La obra Cuidado con el perro denuncia la violencia hacia las mujeres.
Durante muchos años, la violencia hacia las mujeres ha sido silenciada, incluso normalizada. Es innegable la existencia de voces que callaron y prácticas que no han sido cuestionadas, pero que hoy se vuelve imperante y fundamental abordar, pues se viven tiempos convulsos en los que la barbarie sigue presente.
A través de la obra Cuidado con el perro se narran cuatro historias que denuncian la violencia de género, a través de ellas se mostrará el contraste entre la crudeza de los relatos con el filtro del arte y la belleza del lenguaje.
“Soy de las que creen que el arte es ese vehículo que nos permite concientizar a la sociedad, no de manera didáctica, ni de tratar al espectador como ‘mira, esta es nuestra visión’, queremos contar estas cuatro historias con distintas geografías que visibilizan la problemática que ha vivido durante siglos la mujer. Es un contexto paradójico, complejo, pero es necesario, porque hacer teatro ahora es resistir”, explica Mahalat Sánchez, directora de la obra.
La puesta en escena relatará una historia narrada desde Tailandia y el turismo sexual infantil; otra que se desarrolla en la India y retrata las prácticas de infanticidio, donde una mujer al darse cuenta que dará a luz a una niña se somete a técnicas peligrosas para abortar; después se traslada a México, a una despedida de solteros en una casa de Valle de Bravo, donde se viven “inocentes toqueteos”; hasta llegar a una dinámica más contemporánea, con la circulación de la foto de una adolescente desnuda.
Desde las cicatrices y la sensibilidad en Cuidado con el perro
El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) seleccionó, en 2019, a Cuidado con el perro, para que fuera estrenada el 2 de julio de 2020, pero debido a la pandemia se pospuso hasta este año, cuya temporada se realizará en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque. Situación que les permitió profundizar en su investigación a través de documentales, textos y notas, y así abordarla de una manera más sensible.
“No es una propuesta de teatro documental es ficción que se empareja con la realidad. Empezamos con la investigación y la búsqueda corporal en el espacio, ver el mecanismo que iba a sostener estas ficciones. Yo quería que se rescatara la parte, tal vez, un poco onírica, con la pregunta ¿podemos cicatrizar esos dolores que viven? Porque la mayoría de los personajes son desde la infancia”, especifica.
De acuerdo con Mahalat, con esta obra se reitera una de las tantas funciones del teatro: “recordar que somos humanos”, no solamente como seres racionales, emanados del mercantilismo, sino hace un llamado a la sensibilidad, para así lograr contactar de “corazón a corazón” con el espectador.
Por ello, era importante abordar la obra a través de cuestionamientos más profundos: ¿se puede sobrevivir a este tipo de violencias? Y, si es así, ¿cómo se puede continuar viviendo con estas fracturas?
“Lo siento como un vaso frágil de vidrio que se rompe y lo podemos pegar, pero el vaso ya está fracturado. Apelábamos a cómo en los sueños aparecen estas cosas, cuando uno recuerda una tragedia personal a través de los objetos, los olores, la música y el ambiente. La apuesta es ver esa violencia y ese dolor a nivel espacio y actualidad, en este universo de la penumbra donde se esconden esas fragilidades y cicatrices”, detalla Mahalat.
La obra está inspirada en la novela Cuidado con el perro, de la autora española Eva Redondo, al leerla, la directora vio la importancia de que se pudiera mostrar a través de un lenguaje teatral y contemporáneo; además, resaltarlo desde la visión femenina.
Para la directora, tanto la historia, como el teatro mismo, han sido plasmados por el hombre, porque permanece en ellos una parte masculina que ha estado latente, pero, ahora, más que nunca, es importante destacar el papel de la mujer y de todo aquello que, como creadoras, tienen para decir.
“Gran parte del equipo somos mujeres y hay que empezar a plasmar en el teatro la historia, las ficciones desde nuestro punto de vista. He visto mucha historia del teatro, siempre son hombres los que participan y nunca las mujeres; es tan complejo que toda la Historia ha estado escrita por los hombres, vaya, hasta Dios es hombre, es un decir”, recalca.
Contra los micromachismos
Mahalat espera que los espectadores puedan reflexionar, desde los micromachismos, hasta cuando se cuenta un chiste misógino, todo forma parte del sistema, el cual, debe de ser cuestionado, todo con el fin de que su mensaje pueda tener eco, voz y una larga vida.
La obra quiere brindar un mensaje universal, en el cual no sólo el hombre dimensione sobre la violencia ejercida hacia las mujeres, sino que ellas también vean cómo sostienen este tipo de prácticas violentas hacia su mismo género.
Esto, a la vez, se ha ido reforzando desde los diversos movimientos feministas de España, Chile, Argentina, Perú y México, y permiten analizar desde dónde se puede partir, de dónde se está flaqueando como sociedad y cómo trabajarlo.
“Vivimos en pleno siglo XX y vemos perfiles como muy fascistas y radicales en las redes, es un momento muy polémico, pero yo creo que estamos en un proceso de transformación como sociedad. Todavía hay muchas cosas que pueden componerse, es el momento de echar la apuesta y actuar; a todas y todos nos toca”, reitera.
Al ser madre de un niño de 12 años, Mahalat, también cree que debe poner en práctica la reflexión desde casa, a fin de construir una sociedad más justa, libre y en paz. Asimismo, se puede utilizar la autocrítica para un mejor fin y ser más sensibles.
“Vamos a trabajar, arriesgar y darlo todo. El medio está dirigido por hombres, entonces, ¿cómo las directoras vamos a ganar espacios para presentar nuestra visión sensible y estética del arte teatral? Es un medio que apenas está abriendo a las direcciones de mujeres. Para mí es presentar esta visión y confiar en eso porque si me descuido llegan otros tres hombres, no es una guerra de géneros, pero estoy contenta de estar aquí”, concluye Mahalat Sánchez.