Arqueoastrónomos registraron el pasado 15 de diciembre, fecha del solsticio de invierno 2024, un evento astronómico sin precedentes que revela que el conjunto arquitectónico de La Ciudadela, en Teotihuacan, fue diseñado para alinearse con los tres astros que permitieron medir el tiempo prehispánico: el Sol, la Luna, y Venus.
El complejo arquitectónico, en cuyas entrañas se ubica el túnel de la Serpiente Emplumada, fue objeto de observación hace unos días por parte de los arqueólogos Aarón González y Arturo Montero, quienes confirmaron que ese espacio prehispánico marca con precisión el ciclo metónico de la luna llena, previo al solsticio de invierno.
Según los expertos, este fenómeno ocurre solamente un día cada 19 años, por lo que sus registros son trascendentales para confirmar que los teotihuacanos fueron unos eruditos de la observación astronómica.
El ciclo metónico, asegura el arqueoastrónomo Arturo Montero, de la Universidad del Tepeyac y colaborador externo del INAH, fue un estandarte de Grecia y Babilonia y comprende un periodo de 6940 días.
En la antigua Mesoamérica, refiere, ese fenómeno astronómico ya lo conocían los mayas, ya que hay registros plasmados en la “Estela A” de Copán (Honduras). También aparece registrado en la página 52 del Códice Dresde.
Sin embargo, no se había reconocido arquitectónicamente, como ahora se demuestra en La Ciudadela de Teotihuacán.
“Es extraordinario cómo el Sol y la Luna se conjugan con la arquitectura para marcar un suceso que sólo se aprecia cada 19 años (un ciclo metónico), y que felizmente pudo ser registrado en fotografía y video el pasado domingo 15 de diciembre”, anunciaron los arqueólogos en un comunicado.
La próxima vez que se repita esta alineación será hasta el 15 de diciembre de 2043.
¿Cómo se usaba el ciclo metónico?
Los arqueólogos refieren que este hallazgo se da luego de seis meses de observaciones y registros en la Pirámide de la Luna, en Teotihuacan.
En junio de 2024 sus investigaciones demostraron cómo los vértices de esa gran pirámide se alinean cada año con el solsticio de verano al amanecer y el solsticio de invierno al ocaso.
Ahora, mientras los arqueólogos hacían sus registros para la Pirámide del Sol y La Ciudadela, encontraron que ésta última tiene un diseño arquitectónico vinculado a la observación astronómica.
De acuerdo con sus resultados, “los vértices externos de La Ciudadela se alinean con los lunisticios mayores, mientras que los vértices internos se alinean con los solsticios, y los vértices de los templos pequeños y el Templo de la Serpiente Emplumada se alinean con los venusticios; exponiendo que es un complejo arquitectónico lunar, solar, y venusino”.
Arturo Montero explica que el ciclo metónico de la luna posiblemente servía a los teotihuacanos desde el siglo II para ajustar el calendario con una precisión que erraba apenas en 2 horas cada 19 años, a diferencia del calendario Occidental, que llegó a estas tierras 14 siglos después, y que mostraba 10 días de error. Un dato que confirma que los antiguos mesoamericanos lograron de manera magistral entender el tiempo a través de los astros.