Trabajó como intendente y transportista, renunció a estudiar Física y después Lengua Inglesa, en 1974, porque esto le aburrió, pero en su tiempo libre escribía. Poco a poco supo del mundo de los efectos especiales y la tecnología que había alrededor de las películas, entonces, en 1977, vio La Guerra de las Galaxias y decidió que su vocación estaba en el cine. Así fue el inicio de James Cameron.
Comenzó haciendo efectos especiales o trabajando en el área de producción para películas de bajo presupuesto, como Piraña (1978), Escape de Nueva York (1981) y Galaxy of Terror (1981), pero su golpe de suerte sería hasta 1984, con el lanzamiento de Terminator, largometraje con apenas 6.4 millones de dólares de presupuesto que logró, además, catapultar la carrera de Arnold Schwarzenegger y recaudar más de 78 millones de dólares en taquilla. Desde ese momento, el cineasta de origen canadiense se ganó el respeto de la industria hollywoodense.
“Siempre he amado la ciencia ficción, en todas sus formas, por el poder de sus ideas, y por los grandes cuestionamientos que formula: ¿qué hay allá afuera en el Universo?, ¿cómo terminará el Mundo?, ¿la tecnología nos destruirá? y, por sobre todas las cosas, ¿qué podemos aprender de estas fantásticas historias?”, expresa el cineasta en el inicio de la serie documental James Cameron’s Story of Science Fiction (2018), donde platica uno a uno con los grandes directores contemporáneos, como Steven Spielberg, George Lucas, Ridley Scott y hasta Guillermo del Toro.
La otra pasión además de la tecnología para James Cameron está en el activismo climático, lo que plasma por completo en Avatar (2009), para hablar metafóricamente acerca del daño que le hacemos al planeta, pero en un universo futurista y en otro cuerpo celeste.
Ahora, a 13 años de distancia, el canadiense estrenará Avatar: El Camino del Agua el 15 de diciembre, para seguir generando conciencia en las nuevas generaciones, visitando nuevamente el mundo de Pandora con la especie Na’vi y visibilizando la importancia del agua.
“Varios activistas del mundo se me acercaron después de la primera película y me dijeron ‘tu filme está mostrando lo que realmente nos pasa a nosotros’ y de una forma implícita era un mensaje: ‘¿cómo puedes ayudarnos y que la gente entienda a través de la ficción que esto pasa?’, entonces, unos años también estuve presente en el activismo”, describe el cineasta a medios internacionales.
El director, desde entonces, ha visitado las arenas de alquitrán de Athabasca Canadá, la presa de Belo Monte en Brasil y más sitios que han sufrido el paso de la mano del ser humano.
“Me dije ‘bueno, puedo ser una persona que se dedica al activismo, o puedo hacer más películas de Avatar y llegar a más audiencias con un mensaje diluido que se mezcle con entretenimiento’, entonces, pues decidí hacer más películas y fue una decisión difícil, porque me interesa la conservación del océano y la agricultura sustentable también”, agrega el director.
Terminator (1984)
Cuando dirigió su ópera prima en Italia, Piraña 2 (1981), lo que sucedió por accidente, porque el cineasta anterior abandonó el proyecto, se encontraba angustiado y estresado al respecto. Una noche que padeció fiebre tuvo una pesadilla, un esqueleto de metal emergía del fuego, venía del futuro para matarlo y esta fue la génesis perfecta para su icónico personaje y primer largometraje en serio.
Aliens (1986)
Llenar el asiento de Ridley Scott, quien decidió no dirigir esta secuela de Alien: El octavo pasajero (1979), era una labor titánica; James Cameron lo sabía, pero le interesó el proyecto y lo que podía aportarle, lo único que le interesaba era que la película debía tener el regreso de Sigourney Weaver como la protagonista Ripley, entonces, negoció con el estudio, hasta que se logró y el filme fue un éxito.
El secreto del abismo (1989)
El tema del mar le apasionaba a Cameron desde su juventud, cuando leyó el cuento En el abismo, de H. G. Wells, y escribió su propia idea, de cómo en el fondo del océano habita una especie que llegó desde otro planeta. Para el rodaje se tuvieron que construir y diseñar equipos de comunicación especiales para que el director hablara con los actores cuando se encontraban bajo el agua en acción.
Terminator 2: Día del Juicio final (1991)
James Cameron descartó ideas en su primer Terminator, porque los efectos especiales eran rudimentarios; en esta secuela ya incluyó el T-1000, que está hecho de metal líquido y se transforma en cualquier humano con el que tenga contacto. Pese a que fue una producción complicada y difícil, la película ganó en los premios Oscar, Mejor Maquillaje, Mejor Sonido, Mejores Efectos Visuales y Mejor Edición de Efectos Sonoros.
Titanic (1997)
Este naufragio real es para Cameron el más épico de todos los tiempos, y como su obsesión con el mar ya era latente, propuso hacer este proyecto a 20th Century Fox, que era completamente distinto en su filmografía. Para tener un dominio completo de cómo controlar el momento en que se hunde el Titanic, se decidió construir un set en la costa de Rosarito, en Baja California, mismo que permanece al día de hoy.
Avatar (2009)
Cameron tenía en mente la película desde 1994, pero sabía que no existía la tecnología suficiente para hacer realidad su sueño, así que decidió esperar y en 2007 inició el rodaje utilizado una cámara especial que él mismo diseñó, partiendo del modelo Sony CineAlta con tecnología de Alta Definición, con lentes Fujifilm. Se convirtió en la película más taquillera de todos los tiempos, hasta que Avenger: Endgame (2019) llegó a cines.
James Cameron: Vegano ejemplar
Cameron no solo está consciente de las repercusiones en el medio ambiente, también ve por el altruismo y por una vida saludable; por ejemplo, en 2012, se hizo vegano junto con su familia, y en 2019, junto con el cineasta Peter Jackson, comenzó a invertir en un negocio para producir productos hechos a base de plantas, que puedan sustituir la carne, el queso y los lácteos en Nueva Zelanda.
Explorador incansable
Obsesionado con el mar desde hace décadas, el realizador logró en 2012 convertirse en la primera persona en hacer un descenso en solitario en la Fosa de las Marianas, la parte más profunda del océano en la Tierra; esto lo hizo en el sumergible Deepsea Challenger, con el que capturó imágenes en 3D y se realizó el documental Deepsea Challenge (2014), que salió en National Geographic, pero que no dirigió.
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