La obra de teatro “Carne” saca a la luz los más oscuros secretos de una familia

Aunque en la actualidad es casi una proeza crear teatro mexicano, para el dramaturgo Reynolds Robledo es una necesidad seguir expresándose a través de este arte, pese a que, confiesa, los últimos años se vive una precariedad en el sistema cultural.

“Estoy muy contento de hacer teatro, pero es mi quinto montaje y reafirmo lo difícil, no sólo de hacer teatro en México, sino de la dramaturgia mexicana, porque muchas veces hay mucha oferta, pero cada vez las temporadas son más cortas. Es increíble lo poco que las obras pueden permanecer en un escenario, porque ya está programado prácticamente para los siguientes meses”, explica Robledo a Reporte Índigo.

Pese a este sentimiento, el dramaturgo mexicano una vez más entra al ruedo de la mano del director Enrique Singer para llevar por primera vez a escena la obra Carne, en el Teatro Helénico.

Se trata de una pieza que Reynolds comenzó a escribir hace poco más de tres años y que ahora le emociona que, por fin, vea la luz. Como la mayoría de sus montajes, el dramaturgo explica que Carne también abordará el tema de lo inmoral, donde los personajes se cuestionan su presente ante situaciones muy extremas.

“Me gusta mucho que Enrique Singer dice que es una pieza de teatro griego trágico moderno, porque los personajes se vuelven los responsables de su destino y de sus acciones y, al final, de su propia tragedia; no es algo divino ni externo a ellos, sino que sus mentiras, secretos, apariencias y su deber ser los va a confrontar para que ellos mismos se hagan responsables de lo que los ha traído hasta este punto en la historia”, comparte.

Escribir Carne le ayudó al dramaturgo a vivir un momento muy catártico, sobre todo, durante la pandemia al enfrentarse a la página en blanco. Para él, todos esos episodios están inmersos en esta pieza, la cual está escrita desde la entraña.

“Desde el título sugiere cosas, el tema de los secretos que invitan mucho a hablar cuando algo se pudre, el olor de la carne podrida genera una pestilencia. Yo creo que eso también habla mucho de lo que va la historia”, detalla.

La poeta Iveth Luna Flores asegura que “todo aquello que se pudre es una familia”; este montaje indaga en ello, en la herida, en el silencio que carcome una aparente armonía. Es así como, a través de cuatro personajes: Eva, Román, Darío y Abigail, se dejan al descubierto las tribulaciones de las relaciones familiares y cómo la moral puede ser un detonante para cambiar el destino.

El montaje ocurre en una cocina durante una fiesta de cumpleaños en una hacienda. Para Reynolds era fundamental que sucediera en este espacio porque es un lugar privado y en donde, poco a poco, los secretos se revelarán.

Eva es una actriz retirada que ya está harta de mentir y está enojada con su esposo Román, quien la obligó a festejarse con la ayuda de su sobrina Abigail, una chica que está esperando la inspiración para crear su primera historia.

“En medio de todo llega el hijo de Román, un reencuentro de más de ocho años, y les dice que quiere ser sacerdote. Al final hay una metáfora sobre las apariencias.

“Todos los seres humanos somos un poco actores, en las redes sociales creamos personajes que queremos mostrarle al mundo que somos felices, exitosos y mostramos nuestro mejor lado, pero ¿qué pasa cuando ya no quieres aparentar, cuando te quitas la máscara?”, se pregunta.

El resultado, agrega, quizá puede ser trágico, porque una vez que se revela el secreto, hay un acto que confesar.

“También hay una metáfora sobre la religión, ¿qué pasa cuando nos confesamos, nos liberamos o abrimos más la grieta? Son personajes intensos, creo es la obra más fuerte que me ha tocado escribir y reconozco en mí también las ganas de salir del lugar común de las obras”, concluye.