“¿Qué onda ése?”, le decían sus nuevos amigos. No le parecía raro, pues creció rodeada de hombres. A los 12 años se mudó con su familia a Ecatepec. La violencia con la que se topó fue un shock que enfrentó convirtiéndose en un “niño” más de la pandilla.
Cuando Dayra Fyah llegó a Ecatepec sintió que no había espacio para ella. “No era nuestro, no hay ese arraigo, no hay ese sentido de querer ese lugar”, dice. Pero tenía que explorar y encontrar un refugio para adaptarse al cambio.
La calle, los amigos, el ska y el punk despertaron en ella su interés por cuestionar qué había más allá. Descubrió que muchas personas vivían en condiciones de agresión similares. Encontró en la cultura Hip Hop el lugar que buscaba para expresarse.
“Mientras estaba con mi hija, yo ya estaba escribiendo, ya estaba haciendo rap”, cuenta Dayra. A los 16 años asumió la responsabilidad de ser mamá. Escribir le permitió no alejarse de sus sueños ni perder contacto con la gente de su edad.
Su carrera como rapera comenzó en 2004. Lanzó su primer EP en 2012, al que le sucedieron varios sencillos en los que habla de diversidad, respeto e igualdad. Con el rap, Fyah externa sus emociones, sus desacuerdos, su protesta social.