La lucha del VIH-Sida en México se narra en la obra de teatro “Breve historia de un virus”

Hace 42 años, el periódico New York Times publicó el 3 de julio de 1981 “un extraño cáncer está matando a homosexuales en el país”, noticia que bien pudo ser escrita desde el desconcierto o temor, pero también revelaba la falta de información sobre lo que hasta el día de hoy la sociedad continúa abordando desde el prejuicio: la enfermedad del VIH-Sida.

La compañía Archivo Escena lleva al Teatro La Capilla Breve historia de un virus, pieza que está hecha de fragmentos que arman un rompecabezas para hablar de la pandemia del VIH-Sida en México.

Los cuerpos de los actores Jorge Luna Wong y Alfredo Orozco, atravesados en su propio devenir hombres-homosexuales-positivos en medio de esa trama social tejida en torno al VIH, desarrollan un documental que da cuenta del fenómeno provocado por este virus.

“Queremos hacer un memorial desde un lugar muy distinto del dolor, que conmemore a los caídos, a toda la gente que murió, que se murió luchando, que vive luchando, que hoy vive con una calidad de vida muy distinta gracias a esa lucha. Queremos celebrar gritando que es intransmisible. El virus asesino es cosa de otro tiempo”, explica Abraham Tari Beltrani, dramaturgo y director de esta pieza.

En entrevista con Reporte Índigo, Tari dijo que llamarla como ‘breve historia’ quizá no le haga justicia, pues hasta el día de hoy persisten el estigma, el miedo y muertes debido a esta enfermedad.

Si bien, a 40 años cambiaron muchas cosas, el dramaturgo comenta que subestimar este tema es un error, porque es una cuestión que no es sólo clínica, sino un fenómeno social muy amplio.

“Pero hay que pensar que esto sucede en México, a nivel mundial sigue habiendo problemas con abastecimiento de medicina. Es un problema que continúa en el tiempo, pero que ya no es tan vendible por los medios. Hay una serie de cosas que hacen inferir que es un tema del pasado”, manifiesta el dramaturgo.

Una lucha por la desinformación

Breve historia de un virus está ligada hacia el papel que han jugado los medios de comunicación en el tema, en cómo los primeros años se referían como “sidoso” a alguien, era sinónimo a “apestado”, en específico a poblaciones más específicas, como los homosexuales, que ha sido una de las poblaciones históricamente señaladas.

“Cuando me hago los chequeos médicos hay una fila de gente aterrorizada, a veces, me preguntan ‘¿qué voy a hacer si tengo sida, cómo le voy a decir a mi familia? Me voy a morir’, y ahí es donde se revela que sigue existiendo una idea del VIH que está superada hace 20 años. Hoy es una enfermedad que le puede dar a cualquiera, que se puede tratar, que hay clínicas especializadas y hay ayuda psicológica”, sostiene Abraham Tari.

Uno de los objetivos de la pieza es que en algún momento esta enfermedad deje de estar relacionada con la exclusión y la estigmatización, pues, por desgracia, aún existe mucha  moralización, discriminación y violencia institucional.

A través del lenguaje escénico se busca la comprensión, el acompañamiento y la reflexión en torno al tema y todos los avances que se han logrado hasta este año.

“Queremos hacer una movilización hacia el espectador y desdramatizar, que la gente no lo vea como un castigo por vivir su sexualidad. No somos una obra que habla de la prevención, somos una obra que dice, si te toca puedes llevar tu vida normal. No sientas más vergüenza, no lo guardes como un secreto, porque no hay nada que esconder”, apunta el director.