Nadie está a salvo de padecer una Enfermedad Vascular Cerebral (EVC). Se trata de una alteración neurológica a nivel de los vasos sanguíneos del cerebro, venas y arterias que puede presentarse en cualquier etapa de la vida de hombres y mujeres, sobre todo en mayores de 65 años.
Aunque se caracteriza por su aparición brusca, sin aviso ni dolor previo, la Secretaría de Salud federal sostiene que hay síntomas que pueden durar minutos y desaparecer, así como 24 horas o más y preceder a una EVC. Para detectarlos, la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) estableció la estrategia “HEROE” que funciona mediante siglas.
La letra “H” se refiere al habla incoherente, extraña o con dificultad. La “E” es la inicial de extremidades con parálisis, adormecimiento o debilidad. La “R” significa rostro adormecido o desviado. La “O” trata de ojos cegados o paralizados. La “E” quiere decir emergencia médica e implica llamar al 911 en caso de presentar una o más manifestaciones.
“Es decir, cuando encontremos a una persona que tenga algo de los síntomas anteriores, o más aún, los cuatro, entonces hay que recibir atención especializada”, explica el doctor Erwin Chiquete, en entrevista con Reporte Índigo.
El experto del Departamento en Neurología y Psiquiatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) menciona la importancia de que la población conozca la sintomatología para que el paciente reciba ayuda durante las primeras cuatro horas en que las presenta una EVC y su vida esté a salvo.
El médico internista enfatiza en la necesidad de que la gente esté bien informada para que sepa cómo actuar antes, durante o después de este padecimiento.
“El acceso a la información es empoderar a la población para que sepa cuáles son las causas de los infartos cerebrales y cómo reducir el riesgo de que a alguien le ocurra o no. O si alguien ha tenido la mala fortuna de padecerlo, debe conocer lo que tiene que hacer para mejorar su condición de vida”, expresa.
Al año, la Secretaría de Salud registra 170 mil casos en el país relacionados con las ECV, que pueden ocurrir cuando una arteria se obstruye, produciendo interrupción o pérdida repentina del flujo de sangre cerebral, o por la ruptura de un vaso sanguíneo.
En el primer caso, el flujo de sangre de una arteria cerebral se bloquea debido a que se forma un coágulo dentro. Éste surge por la grasa acumulada en las paredes de las arterias y causa un estrechamiento de los vasos sanguíneos.
En la EVC de tipo embólico, una porción del coágulo que se originó, conocida como émbolo, se desprende y es arrastrada por la corriente sanguínea al cerebro. Cuando ya no puede avanzar, tapa al vaso sanguíneo, corta el abastecimiento de sangre y ocurre una embolia.
La EVC hemorrágica o derrame cerebral sucede por la ruptura y sangrado de un vaso sanguíneo en el cerebro.
Infarto cerebral: Emergencia médica
El tiempo de reacción cuando alguien está sufriendo una EVC es determinante, pues entre más dure la interrupción del flujo sanguíneo hacia el cerebro, mayor es el daño.
“Por cada segundo que pasa el cerebro sin recibir aporte sanguíneo, las personas envejecen ocho horas debido a la ruptura de 231 millones de conexiones neuronales que produce la pérdida de más de 33 mil neuronas, de 86 mil millones que el ser humano tiene”, menciona el neurólogo Erwin Chiquete
De manera que la atención inmediata puede no sólo salvar la vida del paciente, sino aumentar sus posibilidades de una recuperación exitosa. Chiquete explica que las secuelas pueden ser tan leves que apenas se logren detectar, o severas tales como parálisis, problemas de raciocinio, de coordinación motora, de lenguaje o visión, el estado de coma o vegetativo.
“Una de cada tres personas presenta algún grado de discapacidad después de sufrir una EVC, debido a que el cerebro es el responsable de generar los movimientos, percepciones sensitivas y acciones que realiza el cuerpo y 15 por ciento pierde la vida en los primeros 30 días”, comenta el especialista del INCMNSZ.
Por ello, el médico recomienda tener hábitos saludables para el cuerpo y la mente, como la alimentación y el ejercicio. La Secretaría de Salud, por su parte, promueve la prevención ya que nueve de cada diez casos se debe a factores modificables como el sedentarismo, el tabaquismo y el alcoholismo.
“De hecho, 60 por ciento de las personas que tienen un infarto cerebral son hipertensas, pero evidentemente una enfermedad controlada va a reducir los riesgos de presentar este tipo de complicaciones”, señala.
Respecto a la atención a otros padecimientos, tener diabetes, por ejemplo, aumenta de dos a cuatro veces el riesgo de presentar una EVC, y fumar lo incrementa tres veces.