Hoy es el Día Mundial de la Alimentación, un fecha en la que se exponen los retos que cada país debe superar en esta materia y que por cuestiones mayormente económicas no han eliminado, como México, que cuenta con 27 millones de personas en pobreza alimentaria y hambruna, aún cuando posee una riqueza agropecuaria alta.
Agustín Rojas Martínez, investigador del Sector Agroalimentario del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta que este problema alimenticio es altamente difícil de erradicar, pues no es una situación que se originó hace sólo un par de años, sino que, “lamentablemente”, ya se ha aprendido a vivir con ella.
En entrevista con Reporte Índigo, Rojas Martínez explica que la situación de hambruna empezó a aparecer cuando el Estado dejó de atender a los campesinos, personas que ayudan a producir los alimentos básicos de los mexicanos, como el maíz, el frijol, el trigo y el arroz.
Debido a la falta de apoyo en materia económico hacia ese sector, la sociedad comenzó a carecer de los alimentos que complementaban su canasta básica y, por lo tanto, su familia fue careciendo de los beneficios que posee una comida diaria.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su Medición de Pobreza 2008- 2018, en esos 10 años el acceso a la alimentación ascendió 1.2 por ciento. Pero a pesar de esta pequeña alza, la organización sin fines de lucro The Hunger Project México compartió que aún existe un millón 194 mil 805 niños con desnutrición crónica en el país.
“Será muy complicado que nada más tomando como base el sector agropecuario, sin las otras medidas compensatorias, se pueda alcanzar una situación de bienestar”, comenta el investigador.
Para que exista una seguridad alimentaria nacional son elementales tres aspectos: el acceso, la disponibilidad y la utilización biológica.
El primer punto se refiere a la accesibilidad de productos básicos, principalmente granos, que los mexicanos deben poseer, por lo tanto, se requiere que el gobierno federal apoye y sostenga a los productores, a través de un buen sustento económico.
Después de cumplir con la accesibilidad, vendrá la disponibilidad, la cual sólo se podrá llevar a cabo si los funcionarios ponen al alcance de los más necesitados los alimentos que los enriquecerán a nivel salud.
Respecto a la utilización biológica, se recomienda que los alimentos con los que se atendería a la gente con hambruna sean de confiable procedencia, es decir, con los requerimientos de salubridad obligatorios.
Si se cumplen con estos tres requerimientos, puede que, tal vez, en 2040 empiecen a cambiar los números referentes a la falta alimenticia nacional, como los que arrojó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en su último registro de 2012, asegurando que en el país la desnutrición crónica en zonas urbanas es de 10.1 por ciento, y en zonas rurales de 19.9.
“La cuestión es que este fenómeno está presente desde hace más de 40 años, y la salida de esto en un sólo sexenio podría verse como algo muy romántico. La erradicación de la hambruna no es un trabajo se seis años, es mucho más que eso”, enfatiza Rojas Martínez.
Atención a los alimentos, importante en el combate a la hambruna
En 2017, en el Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, los representantes mexicanos dijeron que el país tenía enormes retos y desafíos, principalmente en materia alimenticia, pues enfatizaron que aquellos que no logran alimentarse adecuadamente, a través de semillas y granos, lo hacen con productos chatarra, encareciendo la estabilidad de su salud.
En ese sentido, el investigador Agustín Rojas Martínez señala que una de las peores decisiones que podría tomar el gobierno federal respecto a la hambruna es alimentar a los hambrientos con productos poco benéficos, pues aunque sí se erradicaría la falta de hambre, reduciría su rango de vida.
Rojas Martínez confiesa, además, que los productos chatarra no tienen sentido en un país como México, en el que los alimentos ricos en proteínas y vitaminas son bastos. Por ello, remarca que el compromiso del gobierno debe empezar de manera urgente, antes de que los campesinos sigan prefiriendo acudir al extranjero, desatendiendo sus tierras y lo que se desarrolla de ellas.
“Este gobierno se ve que apoya al campo, pero eso no basta, hacen falta más políticas públicas en materia agropecuaria”, detalla el investigador.