Observar hacia adentro surge como una necesidad intrínseca al arte; descubrir y plasmar las inquietudes internas, a veces de manera universal, constituye la tarea de los artistas. La capacidad del arte para conmover no sólo se atribuye a las técnicas empleadas, sino también a los códigos culturales compartidos. Durante gran parte del siglo pasado, estos códigos, como las vanguardias europeas que se erigían como dominantes, alcanzaron una difusión prácticamente global.
Contrariamente a las vanguardias europeas, que se erigían como dominantes, Oswaldo Vigas dirige su mirada hacia su tierra y sus raíces, centrándose especialmente en una Venezuela prehispánica que ofrece al mundo una perspectiva única de lo humano, y esta visión está plasmada en el Museo de Arte Moderno.
Oswaldo Vigas, cuyo centenario de nacimiento se conmemora este año, fue un artista moderno que contribuyó a dar personalidad a la escena cultural de su país. Inspirado en los paisajes de su tierra, así como en las tradiciones, historia y mitología, Vigas reconfigura corrientes de su época, como el cubismo o el surrealismo, en arte con una conexión local. Esto le permitió explorar su identidad mestiza a través de pinturas, esculturas y grabados en los que refleja su personalidad.
Con la exposición temporal Oswaldo Vigas: Mirar hacia adentro, se abre la puerta a uno de los artistas venezolanos más representativos del siglo XX. En ella se presentan obras clave de su trabajo que exploran sus intereses artísticos e intelectuales. El diálogo que inaugura Vigas en Venezuela con las raíces precolombinas de su país y las vanguardias europeas de la época es un fenómeno que se da de forma simultánea en muchos países de Latinoamérica.
Carlos Palacios, curador de la exposición en colaboración con la Fundación Oswaldo Vigas, indica que el título de la muestra hace referencia a los artistas que voltearon la mirada hacia la historia y cultura de sus países. Además de las obras de Vigas, se pueden encontrar piezas de artistas como Manuel Alvarez Bravo, Wilfredo Lamb, Carlos Mérida o Rufino Tamayo. Un total de 110 obras de 27 artistas, pertenecientes a colecciones privadas y al acervo del Museo, están en exhibición.
Los núcleos temáticos
La exposición se divide en tres núcleos que muestran diferentes facetas en las que se aprecia la inspiración de Vigas. La primera de ellas, llamada “En Búsqueda de lo Primitivo”, presenta una colección de máscaras africanas que fueron un punto de partida para que Vigas explorara las raíces de su tierra.
“La conexión de Vigas por lo local va a depender de una mirada mucho más amplia e internacional, que es el interés de los artistas modernos por lo primitivo y en este núcleo se introduce esa relación de los artistas con estas manifestaciones que les permitió conectarse con todo este universo imaginativo”, opina el curador.
La muestra está diseñada para transitar de un núcleo a otro, permitiendo apreciar la evolución de la obra de Vigas. “Mirar Venezuela”, el segundo elemento de la triada, revisa la influencia de las culturas prehispánicas en la obra del artista. Se evidencia cómo las representaciones de tradiciones populares se vuelven centrales en su obra.
Un ejemplo es la serie de pinturas inspiradas en la Venus de Tacarigua, una deidad adorada por los indígenas que habitaban los alrededores del Lago de Valencia. La similitud entre el ícono prehispánico y la obra del autor se manifiesta en el centro de la sala, donde una representación de esta figura ocupa el espacio.
Posteriormente se explora la faceta internacional del artista en “Latinoamérica y lo local: Tiempo de mitos y magias”. Esta sección revisa a Vigas y a distintos artistas latinoamericanos que, durante este periodo, se sumergieron en sus realidades locales, aportando una perspectiva distinta a la historia del arte global.
“Vigas representa una especie de brujo que trabaja temas míticos y una temporalidad distinta al arte cinético, que es progresista y está basada en materiales modernos. Vigas y sus compañeros representan un regreso a lo telúrico de América Latina”, apunta Palacios, quien recuerda que el arte de la región se puede entender como las historias locales de artistas que miran su propia historia.
De lo local a lo universal
Durante el último tramo de Mirar hacia dentro, se puede apreciar al pintor y a sus contemporáneos retomar las especificidades regionales y transformarlas dentro de expresiones universales de la pintura debido a sus particulares inclinaciones.
“A él le interesa un arte que tenga raíz local, un arte que se atornille a su lugar. Se identifica como un pintor mestizo y, por tanto, un pintor cuya influencia está en lo local y en lo universal, pero le interesa que la abstracción tenga piso en su tierra, que se relacione con su país, con el paisaje humano y geográfico de Venezuela”, señala Palacios.
Entre los artistas que se encuentran en el último núcleo de la muestra, se pueden encontrar mexicanos como Rufino Tamayo y Carlos Mérida, ambos autores que renuevan un arte que transita de la epopeya revolucionaria hacia un México moderno.
Por último, el curador comenta que el público mexicano conectará con la muestra, ya que la pintura mexicana también transitó por esa misma experiencia desde otros lugares.