Entrevista: “Es momento de inventar nuevas maneras de envejecer”, Arantxa Urretabizkaia
La escritora vasca, una de las primeras en publicar en euskera, presenta en la FIL Guadalajara su novela La última casa, un thriller que redefine las historias de mujeres adultas y destierra los chiclés sobre la vejez
Abida VenturaArantxa Urretabizkaia (San Sebastián, España, 1947) fue una de las primeras mujeres en publicar narrativa en euskera. Sus primeros textos vieron la luz hace 50 años, todavía bajo la dictadura franquista que veía con recelo a esa y otras lenguas regionales.
“El sistema era extremadamente precario”, recuerda esta escritora que, a pesar de tener ya varias novelas publicadas, se ha ganado la vida en el periodismo porque las cosas tampoco han cambiado mucho.
“El 99.9% de los que escribimos en euskera tenemos otro oficio”, asegura la autora que, por primera vez, llega a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que este año tiene como país invitado a España.
En entrevista con Reporte Índigo, la autora habla de su nueva novela: La última casa (Consonni, 2024), protagonizada por una mujer que busca un lugar donde pasar los últimos años de su vida. Un thriller que redefine las historias de mujeres adultas y destierra los chiclés sobre la vejez.
𝐅𝐞𝐫𝐢𝐚 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝐆𝐮𝐚𝐝𝐚𝐥𝐚𝐣𝐚𝐫𝐚
📅 Nov. 30 – Dic. 8
Arantxa Urretabizkaia + Karmele Jaio + Kirmen Uribe + Katixa Agirre + Bernardo Atxaga
𝐄𝐮𝐬𝐤𝐚𝐫𝐚. 𝐊𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐚. 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐮𝐫𝐚. pic.twitter.com/4MBEyG61rz
— Etxepare Euskal Institutua | Basque Institute (@etxepareinst) November 30, 2024
La protagonista de su novela es una mujer mayor que, en lugar de sentarse a ver hacia atrás, está pensando en el futuro. ¿Qué importancia tiene redefinir las historias de las mujeres adultas?
He escrito sobre maternidades y otros temas, pero hay un hueco muy grande respecto a las mujeres adultas, viejas, que es una expresión que mucha gente echa para atrás. A mí no me da vergüenza ser vieja, porque en esta sociedad, particularmente para las mujeres, es algo que intentamos ocultar o disimular. Yo he querido reflejar historias de mujeres de mi edad cuya vida no se define porque es la madre de o la abuela de, sino que tienen sus propias dinámicas y decisiones.
Uno de los peligros cuando llegas a cierta edad es que la sociedad te impulsa a dejar de contar, a quedarte en un rincón descansando, sin participar ni de tus propias decisiones; los derechos de las personas no caducan con los años.
Es una sociedad donde envejecer está mal, las mujeres desde los 40 años ya nos estamos preocupando por eso…
Pero no siempre ha sido así, eso es relativamente nuevo. Cuando era joven, la cumbre de la vida era la edad adulta; los jóvenes éramos aprendices de adultos. Intentábamos incluso aparentar más edad para que se nos tuviera en serio, pero en el 68, y pongo ese año porque es muy simbólico, se crea un paradigma nuevo: la cumbre de la vida es la juventud. Y en esas estamos, establecemos que joven es igual a bueno; viejo igual a malo. Después de cierta edad todo es cuesta abajo y eso nos lleva a disimular la edad. Es una aspiración casi universal.
¿Hay que pensar en nuevos modelos de envejecimiento para las mujeres?
Sí, para las mujeres, pero también para los hombres porque la manera tradicional de envejecer ha desaparecido casi por completo, por lo menos en las sociedades que yo conozco.. La sociedad ha cambiado porque el cuidado de las personas ya no está en las manos de la tribu ni de la familia amplia y porque ha surgido un nuevo impulso en las personas mayores, que es el de aprender. El viejo o la vieja tradicional estaba para enseñar, ahora las universidades organizan cursos para personas adultas, que están llenos de mujeres sobre todo. Ahora queremos aprender y eso es una revolución. Y como el modelo tradicional ha desaparecido, estamos en un momento de inventar nuevas maneras de envejecer, que no hay todavía un modelo tan consolidado, pero tiene una libertad adicional y es que ahora podemos envejecer como queramos dentro de nuestras posibilidades.
¿Esto también es un efecto del 68, de su generación?
El modelo cambió entonces al poner a la juventud en la cumbre de la vida, y esto no lo inventé yo, pero sí mi generación. Pero ahora que nos hemos hecho viejos, se nos ha venido como un boomerang, nos ha roto los dientes. Hemos caído en nuestra propia trampa y tenemos que dignificar la vejez, intentar subrayar los aspectos positivos, ampliar los campos de libertad, cosas que antes no se podían hacer.
Estamos muy contentxs de anunciar que @_consonni_ se suma a Nadie Distribuye y que ya se consigue en librerías “La última casa” espectacular novela de Arantxa Urretabizkaia. pic.twitter.com/bIMjXToYYW
— Nadie Distribuye (@nadiedistribuye) November 15, 2024
En Europa es normal que las personas adultas vayan a la residencia. En México todavía hay la tradición de que sea la familia quien cuide…
Pero este modelo funcionaba en el concepto de familia amplia, cuando en un hogar convivían muchas generaciones, pero la evolución en Europa, seguramente más agudizada que aquí, va hacia otro lado. El modelo al que vamos es una familia nuclear, pareja, incluso de varios géneros, varios sexos, varios matrimonios de todo tipo, pero el cuidar de los viejos no entra en ese sistema. Hay más movilidad, la gente se mueve de un sitio a otro para trabajar. A partir del momento en que una persona no es capaz de cuidar de sí misma no hay muchas alternativas. Hay una que se está abriendo paso en Europa, pero muy lentamente y, en el País Vasco, peor, y es juntar vejeces: crear estructuras en la que tú tengas tu propio apartamento y a la vez servicios comunes, que no es exactamente una residencia.
Toma un género como el thriller donde normalmente las protagonistas son jóvenes, pero aquí es todo lo contrario. ¿Había una intención de subvertir el género?
Había mucha intención. Tengo otra novela con protagonistas de 80 años, las mujeres en esta nueva novela tienen mi edad y tienen la voluntad, unas más que otras, de seguir siendo ellas mismas, de que no sea su cédula de identidad la que dirija su vida, sino que tomen sus propias decisiones. Claro, aquí hay una facilidad que yo no tengo y es que la protagonista tiene mucho dinero.
¿Escribir en euskera ha sido una decisión política?
Sí, en el origen fue una decisión política, ahora no. Ahora creo que tengo más afinado el instrumento para escribir en euskera que en castellano, a pesar de que soy periodista y mi trabajo lo sigo haciendo en castellano. En literatura solo he escrito un relato en castellano porque me lo pidieron así.
Arantxa Urretabizkaia pic.twitter.com/sCClwWxbo5
— consonni (@_consonni_) October 14, 2024
Cada vez hay más mujeres escribiendo sobre la vejez, un tema que casi no se veía. ¿Esto responde a la apertura del mundo literario a temas más femeninos?
Hubo un tiempo en el que yo era la única mujer que publicaba en euskera, luego surgieron otras y ahora hay muchas, pero la vejez no está todavía representada. Pasamos toda la vida, dando vueltas a los primeros 20 años de nuestra vida: yo de niña, mi padre, mi madre esto, mi abuela lo otro. Y en los últimos 20 años no tenemos más proyecto que sobrevivir, hay que darle vida a esos años porque es la primera vez en la historia de la humanidad que una generación entera cruza la frontera de los 80 años. Ahora lo que nos toca es dotar de vida a esa vida. Busco desde hace 20 años libros sobre la vejez, habré leído 20; no es nada fácil. Una de las cosas que voy a hacer en la FIL es ir stand por stand a ver qué libros hay. Si me hago con dos o tres, saldré feliz. No está presente todavía. La maternidad, sí. Otra cosa que no hemos desarrollado: la menopausia. Las librerías están llenas de ‘tu embarazo’, ‘tu bebé’, no hay libros de ‘tu menopausia’, menos de ‘ tu vejez’.
Hablando de la FIL Guadalajara, España es el país invitado. ¿Qué significa estar ahí con una novela que no fue escrita en castellano?
Cuando mi generación empezó a escribir y a publicar en euskera, el sistema era extremadamente precario. Franco estaba vivo todavía, había dificultades para todo. De alguna manera para mí estar en la FIL o, por ejemplo, ayer en una fiesta, se me acercó una mexicana que quería hacerse un selfie conmigo porque su grupo de lectores de Mérida estaba leyendo La última casa. ¡Es como salir de la catacumba y encontrarte a pleno sol!. No solo tenemos lectores, sino en Mérida. Para mí eso es la leche. Encima, lectores organizados que crean comunidad. Eso para mí es un milagro.
Actividad en la FIL
- 2 de diciembre. Charla En voz alta: el eco feminista, junto con Marta Breen y Lina Meruane. Salón 2, PB. 20:00 horas.
- 3 de diciembre. Presentación de La última casa. Salón B del Área Internacional. 19:30 horas.
Otros libros
- ¿Por qué, Panpox? (Ediciones del Mall, 1986)
- Saturno (Alfaguara, 1989)
- El cuaderno rojo (TTartalo, 2002)
- Las 3 Marías (Erein, 2011)
- Lecciones del camino (Pamiela, 2018)