La ceremonia fue presidida por la directora del INBAL, Lucina Jiménez. Foto: Especial

Guadalupe Parrondo brilla en el Palacio de Bellas Artes por su talento

La pianista fue reconocida por su extensa carrera de siete décadas, marcada por su pasión y dedicación a la música

El piano ha sido el hogar de Guadalupe Parrondo desde que tocó su primera tecla a los tres años, hace aproximadamente setenta años. Su historia comienza en Lima, Perú, una ciudad que vio florecer el talento de una niña que, bajo la tutela de su padre, un técnico de pianos, y su madre, una ama de casa.

A los siete años, Guadalupe deslumbró al público con su interpretación del Concierto para piano y orquesta en re mayor de Haydn, un momento que marcó  su vida y el corazón de todas y todos los que la escucharon.

Omar López Vergara, uno de sus alumnos más cercanos, recuerda cómo su primera clase con ella fue un despertar a la realidad. Después de solo tres compases de Bach, la maestra, con una energía inconfundible interrumpió su interpretación. En ese instante, él supo que estaba ante un “monstruo del piano”.

“El piano ha sido siempre un matrimonio feliz, pleno y sin accidentes. La primera vez que la escuché tocar, las notas se alzaban con precisión, gracias a su técnica impecable, se escuchaba pura magia. Recuerdo cuando me recibió: apareció una mujer de pelo negro, sonriendo amablemente. Me saludó con un apretón de manos enérgico con la izquierda, ya que la derecha estaba en una férula, resultado de uno de los varios accidentes que había tenido.

“No comprendía en ese momento que no estaba bajo la tutela de una maestra de piano convencional. Esta mujer poseía una bondad excepcional; no era simplemente una maestra, ni siquiera una pianista en el sentido tradicional. Era, en términos directos, un verdadero monstruo del piano, un término que aprendí a repetir de sus numerosos alumnos admiradores”, recordó Omar, quien actualmente es maestro de psicología.

Así fue el homenaje en Bellas Artes de Guadalupe Parrondo

La magia de Guadalupe no residía únicamente en su técnica impecable; era su habilidad para conectar con la música de manera visceral. Omar evoca cómo ella tocaba el Concierto en sol mayor de Ravel mientras cantaba las voces de la orquesta, creando un universo sonoro que desbordaba vida. Cada interpretación suya era un viaje, una revelación que transportaba a la audiencia a lugares donde la música se convertía en pura emoción.

Al ser homenajeada con la Medalla de Bellas Artes de Oro en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, Guadalupe decidió prescindir de un discurso convencional. Con una sinceridad profunda, se dirigió a su amado piano y dejó que sus manos fluyeran sobre las teclas. “La música es una profesión de fe”, recitó. Luego se sumergió en la interpretación de “L’Isle joyeuse” de Debussy, para así leer ante el público el credo del compositor Sergio Cárdenas: “La música es Dios. ¿Habrá quien resista su presencia?”.

La trayectoria de Guadalupe Parrondo es un homenaje a la pasión y a la dedicación inquebrantable. Con cada acorde, ha dejado una huella indeleble en la música clásica y en el corazón de quienes han tenido el privilegio de escucharla.

El legado de la maestra Parrondo, cultivado a lo largo de siete décadas de dedicación y pasión, sigue trazando un sendero luminoso para las generaciones venideras. Tal como la evocó la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes: “Es el tesoro de Bellas Artes, porque cuando la maestra Parrondo toca, el mundo se transforma en un lugar mejor”.

Premios y reconocimientos

A lo largo de su carrera, Guadalupe Parrondo ha recibido diversos premios y reconocimientos, entre los que destacan:

  • Concurso Internacional Teresa Carreño (Florida del Sur)
  • Presea Albert Lévècque (Montevideo)
  • Primer Premio María Canals (Barcelona)
  • Medalla Mozart (otorgada por la Fundación Cultural Domecq y la embajada de Austria en México)
  • Además, cuenta con una extensa discografía, que incluye:
  • Dos grabaciones del Concierto Romántico de Manuel M. Ponce:
  • Grabación de la obra integral para piano de José Pablo Moncayo (2012), que incluye composiciones inéditas.
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