Heroína del desierto
La segunda entrega de la trilogía de la heroína mapuche, que está disponible en el servicio de streaming, busca igualar el éxito de su antecesora con acción de principio a fin y un discurso ecológico
Pablo AbundizLas potencias extractivistas no cesan su empuje en Latinoamérica: Chile, con sus vastos bosques y sus imponentes desiertos, se ha convertido en el objetivo de empresas que buscan convertir cada palmo de su territorio en una fuente de ingresos, pero hay en la región quienes se oponen a esta mentalidad. Esa es la premisa de Sayen: La ruta seca, la más reciente producción de Amazon Prime Video para la región y la continuación de la cinta original latinoamericana más vista en ese servicio de streaming.
La primera parte de esta trilogía concluye con Sayen, interpretada por Rallen Montenegro, huyendo de la justicia por las muertes con las que cierra la entrega. En Sayen: La ruta seca, la joven heroína mapuche llega al desierto de Atacama para ejecutar su venganza contra la corporación internacional Acteon, responsables por la muerte de su familia.
Al llegar al centro de operaciones que tiene la multinacional en el yermo chileno, una serie de protestas la ponen en contacto tanto con los antagonistas de la cinta, el empresario Máximo Torres interpretado por Enrique Arce y el político Salazar encarnado por Alfredo Castro, como con su aliada, una activista interpretada por Katalina Sánchez.
La llegada de la protagonista al desierto no pasa desapercibida, tanto autoridades como delincuentes se encuentran a la casa de Sayen, quien con la ayuda de la activista y Gaspar, un matón de poca monta interpretado por Jorge López, luchan por mantenerse un paso adelante de sus perseguidores.
El empresario Máximo Torres busca venganza de Sayen tanto como la heroína, y a su cargo están no solo los recursos de la multinacional que capitanea sino también los grupos delincuenciales que se benefician de la extracción que propone Acteon. Conforme va avanzando la trama es evidente que Sayen y el extranjero se enfrentarán y que sólo uno de ellos puede salir avante del encuentro.
Acción latina
Los vastos paisajes del norte de Chile son casi un personaje y la fotografía refuerza este punto. Durante las dos horas de duración de la cinta, los personajes corren de un lugar a otro del Atacama con escenas de acción constantes que sirven para solidificar su lugar en el panteón de cintas de este género en la región.
Sus montajes, nada nuevos para Montenegro, quien entrenó arduamente para la primera entrega, son uno de los elementos que distinguen al filme. Las secuencias de pelea, persecuciones y disparos corren a cargo del chileno Alexander Witt, quien no es ningún improvisado en esta materia pues su trabajo como director de la segunda unidad ha sido parte de la saga Bond, de Rápido y Furioso e incluso Avengers.
Una de las ventajas que el éxito de una cinta con temáticas y tratamientos diferentes puede ofrecer a la industria del subcontinente es la apuesta por más contenidos que la asemejen. La primera parte de la historia de Sayen es la película original latinoamericana más vista en la plataforma, por lo que su protagonista piensa que puede allanar el camino para propuestas similares.
“Esta apuesta de trilogía en la industria chilena es un gran puntapié para hablar de que en nuestro país tenemos elenco, equipo técnico y locación para hacer este tipo de historias, para hacer cine de acción, creo que es un aporte que sin duda salpica a nuestros países vecinos”, señala Rallen Montenegro.
Una apuesta con mensaje
Si hay algo que destaque, más allá del vértigo que provoca la cinta, es el discurso que hay en ella. Sayen: La ruta seca ahonda en la lucha antiextractivista de la primera parte, por lo que las motivaciones del personaje no son solo personales, sino también colectivas. La oposición entre las tradiciones mapuches y el pragmatismo avaro de la compañía encuentra matices en el desierto, con ellos no abandona los polos o la denuncia, pero pone el dedo en el renglón para señalar que los despojos requieren de colaboración y cómo las buenas intenciones no siempre traen buenos resultados.
La oportunidad que brinda un servicio de streaming como Prime Video ayuda a que el discurso que subyace a la cinta sea visto no solo en la región en la cual existe la problemática, sino a expandir la denuncia a otras latitudes.
“Creo que los servicios de streaming llegan a muchos más territorios y países, entonces, me parece interesante que este tipo de plataformas apueste por generar contenido original que tenga relación directa con circunstancias o conflictos contemporáneos, el tema de la crisis climática y el uso de recursos naturales es una discusión a nivel global y me parece que es un acierto abordarlo en cualquier tipo de instancia”, opina la protagonista de la trilogía.
A pesar de que la particularidad de los temas tratados en la película son singulares a Chile, a la región del norte en específico, los países de la región tienen historias similares con luchas por la autonomía de sus recursos. Debido a ello el actor Jorge López, quien da vida a uno de los personajes de la cinta, piensa que puede trasladarse muy bien a otros países de Latinoamérica.
“El tema del desierto y el cobalto es muy local, pero la explotación de los recursos naturales es un conflicto de toda la vida en América Latina, ha pasado en Venezuela, en Colombia y toda Latinoamérica ha sufrido por ese conflicto; entonces, creo que hay una empatía con respecto a lo que es el maltrato a nuestra tierra. No es algo ajeno, va a cobrar muchísimo sentido en nuestras provincias vecinas”, comenta el actor.
Escenas de acción
Para los actores, quienes pasaron por un arduo proceso de entrenamiento para ejecutar las escenas de acción, el rodaje en el desierto implicó un reto extra. A pesar de los ensayos la filmación en la locación constantemente tuvo que ser apresurada por condiciones climáticas como tormentas de arena.