Desde que era adolescente, Denis Villeneuve fantaseaba con Dune, el primer libro de la saga literaria de ciencia ficción que Frank Herbert publicó en 1965. Lo hipnotizó y se sumergió en el universo al que pertenece el planeta desértico Arrakis, que se disputan las familias Atreides y Harkonnen, por la melange, esta especia alucinógena que se ha vuelto la moneda de cambio más importante en el Imperio.
El director quebequense soñaba, en verdad, poder tener su propia visión del libro, construir y edificar visualmente este pensamiento lúcido onírico que miles de lectores han compartido en estos más de 55 años de la novela y, finalmente, el 18 de marzo de 2019 se vio iniciado este momento.
Villeneuve comenzó a filmar Dune con la promesa de no decepcionar a su yo interno juvenil y a los demás lectores que crecieron con la narrativa de Herbert.
Pero tras años arduos de trabajo, de pensar y volver a pensar las ideas, las escenas, y hacer el montaje de su primer corte, Villeneuve sentía que necesitaba una mirada ajena a la producción, requería de otro cineasta en el que tuviera plena confianza y que le fuera honesto al momento de ver el largometraje que tanto había procurado, para tomar sabias decisiones, y darle un trabajo de postproducción digno a Dune.
Entonces, Villeneuve recurrió a un amigo mexicano, que sabía que compartiría su pasión por la ciencia ficción y la fantasía, a un ganador del Oscar, que también sabe crear historias acerca de monstruos y universos inimaginables: Guillermo del Toro.
“Guillermo del Toro fue el primero en ver Dune, y fue una experiencia hermosa ver la película junto con él. Me dio el consejo fantástico que necesitaba para terminar el filme, para ayudarme a terminar este corte y guiarme hasta el fin del túnel, por lo que estoy muy agradecido por su generosidad”, describe Villeneuve, entusiasmado en conferencia virtual para periodistas mexicanos, desde Los Ángeles.
El cineasta tapatío aparece en los créditos del filme de ciencia ficción, en la sección de agradecimientos, Villeneuve ha expresado que tienen una amistad entrañable. El día que vieron juntos Dune tuvieron después una cena en donde siguieron hablando enérgicamente de este largometraje y otros temas del cine internacional.
Además, el realizador canadiense también asegura que lo que se verá en pantallas internacionales, a partir del 21 de octubre, es su corte final, no hay nada de lo que él se arrepienta, aunque sí tuvo que dejar escenas y secuencias en el cuarto de edición, según ha comentado en previas entrevistas.
“Lo que ustedes verán es el corte de director, no hay otro corte, la película que quise hacer es esa, la que estará en pantalla, lo único que puedo decir es que sí pude haber hecho un corte mucho más largo, pero esta es la cinta que quería hacer”, agrega el cineasta entre risas nerviosas.
Dune tuvo su premier mundial en Venecia, el 3 de septiembre, y un mes después fue la función inaugural en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Villeneuve estaba invitado para acudir a este evento, pero el cineasta declinó amablemente, porque precisamente en esta fecha su padre celebró sus 80 años de vida, un suceso que sabía que no se perdonaría a sí mismo de haber faltado a la reunión familiar.
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Denis Villeneuve está consciente de que más de 55 años han pasado desde que se publicó el primer libro de la saga original de seis libros de Herbert, y que sólo hay un público lector de nicho que llega a estos ejemplares de ciencia ficción, por lo que cree que tanto la novela, como la película, tienen tópicos actuales que deben preocupar a nuevas generaciones y lo más importante es que se vuelven conscientes en el personaje central de la historia.
“El libro tristemente se ha hecho más relevante por el mundo de hoy, por la relación que la humanidad tiene con la naturaleza y por cómo atentamos contra la misma, el peligro de también unir la religión y la política en un solo marco, y todos estos temas son vistos desde los ojos de un protagonista joven, que es Paul Atreides”, explica.
Pero el tema que tal vez tiene mayor repercusión es el futuro y la escasez del agua, lo que resalta por cómo viven en Arrakis, un planeta completamente desértico y en donde desconocen lo que es la lluvia. Sus habitantes llegan al punto de que tienen que utilizar trajes para reciclar su sudor, e incluso la orina, para poder sobrevivir.
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“Creo que la película le puede hablar a la juventud y por eso la hice diferente a mis anteriores producciones, mis otros largometrajes han sido clasificación R (B15 o C en México) casi todos, por su violencia o la intensidad de sus temáticas, con esta traté de hacerla más accesible, porque quiero que llegue a estos públicos jóvenes, que tendrán la edad, de cuando yo descubrí el libro”, resalta Villeneuve.