Con el cierre indefinido de las salas de cine en diversas entidades del país y un aforo mínimo en las que permanecen abiertas, se siguen sumando las pérdidas millonarias para exhibidores y distribuidoras a causa del COVID-19.
En los pequeños circuitos donde todavía permanecen abiertos los cines, se atrincheran películas mexicanas que habían estado enlatadas o tenían una programación para el año pasado, ejemplo de ello es Los días más oscuros de nosotras, de la directora Astrid Rondero, que recorrió festivales mundialmente entre 2017 y 2018.
Ahora, a tres años de su premier, por fin verá la luz de manera limitada; sin embargo, la realizadora apunta a que el séptimo arte en México peligra, como industria y negocio que sostiene la economía de cientos de familias.
Su película fue realizada con el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine), obteniendo recursos por 10 millones de pesos; ahora este etiquetado ha cambiado a Fomento al Cine (Focine), el cual tendrá 100 millones de pesos asignados en sus convocatorias.
“Ellos argumentaron que los fideicomisos se iban porque había una corrupción tremenda en ellos, no lograron comprobarla, por lo menos en Foprocine. Este dio cientos de películas que llevaron el nombre del cine mexicano tan alto, que hasta la fecha en otros países nos consideran”, afirma Rondero.
En 2019, Foprocine y Fidecine operaban con un estimado de 128 millones de pesos, el Focine quedó institucionalizado en diciembre pasado y quedó asentado que las dos ventanas de Eficine seguirán en vigor con 700 millones de pesos.
“La promesa de la 4T es que se mantiene, pero no igual, ya nos quedó clarísimo que no es el mismo presupuesto, pero se tiene de otra forma, el problema es que, en esta otra forma, no hay garantías de que los siguientes gobiernos vengan a realmente a dar un presupuesto eficaz y justo para la cinematografía”, explica la también guionista.
Con el estreno limitado en salas de Los días más oscuros de nosotras, Rondero ve difícil que se logre recuperar el presupuesto de 10 millones de pesos, pero esto sucede constantemente en más producciones mexicanas, debido a la inequidad de oportunidades de su catapulta en cartelera.
“Las 200 películas de cine mexicano que se producen al año siguen teniendo un problema severo de exhibición, ahora sí que hay una competencia desleal donde no estamos protegidos desde ese lado y eso significa que nuestras películas no llegan a quedarse el suficiente tiempo para que logren recuperar la inversión que se hizo”, expresa.
Fascinación por lo ajeno
Con la ayuda de Lilia Nieto, la directora Astrid Rondero escribió el guión de su primer filme, y aunque ella no es de la ciudad fronteriza, encontró en esa urbanidad un gusto intrínseco por retratar una historia, logrando salir de los lugares comunes y clichés que han permeado a la violencia local.
“A Tijuana la conocí cuando estaba en una etapa formativa del cine, fui a un rodaje allá y me quedé prendada de la ciudad; fue a partir de esa experiencia que me prometí que mi primera película iba a hablar de ahí”, describe la directora.
El mar y la cerca que se adentra en el mismo y la rumorosa, entre otras postales excepcionales, forman parte de esta película, por lo que Rondero considera que la ciudad es un personaje más de Los días más oscuros de nosotras, así que este proyecto estaba destinado a realizarse ahí.
“Cuando me tocó estar en Tijuana, fue para mí estar cerca de una realidad que hablaba mucho de cómo yo me sentía particularmente como mujer, pero que reflejaba algo que no había entendido ni visto, y genera eso una fascinación por la realidad ajena”, agrega la realizadora capitalina.
Por más cine LGBT+
Ana es interpretada por Sophie Alexander-Katz, su tiempo libre se le ve taciturna y perdida entre los bares de la ciudad, de vez en cuando, incluso, en los clubes de table dance, y aunque sólo observa en silencio, ella guarda un deseo ferviente por sentirse correspondida por otra mujer.
Cada vez hay más amplitud hacia realizar filmes en México que hablen de la comunidad LGBT+ y sus problemáticas, aun así, Astrid Rondero considera que se requieren de más ejemplos y ficciones que hablen desde esta vertiente.
“Definitivamente creo que el cine mexicano necesita más cineastas de la comunidad que quieran contar como ellas y ellos ven el mundo (…) El nivel de producción en México permitió que las películas con temática LGBT+ se hicieran cada vez más maduras, y esto significa para mí, que pasamos más allá de contar la historia de la salida del closet”, comenta.
Aunque es predominante el gusto por las mujeres de Ana, también corresponde afectivamente a hombres, lo que hace notable su bisexualidad. Rondero explica que lo que quiso narrar con su personaje era dejar las etiquetas de este escenario y ella prevé que esto sea una normalidad en tiempos cercanos.
“El personaje de Ana lo siento más fluido, como que habla a lo mejor de mujeres y hombres del futuro, donde el tema de la sexualidad no sea algo que nos limite o nos lleve a tener que definirnos, me gusta la idea de la fluidez que tiene este personaje”, puntualiza.