Como millones de personas en todas partes del globo, Juan emigró de Toledo, España, para tener mejores oportunidades laborales en Edimburgo, Escocia, donde se desarrolla como jardinero desde que llegó hace cuatro años.
Pero todo cambia de la noche a la mañana, porque se ve obligado moralmente a regresar a la provincia ibérica por el repentino fallecimiento de su padre. Estando ahí se encuentra a una madre con su salud deteriorada y a una hermana mayor que está más interesada en su carrera profesional.
Juan entra en una disyuntiva, ¿debe quedarse en Toledo para ayudar a su familia o regresar a Edimburgo para continuar su vida? Con todo este contexto, Jesús Carrasco se adentra en la ficción de Llévame a casa, su tercera novela que es publicada por Seix Barral.
El autor de Badajoz, España, visitó México y platicó con Reporte Índigo acerca del procedimiento de escritura que, pese a que hay un guiño hacia sucesos personales, porque él fue un migrante al que también le tocó trabajar como lavaplatos en la capital de Escocia, subraya que esta no es un volumen basado en su vida.
“No es una autobiografía, pero siento que muchos de los materiales son muy personales, muy cercanos, sobre todo lo que tiene que ver con el paisaje, porque está ambientado en un pueblo en el que viví muchísimos años durante mi infancia y, por supuesto, el tipo de relaciones que se ven en la novela, hablo de una familia que se parece mucho a la (familia) en que yo crecí”, comenta el escritor.
Los lugares comunes, cotidianos, incluso, domésticos, los quiso reflejar Carrasco en este libro, por lo que admite que pese a esta vida ordinaria que plasma, quiso externar su pensar, para dejar un legado que pueda ser un contraste global y que conecte con los lectores.
“Es una mirada más, desde luego, la mirada de este ciudadano y escritor que es Jesús Carrasco en ese contexto en particular que es esa España, pero la mirada y el espacio no dejan de ser una realidad universal. Todas las familias se comportan de maneras parecidas y creo que la literatura es un arte que parte de lo particular y se eleva a lo universal en la lectura”, argumenta.
Carrasco describe que la crisis sanitaria no ha marcado para él una diferencia, en cuanto a la escritura se refiere, porque continúa este oficio igual como siempre. Él considera que este arte es propio del confinamiento.
“He descubierto desde que escribo, que ya son casi 30 años, que la escritura se produce independientemente de las circunstancias, o sea, Juan de la Cruz escribió El Cántico Espiritual de memoria en una celda en la cárcel de Toledo, vaya, no me comparo en absoluto, pero me refiero a que la escritura, como forma de expresión, surge en cualquier circunstancia, yo escribo en autobuses, trenes, en mi casa, escribiría igual de bien o mal viviendo en la Toscana”, aclara.
El reflejo familiar a futuro en las letras de Jesús Carrasco
Carrasco tiene 50 años cumplidos, así que es realista o, tal vez, demasiado duro o modesto consigo mismo, porque dice que todavía no sabe escribir novelas y cree que nunca alcanzará este zénit, además vaticina que terminará escribiendo muy pocos libros en su vida y que una pregunta clave que le cimbra es que cree él que piense su descendencia de Llévame a casa cuando lleguen a leerlo y lo vean a él como un adulto mayor.
“Nunca me habían hecho esa pregunta y no me lo había preguntado, la verdad. Mis hijas de momento no han leído nada de lo que he escrito… No sé cómo se lo tomarían. Yo entiendo que lo que ellas vayan a asumir como la forma de comportarse en familia no tiene que ver con lo que yo escriba, sino con lo que ellas vean en casa, es un poco el modo en el que yo siento que nuestros padres nos transmitieron las partes más importantes de nuestra formación, rara vez nos decían lo que había que hacer, simplemente observábamos”, revela.
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