La nueva misión al Sol

La Agencia Espacial Europea enviará en 2020 el satélite Solar Orbiter para comprender, e incluso predecir, el comportamiento errático de la estrella de la cual depende la vida en la Tierra
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Una de las características más importantes para que existiera vida en la Tierra y se desarrollara, es la distancia que existe entre nuestro planeta y el Sol; sin embargo, los científicos desconocen cuestiones fundamentales de su funcionamiento, especialmente sobre la influencia que sus emisiones energéticas tienen sobre el Sistema Solar interior.

Develar todos los secretos de la estrella más cercana a la Tierra siempre ha sido un objetivo trascendental para la humanidad, por ello, desde principios de la década de los 90, varias misiones se han dedicado a estudiar la actividad solar, como Ulises y SOHO. La segunda, lanzada en 1995, todavía está operando, y los datos que ambas han obtenido sirven para que los científicos propongan nuevas misiones que amplíen los conocimientos del Sol.

Recientemente, la NASA lanzó la sonda solar Parker al astro rey para estudiar su atmósfera y recabar mayor información sobre él, hasta el momento es el objeto de exploración humana más cercano a la estrella.

Ahora, será turno de la Agencia Espacial Europea (ESA, por su siglas en inglés) con la misión Solar Orbiter que está concebida para estudiar de cerca el Sol y la heliosfera interior y así comprender, e incluso predecir, el comportamiento errático de la estrella de la cual depende la vida en la Tierra.

Solar Orbiter será el primer satélite en ofrecer imágenes de cerca de las regiones polares del Sol, muy difíciles de observar desde la Tierra, desde latitudes superiores a los 25 grados. Además, será capaz de casi coincidir con la rotación del Sol alrededor de su eje durante varios días, por lo que permitirá ver por primera vez cómo se forman las tormentas solares

Los principales objetivos del satélite de la ESA, que será lanzado en 2020, a bordo de un cohete Atlas V de la NASA desde Cabo Cañaveral, según palabras de Yannis Zouganelis, responsable científico del proyecto, se resumen en dar respuesta a tres preguntas: ¿cómo se acelera y se calienta el viento solar?, ¿cómo se forman y se propagan las eyecciones coronales de masa (CME)? y ¿cómo es el interior del Sol?

“Mientras que tenemos unos objetivos científicos muy claros para la misión, el impacto final de este tipo de proyectos es siempre difícil de predecir, por su propia naturaleza de exploración científica de lo desconocido”, aseguró el científico de la ESA Daniel Sánchez, jefe de Desarrollo de la Infraestructura de Ciencia en Tierra de la misión, a EuropaPress.

La duración de la misión está prevista hasta 2025 y, para entonces, se espera haber ampliado lo que se conoce sobre el ciclo de actividad solar, sus emisiones de partículas energéticas y, sobre todo, hasta qué punto influye en el día a día de la Tierra

Sus cualidades

Para la misión, Solar Orbiter quedará expuesto a una radiación solar 13 veces más intensa que la que se experimenta en la Tierra. Así, el satélite podrá soportar potentes emisiones de partículas atómicas procedentes de explosiones en la atmósfera solar.

Para resistir, la misión contará con nuevas tecnologías desarrolladas por la ESA para la misión BepiColombo a Mercurio, como paneles solares termorresistentes, una antena de alta ganancia y temperatura, un escudo térmico compuesto por tres capas separadas -la más externa está fabricada en titanio recubierto por calcio carbonizado-. Además, tendrá 27 sensores, entre ellos 9 telescopios.

“La mayor aproximación al Sol será a unos 42 millones de kilómetros, más cerca que Mercurio, el planeta más cercano al astro”
Daniel SánchezCientífico de la ESA

Otro de los retos que enfrentará Solar Orbiter será poder operar autónomamente cuando su órbita lo lleve por detrás del Sol y, sobre todo, que pueda corregir cualquier desviación que se produzca en su orientación.

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