Gordofobia: prácticas discriminatorias normalizadas en la vida diaria
La discriminación hacia las personas gordas se ha normalizado al nivel en el que no se considera como violencia
Daniela MéridaLos cuerpos gordos han sido asociados con una mala salud, fealdad e incluso falta de amor propio, lo que los ha llevado a ser víctimas de discriminación. Como consecuencia de los estándares de belleza en los medios que establecen lo muy delgado como “bonito”, las personas gordas han sufrido rechazo conocido como gordofobia.
De acuerdo con el “Glosario para entender la gordofobia y el gordoodio” del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (COPRED), la gordofobia es un sistema de actitudes que atenta contra los derechos humanos.
Según el documento, las prácticas discriminatorias incluyen estereotipos, prejuicios y estigmas que asocian la gordura con hábitos negativos, lo que lleva a la exclusión social de las personas con esta condición.
En palabras más llanas, la gordofobia es el rechazo, violencia y burla hacia los cuerpos gordos.
México, un país sin representación mediática de personas gordas
La mayoría de las personas justifica su rechazo hacia los cuerpos gordos por considerarlos enfermos de obesidad, un grave padecimiento que desencadena enfermedades mortales como el cáncer, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
No obstante, el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares no son exclusivas de los cuerpos gordos, y en muchos casos, ser gordo no significa estar enfermo ni ser delgado es sinónimo de ser saludable.
Los medios de comunicación así como las industrias del entretenimiento han utilizado a los cuerpos en extrema delgadez como su bandera estética, sobre todo para los estándares femeninos.
Debido a ello, las personas que aparecen en la televisión y en la pantalla grande reproducen los estereotipos de lo aceptable y en la opinión pública se genera un rechazo hacia todo lo que no encaje en lo que los medios consideran correcto.
Según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), el 37 por ciento de la población infantil y adulta en México padece obesidad; por su parte, la cifra en adolescentes asciende al 40 por ciento.
Lo anterior significa que más de una tercera parte de la población mexicana es gorda; sin embargo, carecen de representación en las esferas públicas de la sociedad como en los medios de comunicación o en las campañas publicitarias.
Gordofobia, un tipo de violencia socialmente aceptada
El rechazo hacia los cuerpos gordos ha sido tema de debate por su reflexión sobre si la repulsión tiene qué ver con la búsqueda de salud o más bien con la aspiración a los estándares de belleza.
Sobre ello, se han evidenciado prácticas normalizadas que en realidad son discriminación hacia las personas gordas.
Por ejemplo, una de las principales prácticas de gordofobia es utilizar las dietas para bajar de peso, para verse más delgado en vez de que el objetivo sea crear un hábito de alimentación saludable.
Sobre el mismo eje de la comida, frases como “es comida de gordos”, “me pasé de gordo”, “comí como gordo” señalan que las personas gordas siempre comen en exceso, lo cual no es cierto y, en caso de que suceda, no es exclusivo de ellas; también asocian la comida chatarra con los alimentos predilectos de personas gordas.
Otra de las formas de discriminación hacia las personas gordas es utilizar como un cumplido la delgadez; por ejemplo, cuando alguien baja de peso, mencionar que se ve “más bello” o “mejor”, independientemente de los motivos de la pérdida de masa corporal.
Asimismo, se considera que ciertas prendas son exclusivas de personas delgadas que poseen un “cuerpo bello”. Por ejemplo, los bikinis, lencería, blusas cortas, pantalones tallados, entre otros, están socialmente “prohibidos” para las personas gordas, pues se insinúa que deben ocultar su cuerpo por “no ser bello”.
En los últimos años, las personas gordas han exigido su representación en todos los ámbitos de la sociedad y, sobre todo, el cese de discriminación a sus cuerpos.
La reflexión invita a tener en cuenta que los cuerpos de las personas son distintos y no por ello menos merecedores de respeto, aceptación o incluso deseo.
El cambio en los hábitos alimenticios para gozar de salud no es un tema de gordos y flacos sino de todas las personas, por lo que la violencia hacia las personas gordas no se justifica bajo ninguna circunstancia.