Hoy, 7 de septiembre, es el aniversario luctuoso número 75 de José Clemente Orozco, uno de los más grandes exponentes del muralismo mexicano y pilar fundamental de la plástica nacional.
Orozco nació en Ciudad Guzmán, Jalisco, el 23 de noviembre de 1883, y junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, conforma el trío icónico del muralismo que definió una era. Su obra es un reflejo visceral de un México marcado por la injusticia, la desigualdad y la corrupción.
A diferencia de sus contemporáneos, el jalisciense abordó los temas sociales desde una perspectiva universal, lo que le permitió que su obra fuera reconocida tanto a nivel local como internacional.
El acervo del pintor en la Red de Museos del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL) es impresionante. Con más de mil obras en su colección, la mayor parte de ellas está en exposición constante, incluyendo murales emblemáticos en el Palacio de Bellas Artes, así como una serie de pinturas en formatos diversos en el Museo de Arte Carrillo Gil, el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Arte.
¿Te has preguntado alguna vez cómo se desarrolla un mural?
Descúbrelo en nuestra próxima exposición “Apoderarse de todos los muros. Anteproyectos de José Clemente Orozco”.
Inauguración: miércoles 3 de mayo, 19 h
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Además, el Instituto Cultural Cabañas guarda más de 600 bocetos de mural que se exhiben en itinerancias. Uno de las últimas donación de su obra fue “Resurrección de Lázaro” (1942) al Museo de Arte Carrillo Gil, una pieza crucial que enriquece aún más el acervo de Orozco.
Orozco también es uno de los diez artistas mexicanos cuyo trabajo ha sido declarado Monumento Artístico desde 1956, lo que lo convierte en un verdadero patrimonio cultural.
José Clemente Orozco, una vida dedicada al arte
José Clemente Ángel Orozco Flores fue uno de los cuatro hijos del matrimonio de Irineo Orozco Vázquez y Rosa Juliana Flores Navarro, quienes, de acuerdo con el Gobierno del Estado de Jalisco, “imprimieron en su hogar un ambiente lleno de armonía, instrucción y estímulos.
Don Irineo Orozco tenía una fábrica de jabón, tintas y colorantes, además de que editaba el periódico “La Abeja” en su propia imprenta, mientras Rosa pintaba y daba clases a algunas mujeres de la localidad.
“La primera instrucción escolar del pintor la recibió de su madre, ella lo enseñó a leer a los cuatro años y lo inició en la doctrina cristiana. Sin embargo, tiempo después, José Clemente Orozco observó contradicciones en la práctica religiosa que lo mantuvieron a una distancia respetuosa de ella”, se afirma en su biografía difundida por Jalisco.
La familia Orozco Flores se mudó a Guadalajara y en 1890 a la Ciudad de México, donde estudió en la Escuela Anexa a la Normal de Maestros que, casualmente, estaba muy cerca de la imprenta donde trabajaba José Guadalupe Posada.
Por las tardes asistía a clases de pintura en la Academia de San Carlos, pero las interrumpió para ingresar a la Escuela Nacional de Agricultura y Veterinaria de San Jacinto, donde obtuvo el título como perito agrícola con la tesis “Las fibras vegetales”.
“Después tuvo interés por estudiar arquitectura y decidió ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria. Fue en 1904 cuando Orozco perdió su mano izquierda a raíz de un accidente con pólvora”, se lee en su biografía.
Enamorado del arte, José Clemente asistió de manera irregular a la Academia de Bellas Artes o de San Carlos y así fue como poco a poco, el artista fue construyendo su camino, hasta ser uno de los fundadores de El Colegio Nacional y ganar el Premio Nacional de Artes en 1946.
El 7 de septiembre de 1949 murió a causa de un paro cardiorespiratorio, fue velado en el Palacio de Bellas Artes y sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores.
Sus trabajos más destacados:
- El mural “Katharsis” en el Palacio de Bellas Artes
- Los frescos del Anfiteatro de la Universidad de Guadalajara
- La capilla del Hospicio Cabañas, considerada “La Capilla Sixtina de las Américas”