se han enfrentado para poder seguir construyendo la cultura en el país.
“Uno tiene que trabajar mucho, sobre todo cuando eres productora de espectáculos independientes, cuando empiezas a armar tu compañía con mucha confianza, fe y voluntad, pero justo el camino es complicado, es como trabajar mucho y no desistir porque te van a decir 10 veces ‘no’, pero uno tiene que seguir creyendo en su proyecto, en que tiene algo que decir y un día funciona, alguien te hace caso, el proyecto se vuelve interesante y comienzas a tener apoyos”, cuenta Janett Landín.
En busca del tesoro
Montar un espectáculo teatral no es nada barato, se necesitan por lo menos 30 mil pesos para producir un espectáculo “pequeño” y no siempre se garantiza que al término de la temporada, la compañía recuperará su inversión y conseguirá ganancias.
“Normalmente cuando empiezas es, literal, meter de tu propio dinero para poder montar una obra y después empieza a regresar el dinero, poquito a poco. La otra opción, cuando de repente es un proyecto muy grande que puede llegar a necesitar medio millón de pesos, pues de plano es concursar por las becas de las instituciones, venderles tu proyecto para que lo quiera producir”, afirma Landín.
El Sistema de Teatros de la Ciudad de México, la Coordinación Nacional de Teatro, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la UNAM y algunas otras instituciones y teatros, lanzananualmente convocatorias para otorgar espacios y financiamiento a compañías, artistas y creadores. Sin embargo, David Castillo asegura que cada vez son menos.
“Ahora producen menos las instituciones, entonces lo que hacen es decirte ‘tráeme tu obra y yo te lo programo, pero no te doy nada, sólo lo que recaude la taquilla y eso es más complicado porque hace algún tiempo, el INBA, El Helénico, el Sistema de Teatros, apoyaban un poco más con la producción. Ahora ya nada más se han vuelto programadores, pero de obras que ya están realizadas”, apunta Castillo.
Sumado a esa falta de apoyo, Falconi señala que algunas instituciones condicionan los espacios, ya que le exigen a los artistas garantizar que el público asistiráa las funciones. “Hay instituciones que ahora te dice, ‘bueno, yo te programo, pero si tú me garantizas que van a llenar una sala de mil personas’, pero esa no es la labor del artista, si hay una institución que tiene todo un equipo de producción, de prensa, entonces ese equipo está para trabajar y convocar al público para las diferentes propuestas que se presentan”.
Los productores afirman que en muchas de las convocatorias se les pide explicar cuánto público van a recibir y cómo lo van a traer. “Antes me producían, ahora ya no, yo tengo que llevar la obra completa y además me piden que garantice que va a entrar el público, eso no puede ser porque tampoco somos publicistas ni mercadólogos”, enfatiza Castillo.
Y agrega que esas situaciones complican el desempeño de su trabajo, lo justo para él es que si las instituciones deciden ya no producir, por lo menos tendrían que tener un esquema o una estrategia de medios que garantice la difusión del evento.
Lo cierto también es que conseguir llenos totales en cada función y juntar una buena cantidad de dinero en taquilla, no le garantiza a las compañías los recursos necesarios para producir un siguiente montaje. “Te sirve como un apoyo, pero no para producir. En algunos teatros el costo del boleto es muy bajo, tienen un precio simbólico, entonces la taquilla no te ayuda mucho”, dice Castillo.
Ejemplo de ello es el caso de Raul Morquecho que es parte de un proyecto muy exitoso, El amor de las luciérnagas. Esta obra se gestó en 2012 y comenzó en salas para 117 personas, fue tal la aceptación del público que se necesitó pasar a espacios para 500 personas.
“El proyecto ha sido muy bien recibido por el público, esto ha ocasionado que la obra tenga una continuidad muy larga, ya vamos para 200 funciones y la obra se está manteniendo sola, aunque las características de los espacios no ayudan. Por ejemplo, del 100 por ciento que entra a la taquilla, el teatro se queda 30 por ciento, además nos quitan impuestos, los cargos de Ticketmaster, entonces la compañía sólo se queda con 35 o 40 por ciento de los ingresos, es decir que no le queda mucho, lo que impide que se geste otro proyecto”, cuenta Morquecho.
Nuevos públicos
El teatro independiente en México está sufriendo una crisis de asistencia. La gente no va a ver teatro, no está acostumbrada y para los productores es una urgencia que se debe resolver. Además de que la poca gente que va no está acostumbrada a pagar por este tipo de espectáculos.
“Es poca la gente que ve teatro, estamos más acostumbrados al cine y a pagarlo, y en el teatro no, la gente todavía piensa que no es para todos, que se van a aburrir, que es complicado. Justamente por eso han surgido nuevas propuestas, como llevar el teatro a la calle o hacer intervenciones teatrales,pero esa es un arma de doble filo porque como el público no paga, entonces comienza a creer que debe ser gratuito y no tienen por qué pagar, es un tema complicado”, dice Landín.
Para Morquecho esto refleja un problema cultural más grande en el país que viene desde las escuelas, la educación. Es necesario, indica, fomentar las necesidades artísticas y culturales de las personas.
“Nosotros como mexicanos de repente podemos ir a un concierto que te sale en 2 mil, 3 mil pesos, y los chavos lo consiguen y van porque tienen la necesidad de ir”, dice Morquecho.
“Pero no solamente son los de difusión, sino toda la cabeza de las instituciones, es el apoyo que debería generar la Secretaría de Cultura local y federal, desde ahí tendría que partir el apoyo. Exigir más a nuestros gobernantes que apoyen la cultura”, finaliza David Castillo.
Una visión empresarial
David Castillo está seguro de que tiene que cambiar la visión de cómo hacer teatro, porque se cree que tiene que ser una cosa muy pasional, muy del arte, lo cual no está mal, pero también se tienen que ver como una empresa cultural.
“Como productores lo debemos ver como un negocio, no para volverte rico, pero sí para vivir bien. Por eso tienes que rodearte de personas que sepan de publicidad, de difusión, de finanzas para que puedas encontrar vías para producir mejor tus espectáculos. Si no buscamos la especialización no lo vamos a lograr, yo ahora estoy dentro de un grupo de varios expertos que estamos haciendo un colegio de productores que va a ayudar a profesionalizarnos”, indica el productor independiente.