La ciencia está de luto al despedir a Ruy Pérez Tamayo
El patólogo Ruy Pérez Tamayo falleció a la edad de 97 años. Este académico se destacó por publicar ensayos históricos y artículos de divulgación, además de pertenecer a la Academia Mexicana de la Lengua y haber ganado el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1974
Hidalgo NeiraTampiqueño de nacimiento, pero mexicano en toda su extensión, Ruy Pérez Tamayo fue un soñador desde niño. Aspiraba a ser músico y seguir las huellas de su padre, aunque también tenía el deseo de ser historiador, escritor, viajero y científico.
Todas estas metas las logró el médico patólogo que alcanzó los más altos grados académicos y reconocimientos, debido a su ardua labor de investigación en el terreno de la inmunología.
Su trabajo en el ámbito de la investigación biomédica dio grandes frutos dentro la medicina. Entre sus logros más destacados se encuentran la descripción del efecto de la metionina en la cicatrización de las heridas, la identificación de padecimientos como la aterosclerosis, los tumores del corazón y pericardio, y el carcinoma primario del hígado, entre otros.
Los aportes mencionados le consiguieron con el tiempo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales en 1974, por parte del Gobierno Federal mexicano; y el Premio “Luis Elizondo” por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en 1979. Su alma mater, la UNAM, le concedió el Premio “Aída Weiss” en 1986 por su investigación en cáncer, a través de la Coordinación de la Investigación Científica; y las preseas continuaron.
A Ruy Pérez Tamayo, después de casi 60 años de ser docente, se le nombró profesor emérito. Cuando ingresó a El Colegio Nacional, en 1980, dio el discurso Un fantasma en el siglo XX, en el que reflexionó acerca de la labor filosófica y médica del francés Georges Canguilhem y en 1986 fue elegido como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Más de 100 artículos de divulgación y 70 libros científicos forman parte de su bibliografía personal, que inició a muy temprana edad, porque escribió guiones radiofónicos.
El científico también tenía un gusto intrínseco por la enseñanza, incluso, desde antes de graduarse de la Escuela Nacional de Medicina, ya impartía clase a sus compañeros de tercer semestre, cuando él apenas cursaba el quinto.
Esta pasión que fue parte de él lo llevó a recorrer el mundo impartiendo cátedra en universidades de Colombia, El Salvador, Nicaragua, Perú, Guatemala, Venezuela, Costa Rica y Estados Unidos, entre otras tantas.
De sus últimas publicaciones se encuentra Diez razones para ser científico, de 2013, en la que el doctor manifiesta: “son para no tener jefe, para no tener horario de trabajo, para no aburrirse, para hacer siempre lo que nos gusta, para usar mejor el cerebro, para que no nos tomen el pelo, para hablar con otros científicos, para aumentar el número de científicos en México, para estar siempre contento y para no envejecer”.
A sus 97 años, Pérez Tamayo dejó el mundo terrenal el día de ayer, en Ensenada, Baja California, acompañado de su familia, así lo dio a conocer en un comunicado El Colegio Nacional y la Academia Mexicana de la Lengua.