Entre rituales, conchas de armadillo y la profundidad de la noche, nació La Bruja de Texcoco, gracias a un curandero de este municipio del Estado de México, quien le aseguró al tomarle de sus manos que ella era una mujer bruja.
Fue la primera vez, recuerda la cantante, que alguien se refirió a su feminidad sin insultarla ni ofenderla, a partir de ese momento Óscar Mendoza comenzó su transición, a mostrar verdaderamente quien es, a portar con orgullo su huipil muxe de mil colores, externar su amor por la cultura y herencia mexicana, para cantarle a la libertad, al amor y al respeto por el prójimo.
Sin embargo, la originaria de la Ciudad de México relata que no fue un camino fácil rechazar su masculinidad, pues, a pesar de que existe en el país el mensaje de “sé quién quieras”, también existen estereotipos y una cultura machista muy arraigada.
“Ha sido un proceso largo, un camino, no te puedo mentir, difícil, de mucho sacrificio, pero está lleno de gratitud, hay muchas oportunidades para crecer y de aprendizaje. Al final de todo no importa dónde esté parada, para mí es una bendición poder transmitir lo que yo siento a través de mi música y que las personas vibren conmigo, eso es algo muy bello que me ha enseñado todo esto, porque La Bruja está donde se encuentren mis amigos, la gente que quiero”, comparte la intérprete a Reporte Índigo.
Parte del problema, relata La Bruja, es que a la sociedad se le complica deconstruirse para volverse a construir, pues no existen referentes en la comunidad LGBTTTIQ para poder relacionarse.
Además, detalla, no existe la suficiente información sobre cómo es que se debe entender la otredad, cómo “funciona el otro” y, por ende, en qué momento lo privado se vuelve un tema político.
“En México estamos muy educados con una heteronorma que nos lastima todo el tiempo, lamentablemente seguimos patrones de conducta muy violentos que están tan encarnados en todas y todos los mexicanos. La comunidad LGBTT+ tenemos la oportunidad de relacionarnos y crear espacios seguros, que no nos afecte y violente, pero no lo estamos logrando, porque tú no puedes decir que eres abiertamente luchador o que estás en contra del machismo, cuando también lo practicas, de eso nadie se salva”, opina.
Amor en cuarentena
A través de sus canciones, la intérprete busca romper este círculo contra las actitudes machistas, invita la gente a luchar desde su trinchera para promover una cultura libre y sin prejuicios. Como parte de esta propuesta, en su nuevo disco Tepari, el cual será parte de la trilogía Breve historia de amor de cuarentena, narrará los tres momentos del enamoramiento.
La primera canción se titula “Un sueño”; la segunda “Tepari”, palabra purépecha que significa “gorda”, habla sobre la incertidumbre de no saber qué pasará, y la tercera cuando “todo vale madres” y se ruega por un amor no correspondido. Lanzar este disco refleja un momento de aprendizaje que vivió durante el Año Nuevo en Michoacán y que le permitió reflexionar sobre la frase “caer como gorda en tobogán”, de “aventarse”, o no, a tener una relación sentimental y sobre los procesos que representa el amor, sus riesgos y enseñanzas.
En comparación con su primer álbum De brujas, peteneras y chachalacas, cuyas canciones, en su mayoría, hablaban sobre su historia personal, su transición, la magia y la feminidad, Tepari contiene 14 piezas inéditas, como la chilena “El diablo y la bruja”.
“La Bruja le canta al amor y al desamor, no pueden faltar estas canciones, de cantarme a mí misma, como Chéni, y otras para toda la gente. El disco anterior sigue tomando su cauce, aunque no es muy común ni comercial; sin embargo, me adapté más a las canciones que la gente escucha, cortas, más dinámicas, con mensajes comunes, si no funcionan, me regreso a cantarle a las montañas”, detalla.
‘La música es un privilegio’ para La Bruja de Texcoco
La primera vez que pisó un escenario fue durante una fiesta, donde contrataron a su papá para tocar música tropical, cumbia y salsa, compartir el escenario junto a él la marcó para saber que éste sería su lenguaje, y la motivó para tomar clases y estar en una orquesta sinfónica, en escuelas de música clásica y estudiar en una escuela de música mexicana, junto a su maestro Mario Barradas.
“Yo nunca busqué y dije ‘voy a ser la travesti más famosa’, yo siempre estuve en los escenarios, desde niño estaba consciente que me quería dedicar a esto, aunque lamentablemente en México y muchos países de Latinoamérica, la música y artes son un privilegio, no cualquiera puede vivir de estas cosas, porque sí necesitas mucho dinero”, opina.
Luego de tener la oportunidad de estar en distintas escuelas de música, se dio cuenta que sus verdaderos conocimientos fueron adquiridos en los viajes, visitando las comunidades, conviviendo y tocando junto con ellas; además haber estado en un mariachi, fueron los caminos que la llevaron a tener la certeza que, con La Bruja, su voz estaría acompañada por el folclor y la música tradicional mexicana, a pesar de todos los obstáculos que ha tenido que sortear.
Incluso, ahora con la pandemia, después de haber enfrentado esta barrera, la cual puso en pausa una gira que había comenzado por Europa, en distintos estados de la República Mexicana y un Vive Latino, no la detuvo; además, se enfrentó al COVID, pudo sacarle provecho y dejarle muchas enseñanzas, las cuales están plasmadas en sus canciones.
“Este año fue difícil en relación a la salud y muchas cosas; de hecho, me acuerdo que me decían que, a los 33 años, la edad de Cristo, era un número importante y que me ‘iba a tocar’, y sí fue de muchos putazos, con razón lo crucificaron a esta edad, quedé crucificada, pero he estado bien. Ahora me doy cuenta de los madrazos donde me estoy metiendo, que es un desmadre, no obstante, estoy segura que sí lo quiero, me voy a morir haciendo música”, puntualiza La Bruja de Texcoco.