Tocar su instrumento y llevarle alegría a la gente es un privilegio que ha tenido el músico Abraham Laboriel y que no ha desaprovechado.
“No se atrevan a tocar música si no se dan el lujo de sentirla y disfrutarla”, sentencia el bajista de 75 años que el miércoles 16 de noviembre, en el Mandalay Bay Convention Center, en Las Vegas, Nevada, será galardonado con el Premio del Consejo Directivo 2022 que otorga La Academia Latina de la Grabación.
El Premio se otorga a personas que han realizado importantes contribuciones a la música latina durante su carrera y no cabe duda de que Laboriel lo ha hecho. Al Jarreau, Ella Fitzgerald, Herbie Hancock, Julio Iglesias, Rubén Blades, Roberto Carlos y José José son algunos de los artistas con los que Abraham ha trabajado.
Aunque nació en Ciudad de México, proveniente de una de las familias más importantes del mundo artístico mexicano, el bajista decidió mudarse a los Estados Unidos para hacer carrera allá, y ante todo mal pronóstico lo logró. Hoy, su nombre es parte de la historia musical.
“He tenido una vida muy bendecida, llena de satisfacciones, por el simple hecho de conocer a grandes seres. El secreto es rodearte de personas que son mejores que tú en tu arte, porque, entonces, ellos de una manera natural te forzarán a ver otros horizontes y a creer que los puedes alcanzar”, asegura el bajista, en entrevista con Reporte Índigo.
La carrera de Abraham Laboriel está repleta de premios y reconocimientos, pero también de muchas luchas y fracasos. De convertir los “no” en “sí”, de abrir puertas que, muchas veces, estuvieron cerradas para los latinos. Por ello, todo lo que está viviendo lo califica como “fuera de serie, un sueño o una fantasía”.
A pesar de que sabe que la gloria lo rodea, Laboriel tiene claro que una buena actitud y ser humilde han sido las bases que le han permitido lograr tanto dentro de la industria musical.
“Algo que aprendí inicialmente de mí papá, que fue uno de los fundadores del mundo artístico en México, es la humildad y la buena actitud, porque también soy lo que le llaman músico cristiano nacido de nuevo, quienes hemos sido puestos en la Tierra para servir y no para que nos sirvan, así que soy un músico que siempre está con actitud servicial y no con un ego fuera de control”, opina.
Abraham Laboriel continúa un legado familiar
Abraham Laboriel nació en el seno de una familia artística. Es hijo del actor y guitarrista Juan José Laboriel y de la actriz Francisca López. También es hermano del cantante Johnny Laboriel y de las cantantes Ela y Francis Laboriel.
“Desde muy chiquito sufría de asma, así que todos los inviernos tenía que ausentarme de la escuela y estar en cama con oxígeno, y, por alguna razón, mi orientación natural era escuchar las estaciones de radio donde tocaban música americana de todos los estilos. Cuando llegué a Berklee, en 1968, después de algunos años descubrí que mi vocación era tocar el bajo eléctrico”, recuerda el músico.
En una ocasión le pidieron que tocara la canción “Sweet Lorraine”, de Nat King Cole, pensando que no podría; sin embargo, lo logró, porque sí conocía el tema desde pequeño. Después de eso comenzaron a contratarlo todos los fines de semana para dar funciones privadas.
“Me decían ‘tú eres el único estudiante de esa escuela que conoce estas canciones’ y era porque de chiquito yo las escuchaba en la radio. Yo no sabía que la vida, Dios mismo, me estaba preparando para vivir y tocar música en los Estados Unidos. Así empezó mi carrera y fue milagro tras milagro”, confiesa.
Después de recibirse en 1972, empezó a viajar con Johnny Mathis y Henry Mancini. Su primer disco grabado en Boston fue con el rocanrolero Andy Pratt y así, Laboriel tuvo la oportunidad de tocar con sus músicos favoritos.
También hubo una época en la que dejó la música por amor a su familia. Su esposa es médico pediatra y sus horarios en aquellos años eran complicados, entonces, para que su hijo no se sintiera abandonado Abraham le dedicó todo su tiempo al pequeño, quien ahora es el baterista de Paul McCartney.
Su segundo hijo, Mateo, es productor, compositor y cineasta. Los tres son graduados de Berklee School of Music, por lo que la institución les otorgó un premio por ser la primera familia egresada de sus aulas.
“Le doy gracias a Dios, porque cuando las personas piensan en mí lo hacen de una manera asombrosa y a mis hijos les consta. Les dicen ‘Cada vez que tu papá llegaba al estudio todos nos sentíamos mejor’, y eso es un legado muy especial”, considera el músico.
También le enorgullece cuando les dicen: “todos éramos drogadictos y cocainómanos y tu papá no participó de nada de eso, pero nunca nos hizo sentir juzgados o que no aprobaba nuestra manera natural de ser. Siempre traía alegría y es increíble, porque tan pronto que él entraba, por alguna razón, nos sentíamos mejor que con todas las drogas que estábamos consumiendo”.
“Todo eso parte del gran legado y me da orgullo decir en voz alta que mi hijos han sido libres de participar en la música”, finaliza Laboriel.
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