Al levantarse el telón, se despliega un vasto mundo de oportunidades que brindan nuevas perspectivas para apreciar, comprender y experimentar el arte escénico. Entre las diversas opciones disponibles, se destaca el creciente número de producciones dirigidas específicamente al público infantil. Además, se ha modificado la duración de las obras teatrales para incluir a bebés en la audiencia.
Este avance representa un hito significativo para la dramaturga y directora Michelle Guerra Adame, quien durante años ha dedicado su pluma y creatividad a la creación de espectáculos diseñados especialmente para las infancias. En entrevista con Reporte Índigo, Michelle muestra cómo la sociedad está transformando su enfoque hacia la niñez. Ya no son simplemente considerados “el futuro” o “una página en blanco”; ahora se les reconoce como seres presentes y merecedores de atención y respeto.
“Todos tenemos derecho a la belleza y a disfrutar espectáculos hechos con base en nuestras necesidades e inquietudes. Que los pequeños estén en esos espacios públicos representa una acción política y de cambio, porque, al principio había muchos estatus en los reglamentos, los cuales excluían a los niños menores de ocho, por eso también se producían muy pocas cosas para la primera infancia”, comenta la dramaturga, quien para seguir ofreciendo ofertas de calidad para las y los niños lleva al teatro la pieza Soñar, que culmina su temporada este 7 y 8 de octubre en el Teatro Benito Juárez.
Sin butacas y con el diseño de un espacio escénico que invita a vivir el teatro desde otra perspectiva, para las y los pequeños se abre un mundo de sensaciones y estímulos que, además de acercarles a la experiencia teatral, les acompaña para explorar el mundo y hacer valer el derecho al arte.
“Estamos dignificando mucho este momento de su vida, no nada más como el hecho escénico, sino también como seres humanos en ese momento. Estamos generando esa oportunidad de ser vistos, ya no los podrán correr, porque es un espectáculo hecho para ellos y para ellos.
“Sí siento que políticamente se está viendo este espacio, la Secretaria de Cultura está invirtiendo en estos públicos, porque estamos también transformando, no solamente la cara de la cultura, sino también de lo humano”, reflexiona Michelle.
Un mundo para jugar
Estrenada en 2021 bajo las condiciones impuestas por la pandemia, esta nueva temporada de Soñar, que introduce a las audiencias de cero a tres años al campo de los sueños, será estelarizada por Dani Crank y Daniela Dnachés, integrantes de La Gorgona Teatro,
A lo largo de 40 minutos, las intérpretes introducen a los infantes a una dinámica de contemplación e interacción para detonarles el fenómeno de la observación.
“Hay como una cosa truculenta, porque, en realidad, la publicidad no va dirigida a las niñas y a los niños, sino a los padres de familia, a los abuelos, porque la experiencia te conmueve, sentarte con una niña, un niño, abrazarlo, te abre el mundo de contemplar algo, desde una gota en una hoja o cuando llueve; las y los niños te invitan a ver todas las cosas de nuevo por primera vez y asombrarte”, cuenta Guerra.
Además, Michelle invita a considerar el teatro para niños como una experiencia compartida entre generaciones, una oportunidad para que padres e hijos se conecten y se asombren juntos. Esto refuerza la idea de que el arte puede fortalecer los lazos familiares y enriquecer la vida de todos los involucrados.
“Una vez que vives la experiencia, te das cuenta de cómo subestimamos también la inteligencia de las niñas y los niños, cómo creemos que hay cosas que no les van a interesar o les va entretener, que no son capaces de contemplar. Los últimos meses he visto cómo las familias se sorprenden que los pequeños tienen capacidad de entender la obra, que se están haciendo preguntas y hacen comunidad, y ver cómo esta generación está viviendo una nueva oferta”, apunta.
La dramaturga aboga por un enfoque centrado en la infancia y una mayor inversión en espectáculos de calidad para los niños. También destaca cómo el teatro puede ser un refugio y un lugar de aprendizaje para los niños en un mundo saturado de pantallas.
“Las ofertas para jugar libremente en la calle y los parques también se han reducido por la inseguridad de este país, por el adultocentrismo, por no pensar que los espacios también son para las niñas y los niños y no los cuidamos en ese sentido, por eso creo que estos lugares donde se proporciona arte y cultura para las niñas y los niños de esta edad se convierten un refugio, así como para aprender y compartir el mundo”, sostiene.
Michelle también resalta la transformación que ha presenciado en las intérpretes de Soñar a medida que se adaptan a un público tan especializado y cómo aprendieron a comunicarse con ellos. Ella subraya que el silencio no necesariamente significa éxito en una presentación para la primera infancia y que la interacción y participación activa son clave.
En cuanto al proceso de creación de Soñar, Michelle describe cómo surgió la idea durante la pandemia y cómo trabajó en colaboración con un equipo talentoso para desarrollar una pieza teatral que aborda temas como el cielo y el mar y explora la fantasía y los sueños infantiles.
“Los intérpretes son los que más se han transformado en el sentido de, por ejemplo, aprender a reaccionar ante este público tan particular y entender qué es lo que les estás contando, los movimientos y las miradas que realizas para comunicarte, qué hacer cuando se ponen más inquietos o si lloran. Normalmente, la gente no se para, ni quiere comer o hablar. Y acá, para nosotros ha sido entender que el silencio no significa éxito”, cuenta.
Comparte su primera experiencia teatral
Michelle Guerra recuerda su primera experiencia teatral en su ciudad natal, Ensenada, Baja California. A pesar de la falta de teatro en la zona, su vida cambiaría en esa función de una pastorela cuando tenía ocho años. Una de las niñas actuando en la pastorela llamó su atención, generando una conexión inesperada.
“Me acuerdo que vi a esta mujer durante toda la obra, porque me hizo sentir que podía estar ahí; cuando llegamos a casa de los abuelos, yo volví a hacer toda la pastorela con mis primos, al final, ellos se fueron y yo hice una especie de monólogo.
“Es un recuerdo que tengo de la infancia y desde entonces dije que iba a ser actriz, fue un momento mágico, me abstraje de los demás; tardé mucho para hacer teatro, pero desde ahí tuve esa certeza”, narra.