La cama familiar; beneficios del colecho

Compartir la cama con los hijos desde que son bebés no siempre es una decisión fácil, ni la más cómoda, pero los beneficios del cohecho superan los inconvenientes
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Pese a que las madres y abuelas recomiendan constantemente a los nuevos padres no dormir en la misma cama con los hijos, especialmente si estos son bebés pequeños o recién nacidos, realizar colecho desde los primeros días resulta altamente beneficioso para los futuros adultos.

Colechar no es sólo compartir la cama familiar, médicos pediatras neonatólogos consideran que compartir el mismo espacio al dormir, aunque cada uno duerma en un espacio distinto, ofrece aspectos positivos a la familia, como evitar la muerte súbita del lactante.

Otro de los beneficios es que la cercanía privilegiará la lactancia materna.

El apego seguro, una regulación mejor de la temperatura corporal y una mejor adaptación al mundo son algunas de las ventajas que ofrece compartir la cama con los pequeños del hogar.

El cohecho y sus beneficios

Además de los beneficios enumerados anteriormente, como la protección ante la muerte súbita del lactante, compartir el sitio de descanso con los hijos, o al menos la misma habitación, protege al bebé de otros factores como ahogamientos u otros problemas que pueden presentarse durante la noche.

Una mejor atención a sus necesidades alimenticias, en promedio los lactantes deben recibir leche cada 2 horas, hacer más fácil la transición del útero al mundo exterior y privilegiar la lactancia materna, complementan las “ganancias” obtenidas por el recién nacido que comparte espacio con sus padres.

Aunque el mínimo de edad recomendada para cosechar con los hijos es de los 0 a los 6 meses, la Academia Americana de Pediatría eleva hasta el primer año este mínimo.

El contacto piel con piel entre la madre y el hijo recién nacido ayuda a que la madre regule la temperatura de este, por ejemplo, si el bebé está frío el pecho de la madre aumenta dos grados para calentarle, y viceversa. Se trata de un fenómeno llamado “sincronía termal”.

Estar cerca de la madre y el padre durante las horas de descanso estabiliza los niveles hormonales, ritmo cardiaco, la respiración, refuerza el sistema inmunitario y la producción de enzimas.

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El cohecho y la lactancia materna guardan un estrecho vínculo, pues un bebé que permanece cerca de su madre tiene que llorar menos o nada para demandar el preciado alimento.

También favorece el descanso de la madre, quien al no tener que pararse par tomarlo de la cuna y ofrecerle pecho hasta que se duerma y luego regresarlo a su lugar de descanso, puede permanecer acostada mientras le ofrece seno al bebé.

Hacer más cómoda y eficaz la lactancia para el binomio participante, ayuda a que esta se extienda más allá de los dos años mínimos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sentir la cercanía de papá y mamá hará que el neonato enfrente con mayores herramientas emocionales el trauma del nacimiento, pues encontrará más satisfecha su necesidad más primitiva de protección y contacto.

Un hijo que se sienta seguro y protegido durante sus primeros años de vida desarrollará una mayor inteligencia emocional, basada en la autoestima y la confianza en sí mismos.

Los niños que duermen acompañados tienen a despertar menos durante la noche o en caso de que tengan estos despertares, logran retomar de manera más rápida el proceso de sueño profundo.

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