En nuestro país se tiene el registro de 33 mil 125 personas desaparecidas, pero más que un número son historias de dolor, desesperación e impotencia. Son familias quebradas, hijos, padres, hermanos, primas, amigas que no saben cómo enfrentar la situación, viven entre el silencio y el grito o la prudencia y el coraje.
Por ello, Rennier Piñero, director venezolano, y Belen de Santiago, actriz española, decidieron escribir una obra de teatro a partir de testimonios de mexicanos que enfrentan esta situación. Además, se entremezcla con el mito de Antígona. Así nació Y el silencio en sus miradas.
Este ejercicio teatral pretende honrar la memoria de las personas que fueron obligadas a irse sin dejar huella alguna que permita darles un último adiós.
“Todos los testimonios me han impactado muchísimo, me siguen impactando, pero realmente lo más fuerte es el número de personas que conocen una historia similar.
“La obra es un encuentro íntimo con la protagonista que se llama ‘Celeste Medina’, ella ha perdido un hermano y su padre ha decidido no buscarlo, que las cosas se queden como están porque tiene miedo de perder a un hijo más”, explica De Santiago, en entrevista con Reporte Índigo.
Esa negativa de su padre, lleva a Celeste a entrar en conflicto y querer recordar, necesita hacerlo, ya que ha estado mucho tiempo tratando de olvidar y no, ahora se da cuenta que necesita recordar, que necesita pasar a la acción.
“La historia está entroncada directamente con el mito de Antígona, que es un personaje griego que perdió a su hermano, y por ley, el Rey, que además era su tío, lo tachó de traidor a la patria y ordenó que nadie le diera sepultura. Antígona desafió la ley y dio sepultura a su hermano”, narra la actriz española.
En el montaje, Celeste decide convertirse en Antígona con las consecuencias que eso conlleva. En el clásico griego, la protagonista muere y Celeste sabe que llamar a determinadas puertas e investigar ciertas cosas, es un peligro muy grave que también la puede llevar a la muerte.
De Santiago recuerda una frase fuerte que dice su personaje dentro de la trama: “Hoy no voy a interpretar a Ismene, voy a convertirme en Antígona”. De acuerdo con el mito griego, Ismene era la hermana sensata de Antígona, que decide respetar la decisión del Rey de que su hermano no sea enterrado. Ella le pide a su hermana que sea prudente porque tiene miedo.
“Entonces, esa frase refleja la lucha que tiene que hacer Celeste para convertirse en Antígona, no es fácil, Celeste también tiene miedo porque sabe que es muy peligroso recordar, no sólo por lo doloroso, sino por lo que supone comenzar a buscar a su hermano”, dice la actriz.
En muchas ocasiones, el silencio tiene que ver con cuestiones personales, de necesitar no hablar del tema, pero hay otras ocasiones que el silencio no nace de una decisión propia, sino que tiene que ver con el miedo que supone hablar, decir lo que no se tiene que decir, el miedo a que no haya represalias.
Una historia de cualquier parte
El montaje está deslocalizado porque aunque las historias motor para la creación del personaje de Celeste son mexicanas, se enriquecieron con historias de España y Venezuela, para que fuera un contenido universal.
El director Rennier Piñero señala que “en el año 1989, en Venezuela, tras el estallido social denominado El Caracazo, muchas de las víctimas mortales quedaron sin identificar en fosas comunes, mientras hospitales, comisarias, juzgados y asociaciones de derechos humanos se llenaban de Antígonas que a viva voz, más allá del riesgo y de las advertencias, buscaban un cuerpo que honrar y sepultar”.
La historia busca dar voz a aquellos que velan por la aparición de los cuerpos de sus familiares en los más diversos contextos geográficos y políticos, desde las más de cien mil personas que reposan sin sepultura en las fosas comunes franquistas, a la búsqueda sin tregua de las madres de la Plaza de Mayo en Argentina, a tragedias más inmediatas en tiempo como las desapariciones en contextos violentos marcados por estados para-policiales, narcotráfico y/o el crimen organizado que se han visto o se pueden ver en realidades tan diversas como Venezuela, Colombia, Nicaragua o México.
“La pieza está muy centrada en el encuentro entre la intérprete y el público, es una escenografía sencilla que tiene un lienzo porque Celeste es artista plástica, con una pintura que ocupa la mayor cantidad del espacio, hay una cámara de video, pero lo más potente de la puesta es la relación entre la actriz y el espectador, se invita a su participación a través de la música”, cuenta De Santiago.
Durante la pieza, el público aprende una canción como manera de celebrar esa ceremonia de homenaje al hermano perdido de Celeste y a esas personas que ya no están.
El montaje Y el silencio en sus miradas tendrá funciones el lunes 10 y martes 11 de septiembre, a las 20:30 horas, en el Foro Shakespeare.