La ‘fórmula secreta’ del Pop
La música moderna es muy ruidosa, suena a lo mismo y no ha cambiado mucho en los últimos años. Esta conclusión no es de un anticuado abuelo gruñón que jamás entenderá por qué sus nietas escuchan a Justin Bieber, sino de un grupo de investigadores –físicos y matemáticos– españoles.
Juan Antonio Zertuche
La música moderna es muy ruidosa, suena a lo mismo y no ha cambiado mucho en los últimos años. Esta conclusión no es de un anticuado abuelo gruñón que jamás entenderá por qué sus nietas escuchan a Justin Bieber, sino de un grupo de investigadores –físicos y matemáticos– españoles.
¿Qué tienen que ver la física, las matemáticas y el análisis de datos estadísticos con la música pop? Hasta hace algunos años, nada. “Measuring the Evolution of Contemporary Western Popular Music” –o “Midiendo la Evolución de la Música Popular Contemporánea Occidental”– es una de los primeros estudios serios que trata de encontrar patrones, tendencias y variaciones a largo plazo en la música popular contemporánea.
La investigación fue publicada en el journal Scientific Reports y es encabezada por Joan Serrà del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA), que forma parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, la tercera institución pública más grande en Europa dedicada a la investigación.
“Encontramos evidencia de una progresiva homogeneización del discurso musical. En particular, obtuvimos indicadores numéricos que muestran que la diversidad de las transiciones entre combinaciones de notas –en términos generales, melodías más acordes– ha disminuido consistentemente en los últimos 50 años”, explicó Serrà a la agencia Reuters.
Esos “indicadores numéricos” los obtuvieron del análisis de más de 464 mil 411 diferentes álbumes de 1955 a 2010 y que están disponibles en la base de datos conocida como “Million Song Dataset”, una colección gratuita que –como su nombre lo indica en inglés– contiene un millón de tracks de música contemporánea. El propósito de esta base de datos que encabeza Thierry Bertin-Mahieux, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Columbia University, es “fomentar la investigación en algoritmos” en torno a la organización, estructura y dinámica de la música.
Volumen, tono y timbre
Los productores han encontrado mediante prueba y error durante décadas, la fórmula para hacer que una canción se vuelva popular. Lo que coloquialmente explicamos como una canción breve, con un sonido pegajoso y una letra cantable, fácil de recordar.
La música pop inunda las estaciones de radio precisamente por eso, porque son breves, populares y atraen la atención de la mayoría de los radioescuchas fácilmente. Podríamos decir que escuchar música pop es casi como ver televisión: no representa un mayor “reto” para la audiencia, la escuchamos de manera pasiva y sin mayores complicaciones, se nos queda pegada y la disfrutamos naturalmente.
La crítica científica, basada en los patrones y tendencias que encontraron en las grabaciones de 1955 a 2010, podría parecer más dura que la crítica musical que se hace en publicaciones especializadas.
Según el estudio, la “evidencia apunta hacia un importante grado de convencionalismo, en el sentido de bloqueo o no-evolución, en la creación y producción de música contemporánea occidental. Por lo tanto, desde una perspectiva global, la música popular no muestra tendencias claras ni cambios considerables en más de 50 años”.
Esta conclusión está sustentada en el análisis de las descripciones disponibles que cubren “tres facetas primarias y complementarias de la música” en la base de datos de las más de 464 mil canciones: volumen, tono y timbre.
Por volumen se refiere a la percepción que tenemos de “amplitud de sonido”, al volumen intrínseco de origen (no al volumen que nosotros podemos manipular). El tono corresponde al “contenido armónico de una pieza, incluyendo los coros, la melodía y los arreglos tonales”. Y el timbre se refiere al “color de sonido, textura o calidad de tono”.
Al respecto, el estudio ve tres importantes tendencias en la evolución del discurso musical: 1) la restricción en las secuencias de tono, en donde los datos demuestran que cada vez hay “menos variedad en las progresiones de tono”; 2) la homogeneización de la paleta de timbres, “con timbres frecuentes que son cada vez más frecuentes”; y 3) crecientes niveles de volumen, lo que “amenaza con una riqueza dinámica que se ha conservado hasta hoy”.
Fórmula reciclada
Quizá una de las críticas más grandes que hacemos de manera indirecta al escuchar una nueva canción en la radio, es cuando pensamos “¿dónde había escuchado eso antes?”.
En el pop, no hay mucho espacio para la innovación. La frontera de lo novedoso está muy estrecha y los productores juegan en un lado de la cancha muy conocido y gastado.
Inconscientemente, a lo largo de los años ese ha sido nuestra “zona de confort” musical: son mínimas las variaciones y al oído no entrenado, producen una sensación de familiaridad que es fácil de entender, retener y reproducir.
“Esto nos lleva a conjeturar que una vieja pieza de música popular podría ser percibida como ‘nueva’ al seguir esencialmente estas pautas. De hecho, informalmente es conocido que un ‘seguro’ camino para contemporizar tracks de música populares es grabar una nueva versión de una pieza existente con los medios actuales, pero sin alterar la ‘semántica’ principal del discurso”, concluye el estudio.
Es decir, nuestra percepción de lo “nuevo” en la música pop depende esencialmente en identificar ciertas secuencias de tono, timbres modernos y volúmenes más altos. Esto no ha cambiado en 50 años: solo que ahora las canciones pop suenan más fuerte y son más blandas en acordes, melodías y tipos de sonido.