Hay que ‘creérsela’
Si hay una frase que tiende a hacer eco en cualquier contexto de la vida cotidiana es la de “piensa positivo”.
No se necesita acudir a un terapeuta, asistir a conferencias, ni siquiera leer (más) libros de autoayuda, para recibir una respuesta que instale en nuestra mente la idea de que, si realmente queremos vernos beneficiados en distintos ámbitos de la vida, debemos de cambiar de “chip” mental y enfocarnos en pensamientos positivos.
Eugenia RodríguezSi hay una frase que tiende a hacer eco en cualquier contexto de la vida cotidiana es la de “piensa positivo”.
No se necesita acudir a un terapeuta, asistir a conferencias, ni siquiera leer (más) libros de autoayuda, para recibir una respuesta que instale en nuestra mente la idea de que, si realmente queremos vernos beneficiados en distintos ámbitos de la vida, debemos de cambiar de “chip” mental y enfocarnos en pensamientos positivos.
En breve, es un mensaje que lleva implícita la idea de que nuestro estado de ánimo depende de nuestros pensamientos. Si queremos sentirnos alegres, tan solo debemos visualizar, por ejemplo, el viaje de nuestros sueños.
Pero no es una idea que necesariamente garantiza el éxito en la práctica.
En un artículo publicado en Guardian Science, Richard Wiseman, único titular de la cátedra de Comprensión Pública de la Psicología en la Universidad de Hertfordshire, en el Reino Unido, dice que “décadas de investigación muestran que, en efecto, hay una forma simple, pero altamente efectiva de transformar cómo pensamos y nos sentimos”.
Y nada tiene que ver con una mera visualización o con abandonarnos a la “producción” (casi) mecanizada de pensamientos positivos.
Se trata de la Teoría de la Autopercepción, del filósofo y pionero de la psicología norteamericana, William James –hermano del escritor Henry James–, que establece que las emociones son consecuencia del comportamiento y no al revés, como “nos dice el sentido común”, escribe Wiseman.
Un sentido común que, agrega Wiseman, se ha hecho presente en “décadas de libros de autoayuda que han dicho a los lectores que se enfoquen en tratar de cambiar la manera en la que piensan en lugar de cambiar la manera en la que se comportan”.
La clásica Teoría de la Autopercepción de William James ha sido puesta a prueba y confirmada en diversos estudios de psicólogos, como el doctor James D. Laird, de la Universidad de Clark, en Worcester, Massachussets, quien en laboratorio encontró que cuando las personas son inducidas a adoptar ciertas expresiones faciales para sentir una emoción, en realidad la llegan a sentir, “incluso cuando no son conscientes de cómo están actuando, o de la forma en la que surgen sus sentimientos”, afirma Laird en “Self-Perception and Feelings”, un reporte en su página Web.
A decir del psicólogo en base a la Teoría de Autopercepción, “primero actuamos y la acción crea el sentimiento”.
Por ejemplo, el ceño fruncido no viene precedido de un sentimiento de enojo, sino que al fruncir el ceño, nos llegamos a sentir enojados, dice. O cuando dejamos que nuestro cuerpo se “desplome” en la silla, llegamos a sentir un estado de ánimo decaído.
“En efecto, los sentimientos son las percepciones de nuestras acciones y de los contextos en los que son realizados”, explica Laird.
Estudios posteriores han demostrado que ese efecto aplica para cualquier contexto de la vida cotidiana, escribe Wiseman, como en la confianza que tenemos en nosotros mismos o cuando ponemos a prueba nuestra fuerza de voluntad, por ejemplo.
Wiseman defiende la toma de acciones (positivas), en lugar de simplemente “pensar positivo”: hay que jugar el papel del personaje de nuestra elección y adoptar el comportamiento que necesitemos para experimentar las emociones que queramos sentir.
“Al actuar como si fueras un cierto tipo de persona, puedes convertirte en esa persona – lo que yo llamo el principio ‘As If’” (o “como si”, en español), apunta Wiseman.
Conoce más del ‘radical’ Wiseman y su obra
Sitio oficial
Más de Laird, el “doctor de las emociones”
Página web
El estudio completo de Hung
PDF de la investigación