¿Por qué demonios importa que este mes exista un nuevo disco de Intocable?
Creo que hay dos razones por las que el lanzamiento de “En peligro de extinción” debe tomarse en cuenta. La más simple es porque Intocable es el grupo de norteño –el género que domina la mitad de la radio en México y otro buen porcentaje en Estados Unidos– más exitoso que existe actualmente. La segunda es una razón aún más poderosa: Intocable es el único grupo que se arriesga a innovar en un género que está en eterna deuda con el tradicionalismo, y por ende, anclado a no salirse del canon que da la estructura básica de una canción norteña.
El gran problema de la música norteña es que para mantenerse pegada a sus raíces, tiende a caer en fórmulas casi inalterables. En la batería, la repetición de los mismos ritmos desde antes de que Choche fuera un novato, perduran hasta hoy. La estasis del género norteño está compensada con las generosas dosis de sentimiento de cada canción.
Lo que hace diferente a Intocable es que, aunque sea por 15 segundos, algunos de sus sencillos contienen variaciones en los ritmos y experimentaciones que expanden lo que regularmente escuchas en una canción norteña.
Esto es evidente incluso desde los primeros segundos de “Coqueta”, uno de sus primeros éxitos en 1995, cuando a los 9 segundos, el ritmo de la batería cambia totalmente y le da otro sentido a la canción. La sutil variación se repite un par de veces más, pese a esto, mantiene un sonido totalmente tradicional.
Conforme el nombre de la banda se fue afianzando y su popularidad se hizo una cosa segura después del 2000, las experimentaciones se hicieron con más confianza, sobre todo de la mano del baterista René Orlando Martínez.
Un ejemplo evidente es “Aire”, la cual dentro de su formato tradicional incluye un quiebre antes del coro final en el que por medio minuto la voz del vocalista Ricky Muñoz es acompañada únicamente de reverb, loops de su propia letra y un alterado rasgueo de guitarra. No es “Space Oddity”, pero en la música norteña simplemente nunca se había escuchado nada parecido.
Ejemplos así –el inicio de “Fuerte no soy”, el fade out de “Sueña”– están desperdigados por la carrera de los más recientes años del grupo. Algo diferente tiene que tener la música de la banda para que Kinky, Natalia Lafourcade y Jumbo se animen a hacerles un cover.
Quizá sea la afinidad pop del vocalista Ricky Muñoz –quien no tiene miedo de usar una hoodie roja en lugar de una tamaulipeca para promocionar su nuevo disco–, pero la banda da un extra que la mayoría de los grupos norteños.
“Te amo”, el sencillo inicial del disco, más que un track norteño es casi una canción de bachata, quizá porque la banda ahora quiere conquistar el caribe. Todos los elementos norteños –acordeón, bajo sexto, requintos– están ahí, pero con esta banda texana, suenan diferente. “Te Amo” está lejos de ser la mejor canción del grupo, pero de que tiene un sonido poco común es innegable.
Momentos inesperados están regados por todo su nuevo disco. En “Nos faltó hablar”, la canción que abre el álbum, todo es normalidad norteña hasta que al final un guitarrazo de heavy metal llega inesperadamente. Son dos segundos, pero vaya que se quedan contigo.
Antes de el prominente solo de acordeón de “Culpable Fui (Culpable Soy)”, un fantasmal coro de gospel amenaza desde la distancia con entrar con todo la canción. Al parecer, todo puede pasar en un disco de Intocable.
Por ese deseo de innovar en un género casi intocable, aunque sea por unos segundos, vale la pena aplaudirle a Intocable.