La música y la ceguera van de la mano
A través del Tercer Festival Internacional Música y Ceguera: sonido, tacto y movimiento, 24 artistas con discapacidad visual provenientes de diferentes países, como Japón y España, expondrán su talento en diversos escenarios, para erradicar la exclusión y la discriminación
Fernanda MuñozEl perder la vista o haber nacido sin este sentido no minimiza a una persona, sino que la ceguera ayuda a desarrollar otro tipo de habilidades; el oído y el tacto se vuelven dos grandes herramientas y las artes, en especial la música, se convierten en buenas amigas.
Raúl Thais Antequera nació en Madrid, España, en 1972. Su vista, como no era la misma que los demás niños de su edad, tenía menos capacidad; sin embargo, eso no le impedía ser feliz como todas las personas que lo rodeaban. Continuamente lo visitaba un profesor de piano que le enseñó casi todo lo que sabe ahora, que es un pianista que recorre diferentes partes del mundo exponiendo su música.
“De pequeño empecé con un profesor ciego, un grandísimo pedagogo que me enseñaba de forma natural todo, nunca me sentí distinto a nadie, porque él lo vivía con mucha naturalidad y al final eso fue lo que aprendí (…) Me enseñaba tocándome las manos y los dedos, corrigiendo mi postura; no leíamos las partituras como las personas videntes, sino a través de puntos braille que debía memorizar”, cuenta Thais, en entrevista con Reporte Índigo.
El pianista de origen español se encuentra en México, país que ha visitado dos veces, para presentarse en el Tercer Festival Internacional Música y Ceguera: sonido, tacto y movimiento, evento que, a pesar de contar con sólo tres años desde de que se creó, ha dado un gran paso para erradicar la exclusión de personas invidentes.
“La música y la ceguera van de la mano, son como pan y mantequilla”, asegura Alberto Lomnitz, actor y coordinador nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), organismo que colabora con la organización de Música y Ceguera.
Para Lomnitz, el problema de la exclusión de los invidentes en la música se origina por la falta de presencia de los mismos en los espacios culturales dominantes en el país.
“La exclusión se tiene que combatir con acciones concretas, no con símbolos ni palabras. Este Festival es un gran ejemplo de una acción real, está abriendo espacios y forzando a que se abran”, detalla.
La finalidad del evento, según enfatiza la clavecinista y fundadora de la organización Música y Ceguera, Lorena Peugnet Díaz, es promover el interés y la conciencia social en torno a la ceguera a través de la música y otras artes.
Se presentarán conciertos, ponencias, una mesa redonda, conferencias magistrales, talleres y actividades infantiles.
“Este Festival nos ofrece poder ver a otros, a aquellos que nos ayudan a tener una identidad cultural a partir de la falta de uno de sus sentidos, ya sea por nacimiento o adquirida”, señala también Claudia Alba, de la Alcaldía Cuauhtémoc, que de igual manera apoya el evento.
La vocación del ciego
De acuerdo con el historiador veracruzano Manuel Rivera Cambas, en su libro México pintoresco artístico y monumental, por muchos siglos estuvo completamente abandonada la educación de los ciegos, entregándole esos esfuerzos a las familias a quienes pertenecían y que aplicaban esfuerzos siempre mal dirigidos.
“Antiguamente, el ciego vivía de la música de una manera quizás un poco irregular, pero si supieran la cantidad de músicos ciegos en el arte barroco que dictaban o cantaban sus obras, porque no existía el braille…Hoy en día ese mundo ya no existe, pero la primera vocación del ciego siempre es y será la música”, enfatiza el pianista Raúl Thais.
Shino Watabe llegó a México cuando tenía 17 años, vino de Tokyo, Japón, como turista. Los murales de los pintores mexicanos la enamoraron tanto, según platica, que decidió quedarse a vivir en este país. De niña, su pasión siempre fue la pintura, la ayudaba a expresarse, ya que era muda.
Después de haber terminado sus estudios en México en Artes Plásticas, la economía no le favorecía, por lo que decidió alejarse de la pintura, pero tras 11 años de vivir en el país azteca, trabajando dentro de una oficina, le diagnosticaron discapacidad visual, perdió la vista, pero no el sentido de seguir pintando, así que regresó a su pasión.
“Gracias a la pintura pude salir de un estado de depresión en el que me encontraba, me sacó de ese hoyo. Incluso muchas personas me buscan para darles motivación, pero mi respuesta fue y es siempre la misma: el arte es la solución”, describe la pintora plástica, y también partícipe del Tercer Festival Internacional Música y Ceguera: sonido, tacto y movimiento.
En su libro, Rivera Cambas, detalla que cuando la naturaleza no les ha dado la facultad de la vista a algunas personas, éstas tienden a entrar en una profunda tristeza, caídos, temerosos, gustan de la inmovilidad, su salud se perjudica.
“A través de la música y las artes (las personas con discapacidad visual) se sienten totalmente integrados en un grupo de iguales, o bien, se sienten contentas al verse capaces de lograr una pieza al tiempo que disfrutan con ella”, resalta María Ángeles Martínez, psicóloga española para la Universidad de Zulia, Venezuela.
El programa
Para conocer más sobre el programa del Tercer Festival Internacional Música y Ceguera: sonido, tacto y movimiento, visita la página: