La cárcel es un libro abierto, Prosopopeya de Mixar López
En Prosopopeya. La voz del encierro, Mixar López, originario de Zihuatanejo, Guerrero, narra en catorce crónicas carcelarias un resumen de todo lo vivido
Karina CoronaEl primer encuentro de Mixar López con el narcotráfico fue a través de su papá, un linaje y una especie de herencia, en la cual, decidió incursionar desde joven. Esto marcó un antes y un después en su vida, pues a los 20 años de edad, al ser descubierto por transportar mariguana, vivió en carne propia la sentencia de estar 10 años en el Centro de Reinserción Social (Cereso).
El haber permanecido bajo prisión durante tanto tiempo, fue para Mixar un aprendizaje, una forma de encontrar en las letras y la cultura su sanación, de llevarlo al límite, de expulsar y exorcizar sus demonios.
En Prosopopeya. La voz del encierro, el originario de Zihuatanejo, Guerrero, narra en catorce crónicas carcelarias un resumen de todo lo vivido. Páginas plagadas de olores, rostros del rock and roll, melodías, citas literarias de la Generación de La Onda, e incluso miedos. Se tratan, explicado por el mismo autor, de “letras que desea rompan las ventanas de las cárceles de todo el país, que rompan mentes, grilletes, candados, pilares y barrotes y que rediman a quien tenga que redimir y ser liberado”.
Para el también colaborador de Nexos y Juguete rabioso, la cárcel fue su universidad, la manera de conocer gente que salvó su vida: “Fueron muchos aprendizajes, me enseñó a ser más fuerte, a ser más sensible, a llorar y a perdonar”.
A través de las páginas se conocen los momentos más íntimos de Mixar López, la crudeza del encierro y los demonios que pueden poseer a un ser humano. Pero, también, es un retrato fiel y sincero de quiénes estuvieron con él: “traté de humanizar a mis personajes porque marcaron mi existencia, mi pasado, presente y futuro”. Así podemos conocer a “El Marquitos”, por quien se acercó al ajedrez, al arte, la literatura y la música barroca.
Mixar, quien define su estilo como un realismo sucio, obtuvo su libertad abstracta gracias a “Prosopopeya”, libro editado por Gato Blanco y con el cual, cuenta, saldó su deuda con la sociedad: “El día que se estrenó mi libro alcancé mi libertad física, mental y espiritual. Mi libro está liberado, yo estoy libre. No tengo ningún tipo de reminiscencia hacia dentro”.
La publicación, que cuenta con las ilustraciones de Óscar Carmona, también dedica un mensaje al sistema penitenciario mexicano:
“La rehabilitación como método de castigo en una cárcel, hablando geográficamente, es un mito. Mientras que derechos humanos sean parte del gobierno, y vayan a hacer una licitación dentro de la cárcel, cuando eso se acabe, todo será una utopía”, agrega el autor.
Una parte fundamental para el autor es llegar a un público de clase media baja: “Quería que fuera hacía ese tipo de sector, y afortunadamente me están leyendo. Tenemos que volver a la literatura amable y legible, que esté sazonada con cultura y que sea al ras del piso, que tenga esos matices del barrio, del pueblo, de la costa y con modismos.
Actualmente López se encuentra en Iowa, Texas, lugar donde está pasando el confinamiento: “No quiero ser abusivo por lo que estamos viviendo, pero el encierro que se vive va muy ad hoc con la temática del libro. Yo estoy girito, ya tengo el bagaje del encierro, yo aguanto así otro año, pero es tremendo estar encerrado”.