Gloria Trevi reúne a su “tribu” en la Arena CDMX para cantar el soundtrack de su vida

La cantante vivió una noche en la que sus canciones reflejaron las vivencias del público, mientras se sintió cobijada a pesar de los problemas legales que enfrenta
Pablo Espindola Pablo Espindola Publicado el
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La manada llegó. Aquellos que ya no son un público, sino hermanos del alma, ese hombro que la levanta cuando todo está perdido. Su tribu, equipo, su raza, los que por ella dan la cara. Así son los fans de Gloría Trevi, esos que la han acompañado desde que la cantante salió del “Harvard de Chihuahua”, como ella llama al Centro de Readaptación Social de Chihuahua.

Más de 22 mil de ellos se reunieron ayer en la Arena Ciudad de México para recordarle que, en medio de los problemas legales que enfrenta, no está sola, porque entre dos, o más, es más fácil cargar una cruz.

La mexicana, quien ofreció dos conciertos con localidades agotadas, inició la noche con “Medusa”, “Hoy me iré de casa” y un medley de “¡Ya No!”, “Zapatos Viejos”, “Los borregos”, “Agárrate” y “La papa sin catsup”, clásicos que la consolidaron en la década de los 90 y que ahora, a más de 30 años, la gente sigue coreando, sigue sintiendo.

El concierto fue una mezcla entre aquellas canciones que la llevaron a la fama antes de que la tragedia llegara a su vida, y las nuevas que la levantaron de las cenizas, cuando Gloría retomó su lugar con el disco Una Rosa Blue. Todas ellas con significado, todas ellas con una historia.

Porque cuando su tribu canta “¿Qué voy a hacer sin él?”, “Con los ojos cerrados” o “El recuento de los daños” lo hace con el corazón, y pensando en uno o varios momentos de sus vidas, porque estas canciones no solo son el soundtrack de Gloria, sino de la manada completa.

Gloria convirtió cada verso en un espejo que devolvía recuerdos y emociones e hizo que nadie allí se sintiera solo en su propio dolor, ni mucho menos en su alegría. Cuando cantaba, parecía dirigirse a todos en la audiencia con un mensaje claro: “La vida es vida y se disfruta y se agradece”.

Con el inicio del segundo set, la intensidad de la noche solo creció. “El favor de la soledad” y “Con los ojos cerrados” provocaron en el público los coros más dolidos de la noche. Cada estrofa parecía lanzar una advertencia a los corazones rotos de la audiencia. Con la voz cargada de emoción, Trevi parecía decirles a todos que, aunque el daño duele, también se sobrevive y que la soledad no es mala, sino una buena amiga que llega a enseñarnos.

Los fans de Gloria, su tribu, no solo la acompañan como público, sino como hermanos del alma, siempre dispuestos a darle la cara en sus momentos difíciles. Foto: Cuartoscuro

Así se unió Gloria Trevi a su público en la Arena CDMX

Entre aplausos y lágrimas, el público celebraba las letras que alguna vez fueron refugio en sus peores momentos, y Gloria, con la energía de siempre, les recordaba: “Los siento y los veo a todos”, como una promesa de que esta noche también era para ellos.

La entrada del tercer set fue un torbellino de emociones, en el que “Cinco minutos” y “Me río de ti” fueron cantadas con una mezcla de furia y alegría, himnos para quienes alguna vez experimentaron traiciones, pero que hoy bailan como si no hubiera un mañana. Después llegó “Gloria”, y con ella los saltos del público, que en la mayoría de su presentación se mantuvo de pie.

Luego, con “Lloran mis muñecas”, Trevi reveló su faceta más vulnerable. La letra, que trata de heridas invisibles, fue el momento cuando Gloria, abriendo su corazón, lanzó otro de sus mensajes a la audiencia: “Somos un chingo, pero somos uno”.

Las palabras calaron profundo, pero sobre todo recordaban a todos que, aunque cada quien lleva su propio dolor, en esta noche y en esa Arena, estaban juntos, sintiendo lo mismo.

El final llegó con “Todos me miran”. La Trevi se unió a una audiencia que coreaba con toda el alma. La canción, que se ha convertido en un himno de resistencia y empoderamiento, resumió todo lo que esa noche fue para sus seguidores: un espacio donde podían ser ellos mismos, vulnerables y fuertes, sin miedo a nada ni a nadie.

Gloria Trevi no solo cantó, sino que contó historias a través de las letras que, décadas atrás, muchas y muchos de su tribu solo podían expresar en sus habitaciones, solos, soñando con una libertad que, por lo menos la noche de ayer, alcanzaron.

Gloria convirtió cada canción en un reflejo de emociones, compartiendo momentos de dolor y alegría con su audiencia, transmitiendo un mensaje de esperanza y superación. Foto: Cuartoscuro
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