“¡Jarritos, qué buenos son!” ¿Leíste esta frase con la característica tonada del clásico jingle? Es completamente normal, porque suena desde la década de los 50 en la radio y televisión mexicana, cuando comenzó a promocionarse ese nuevo refresco.
Pese a la tradición del comercial, la Revista del Consumidor de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) que Jarritos “reprobó” precisamente por su popular frase. Esto se debe a que no se puede comprobar al consumidor ni aclara para qué son buenos.
En este sentido, el el titular de la dependencia, Ricardo Sheffield, afirmó que la frase deberá retirarse para seguir a la venta.
La historia de Jarritos
La historia de los coloridos refrescos comenzó en un comedor de Guadalajara, Jalisco. Entre diarios y vasos de precipitados, el químico Francisco “El Güero” Hill, experimentaba con diversos sabores y agua carbonatada en 1950.
“El Güero” experimentó con sabores frutales, basándose en las tradicionales aguas frescas que se vendían en las calles. Fue así como nació el primer refresco de la marca, sabor tamarindo, que fue nombrado “Jarritos”.
Según el sitio web de la marca, el químico se dio cuenta de que los sabores cítricos de colores brillantes llamaban la atención de las y los consumidores. Entonces sumó más ediciones hasta llegar a un total de 13 sabores, como guayaba, mango y el clásico de mandarina.
El nombre de “Jarritos” viene precisamente de la inspiración de la bebida: las aguas frescas. En su momento (y actualmente aún es posible encontrarlas) se servían en jarras de barro para mantenerlas frescas durante más tiempo.
Aún cuando las primeras botellas no tenían etiquetas ni ninguna clase de distintivo, la gente podía saber cuál era el sabor sólo por el color. Así lo afirma la información de su sitio.
Con el tiempo se añadió el logo, que eran tres jarritos de color marrón con un toque verde.