Kanye West no es perfecto (por si lo dudaban, les recuerdo que anda con Kim Kardashian).
“Cruel Summer”, la compilación del talento dentro de su disquera G.O.O.D. Music, tampoco lo es.
Las expectativas eran demasiado altas dado el doble golpe de “My Beautiful Dark Twisted Fantasy” y “Watch The Throne”. Pese a que tiene buenos momentos, simplemente era imposible que “Cruel Summer” llegara a esos niveles. Y sí, en ellos la presencia predominante es la de West.
“New God Flow”, la mejor canción del disco, es el ejemplo perfecto de esto. En el track Kanye admite –con cero modestia o total honestidad– estar viviendo el sueño de Martin Luther King, Rodney King y Notorious B.I.G. juntos. En su psique ser líder “underdog” y estrella de rap no son mutuamente excluyentes. Se puede ser todo al mismo tiempo. Creo que eso sucede cuando eres el último artista de color en aparecer en la portada de TIME.
Como en cualquier trabajo en equipo –en el caso de “Cruel Summer”, un equipo de más de una docena de artistas–, solo un par acaban haciendo la mayoría del trabajo.
Esto no quiere decir que el disco no tenga sencillos exitosos. “Mercy” ya lo fue durante el verano en Estados Unidos al tomar un frase de “dancehall” jamaiquino para servir como plataforma sónica para acuñar el término “assquake”. Sin duda una loable contribución al vernáculo “hip hopero”.
“Don’t Like”, la canción que cierra el disco, es lo más cercano a un posible éxito populista como “Niggas in Paris”. Ideal para un viernes en la noche.
Kanye siempre estará obsesionado en tratar de hacer el mejor disco por el bien de la cultura pop. Algo loable, pero un sueño casi imposible cuando para lograrlo necesita que toda su familia extendida –de Pusha-T a John Legend– lo haga al mismo tiempo.