“En solidaridad con mis compatriotas que están luchando para encontrar comida para llevar a casa, voy a comenzar un ayuno voluntario por el clima”, dijo Yeb Sano, máximo representante de la delegación filipina, durante la jornada de inauguración de la 19ª Cumbre del Clima de las Naciones Unidas con sede en Varsovia, Polonia.
“Esto significa que voy a abstenerme de ingerir comida durante esta cumbre, hasta que se vislumbre un resultado significativo”, agregó.
El tifón “Haiyan” que azotó Filipinas desde el pasado viernes ha dejado un saldo de al menos 10 mil muertos, miles de huérfanos y desaparecidos. La catástrofe que está atravesando el país, producto de un “fenómeno climático extremo”, apuntó Sano, “es una locura. La crisis climática es una locura. Y podemos pararla aquí mismo en Varsovia”.
Sano agregó que su país se niega a aceptar que tengan que llevarse a cabo 30 o 40 conferencias más para solucionar el problema del cambio climático. Se niegan a aceptar, expresó, que huir de las tormentas, sufrir la devastación y la miseria, contar a los fallecidos y evacuar a las familias se convierta en un estilo de vida.
“Debemos dejar de llamar ‘desastres naturales’ a estos eventos”.
Este discurso será lo que seguramente defina el rumbo de las próximas negociaciones entre los 190 países que se reunirán en la cumbre que finaliza el próximo 22 de noviembre.
El objetivo es llegar a un acuerdo multilateral para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y el reto es que dicho pacto se establezca en 2015, para aplicarse en 2020.
Como alegó Christina Fegueres, secretaria general de la ONU para el Cambio Climático, a propósito de los resultados del reciente informe científico del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas: “este es el momento de luchar contra el cambio climático, ni mañana, ni pasado. Ahora”.