Johnny Cash, el hombre de negro obsesionado con la prisión

Cash es recordado por muchos aspectos de su vida, pero si algo lo llevo a la inmortalidad fue haberse acercado a una parte población olvidada por el glamour del rock; los presos
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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Un hombre vestido totalmente de negro salta al escenario con su guitarra en mano, se para frente al micrófono y pronuncia las palabras mágicas: hola, soy Johnny Cash.

El nacido en Arkansas fue calificado en vida como el rey de la música country, sin embargo, el título se queda corto. Cash fue el creador de un estilo único que igual se paseaba por el gospel, el rock and roll, el blues, el country y el rockabilly.

En una década dominada por ese fenómeno conocido como Elvis Presley y el estilo desbordado de Jerry Lee Lewis, Cash fue capaz de colocar su característico sonido boom-chick-a-boom en el número uno de las listas de popularidad.

Sin embargo, el trabajo de Cash cobró nuevas dimensiones una vez que comenzó a pensar su música para aquellas personas que no la estaban pasando bien, por ejemplo, los pobres, los viejos, los indios americanos, pero principalmente la gente en prisión.

“Te preguntas por qué siempre visto de negro, por qué nunca ves colores vivos sobre mi espalda y por qué mi apariencia tiene un tono tan sombrío. Bien, pues hay una razón para las cosas que llevo. Llevo el negro por los pobres y apaleados que viven en el lado hambriento y desesperado de la ciudad. Lo llevo por el prisionero que hace mucho que pagó por sus crímenes, pero sigue encerrado porque es una víctima de su tiempo”, escribió Cash en la canción Black Men.

Realmente Cash y su banda comenzaron su carrera utilizando el negro, pues era el único color de camisa que los tres tenían en su guardarropa; sin embargo, la oscuridad estaba impregnada en el alma de Johnny.

Para enero de 1968, Cash cruzó las puertas de Folsom, la cárcel californiana de máxima seguridad. El artista ya había tocado gratis en varias prisiones, pero nunca antes había grabado un disco en vivo como en aquella ocasión.

Pese a la imagen romántica de un Johnny Cash que desafiaba a la ley, el hombre de negro nunca estuvo preso realmente. Sí, fue arrestado varias veces y pasó algunas noches encerrado en las celdas de alguna comisaría, pero nunca pago una sentencia en forma, pese haber sido descubierto con grandes cantidades de narcóticos.

Cash había escrito a inicios de su carrera la canción Folsom Prision Blues, la cual narra el arrepentimiento de un hombre por haberle disparado a otro en Reno “simplemente para verlo morir”, sin embargo, la pieza había sido inspirada en una película y no en experiencias propias.

La presencia de Cash en Folsom fue todo un éxito, por lo que meses después repitió la experiencia en la prisión de San Quentin.

Cash llevó su pasión por los presos hasta el extranjero, por lo grabó un tercer álbum en vivo en På Österåker, una prisión a las afueras de Estocolmo en Suecia.

Así, la música de Johnny se convirtió en un himno para los apaleados por la vida. El propio Cash era de uno de ellos, pues desde pequeño perdió su hermano Jack, quien murió desangrado luego de sufrir un accidente con una sierra para madera.

Cash no sólo vistió el negro en sus prendas, sino también en su alma y sus canciones, incluso en los cover que realizó de otros artistas los impregnó de esa melancolía oculta detrás del característico boom-chick-a-boom.

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