Hay ciertos productos que con el sello de “hecho en México” le han dado un lugar privilegiado al negocio de las exportaciones en el país. Cuando se habla de los alimentos que los mexicanos venden a los extranjeros es común pensar en elementos mainstream como el aguacate, que domina el 46 por ciento del comercio global, el tequila, cuyas ventas al extranjero generaron 817 millones de dólares (hasta 2014), o bien la “chela”, esa bebida que exporta 2.4 mil millones de dólares en productos, de acuerdo a la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Sin embargo, la carne es la gran estrella de los productos “hechos en México”, ya que en la última década su comercio registró un aumento de 238 por ciento.
Ese incremento en las ventas de productos cárnicos mexicanos representó un total de mil 669 millones de dólares en ganancias, hasta diciembre de 2016.
Se estima que esa cifra, al cierre de este año, será de 360 mil toneladas (equivalente a mil 760 millones de dólares), según la Asociación Nacional de Establecimientos TIF (ANETIF).
El 95 por ciento de las exportaciones de carnes de res mexicana se realiza hacia Estados Unidos, Japón y Canadá.
Los estados con mayor producción de carne son Veracruz, Jalisco, Puebla, Sonora, Chiapas, Yucatán, Aguascalientes y Durango.
Sí es nutritiva
Entre las ventajas de consumir carne roja destacan:
> Aumento de proteínas, vitaminas y minerales
> Reducción del riesgo de padecer anemia
> Con medida, mejora la masa muscular, produce anticuerpos y fortalece el sistema inmune
De aquí para allá
Independientemente de la polémica que se desató en octubre de 2015 porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre el aumento en el riesgo de padecer cáncer si se come carne roja y procesada con frecuencia, consumir este alimento ha ido a la baja en México.
Tal vez el país exporte cada vez más carne, pero ha consumido menos de este producto en los últimos ocho años. En este lapso de tiempo, dejaron de comer 4 kilos de carne de res menos al año, según la Asociación Mexicana de Engordadores de Ganado (AMEG).
Aún así, el 22.6 por ciento del gasto en los hogares mexicanos corresponde a la compra de carne, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Además, de acuerdo a estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para el año 2024 disminuirá el consumo de carne de res un 2 por ciento, a nivel mundial.
¿Y el cerdo apá?
Si de tenerle “miedo” a la carne se trata, la mayoría le rehúye a la de cerdo, por el temor a contraer infecciones como cisticercosis, cuyos parásitos –de los tejidos en los quistes larvarios porcino– afectan el cerebro, los músculos y otros órganos del ser humano. La cisticercosis es la causa principal de epilepsia en los adultos de los países de bajos ingresos.
Se le debe tener respeto, más no pavor a un delicioso chicharrón prensado o un platillo que contenga cochinita pibil, ya que como dice la académica de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, María Salud Rubio Lozano, “es necesario desmitificar el consumo de la carne de cerdo”, que es una rica fuente de proteínas, vitaminas y minerales.
Lozano añade que se ha demostrado científicamente “que la grasa de cerdo es mejor en comparación con la de otros animales (res, cordero, cabra y aves), pues es la más insaturada y, por lo tanto, la más benéfica para el organismo porque no aumenta los niveles de colesterol malo, y existen estudios que ofrecen evidencia de que con 100 gramos de carne al día se consigue el aporte necesario de nutrientes”.