La culpa hace al líder
Imagina que estás en la fiesta de inauguración de la nueva casa de un amigo, cuando de repente derramas una copa de vino tinto sobre su alfombra blanca. ¿Sentirías culpa o vergüenza? Tu forma de reaccionar dependerá del sentimiento que experimentes.
Hemos aprendido que la culpa es una emoción negativa, pero hay psicólogos que lo ven desde otro punto de vista: realizar una acción sobre algo que creemos que hicimos mal depende de qué tan susceptibles somos a experimentar este sentimiento de culpa.
Rocío AguileraImagina que estás en la fiesta de inauguración de la nueva casa de un amigo, cuando de repente derramas una copa de vino tinto sobre su alfombra blanca. ¿Sentirías culpa o vergüenza? Tu forma de reaccionar dependerá del sentimiento que experimentes.
Hemos aprendido que la culpa es una emoción negativa, pero hay psicólogos que lo ven desde otro punto de vista: realizar una acción sobre algo que creemos que hicimos mal depende de qué tan susceptibles somos a experimentar este sentimiento de culpa.
Y es justo esto lo que podría marcar la diferencia entre tratar de limpiar la mancha de la alfombra o esconderla para que nadie se dé cuenta.
Aunque muchas veces se puede confundir con la vergüenza, la principal diferencia es que después de hacer algo mal, las personas que se sienten culpables quieren hacer algo para remediarlo, mientras que los avergonzados se sienten mal acerca de ellos mismos pero no corrigen sus errores.
Según expertos de la revista Current Directions in Psychological Science, hay diferencia entre la culpa y la propensión a sentirse culpable; mientras que la primera es la sensación de remordimiento cuando se ha hecho algo mal, lo segundo es la anticipación a sentir culpa incluso antes de que se haya realizado la acción.
Aunque estas percepciones también varían dependiendo de la cultura en la que vivas: en un estudio realizado en 1946, la antropóloga Ruth Benedict hace una distinción entre “culturas con vergüenza” como Japón y China, y “culturas con culpa” como Estados Unidos.
Y aunque la distinción causó controversia cuando fue propuesta por Benedict, algunos estudios han demostrado que en esas culturas la vergüenza puede ser un catalizador para realizar acciones positivas. Por ejemplo, una investigación realizada en Hong Kong encontró que los gerentes chinos utilizaban la vergüenza para resolver conflictos, mientras que otro estudio realizado en Estados Unidos concluyó que los gerentes de ese país utilizaban la vergüenza para castigar a los empleados.
Pero investigaciones recientes en EU han demostrado que es el sentimiento de anticipación a sentir culpa lo que hace que las personas lleven a cabo acciones para tratar de remediar lo que hicieron, o que incluso dejen de hacer cosas para evitar sentirse culpables más adelante.
“Esta emoción es muy incómoda y es algo de lo que generalmente queremos deshacernos, pero este impulso por reducir este sentimiento es lo que de hecho puede llevarnos a actuar de manera positiva”, dice Rebecca Schaumberg, autora de uno de estos estudios, realizado en Stanford.
Taya Cohen, de la Universidad Carnegie Mellon, investigó la correlación entre la propensión a sentir culpa y la ética. Encontró que las personas con alta propensión a sentir culpa –comparados con aquellos con baja– hacían menos decisiones de negocios poco éticas, cometían menos conductas delictivas y se comportaban de manera más honesta al tomar decisiones económicas.
Además, según este trabajo, aquellos que son más propensos a sentir culpa tienden a ser más empáticos, ver las cosas desde la perspectiva de otros y consideran más las posibles consecuencias de sus actos. Mientras que los menos propensos a experimentar este sentimiento tienden a ser vistos como poco confiables e intolerantes. Según Cohen, estos hallazgos son relevantes a la hora de seleccionar compañeros, no solo en el mundo de los negocios, sino también para la vida personal. “Puede ser conveniente, a la hora de buscar amigos y amantes éticos, tener en cuenta la propensión al sentimiento de culpa”, dice.
Culpa en el trabajo
En el ambiente laboral, estos empleados son menos propensos a engancharse en comportamientos que puedan dañar a la empresa.
En la investigación de Stanford, dirigida por Rebecca Schaumberg y Francis Flynn, profesor de comportamiento organizacional de la escuela de negocios Paul E. Holden de la universidad, se hicieron tres diferentes experimentos a 520 personas. En cada uno de estos se les aplicaron pruebas de personalidad en línea a los participantes, para medir su tendencia a sentir culpa o vergüenza, entre otros rasgos.
De acuerdo a los resultados, los empleados con tendencia a experimentar sentimientos de culpa son lo mejor que le puede pasar a una empresa, pues trabajan más y son más organizados.
Otro hallazgo sorprendente fue que estas personas aceptan mejor los despidos y también son buenos para despedir a otros.
“Las personas propensas a sentir culpa generalmente tienen un fuerte sentido de responsabilidad por los demás, y es esa responsabilidad lo que hace que otras personas los vean como líderes”, dice Schaumberg.
En otra de las tres pruebas, se les pidió que completaran tareas grupales en las que tenían la oportunidad de hacerse cargo, pero no tenían ningún incentivo real. Quedó claro que entre más alto era el nivel de sentimiento de culpa, había mayor probabilidad de que esa persona fuera vista como líder en la actividad.
Los investigadores también examinaron las calificaciones sobre el desempeño de algunas personas en puestos de dirección reales. Encontraron que aquellas personas con esta característica fueron a menudo juzgadas por sus compañeros y subordinados como líderes efectivos.
Aunque este estudio está más enfocado al mundo laboral, sus resultados también pueden aplicarse a otras acciones que realizamos en el día a día.
El poder de la vulnerabilidad
Brené Brown, de la Universidad de Houston, ha estudiado durante más de una década los sentimientos de vulnerabilidad, coraje, autenticidad y vergüenza. Su plática en TED es de las más populares y eso se debe a que todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido vulnerables. Brown lo que hace es darle un giro a este sentimiento para afirmar que la “vulnerabilidad es nuestra medición más precisa de coraje (…) la cuna de la innovación, la creatividad y el cambio”.
Mundo vulnerable
Plática de Brené Brown en TED
La culpa hace al líder
Según los estudios realizados por Rebecca Schaumberg y Francis Flynn de la escuela de negocios Paul E. Holden de Stanford, estas son algunas características que presentan las personas que son más propensas a experimentar sentimientos de culpa:
— Mejores líderes.
— Más trabajadores.
— Más altruistas y dispuestos a ayudar a otros.
— Más comprometidos con la empresa.
— Capaces de ver el panorama completo.
¿Quién se siente más culpable?
— Las mujeres son más propensas a experimentar sentimientos de culpa: 45 por ciento de las encuestadas fueron evaluadas como propensas a experimentar estos sentimientos, contra 30 por ciento de los hombres.
— Las personas mayores son más propensas a experimentar estos sentimientos que los jóvenes.
— Existe una débil correlación que sugiere que los creyentes son más propensos a este sentimiento que los no creyentes. Sin embargo, no se ha encontrado una diferencia real que indique esto entre las diferentes religiones.
*Fuente: Taya Cohen, Carnegie Mellon University