Gasta bien tu dinero
Existe una gran diferencia entre comprar por comprar y comprar por una necesidad y deseo auténticos.
Si vas a gastar, hazlo bien. Porque la forma en la que hagas uso de tu bolsillo puede hacer una gran diferencia en tu estado anímico.
La relación entre el dinero y la felicidad ha sido estudiada por economistas y científicos del comportamiento desde hace décadas, lo que hoy permite explicar por qué, en algunos casos, el dinero no compra la felicidad.
Eugenia RodríguezExiste una gran diferencia entre comprar por comprar y comprar por una necesidad y deseo auténticos.
Si vas a gastar, hazlo bien. Porque la forma en la que hagas uso de tu bolsillo puede hacer una gran diferencia en tu estado anímico.
La relación entre el dinero y la felicidad ha sido estudiada por economistas y científicos del comportamiento desde hace décadas, lo que hoy permite explicar por qué, en algunos casos, el dinero no compra la felicidad.
En un estudio titulado “Si el dinero no te hace feliz, entonces es probable que no lo estés gastando bien”, los psicólogos Elizabeth Dunn, de la Universidad de British Columbia, Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard, y Timothy Wilson, de la Universidad de Virginia, proponen ocho principios diseñados para ayudar a los consumidores a obtener más felicidad de su dinero.
Uno de los principios ampliamente documentado sostiene que compremos experiencias, en lugar de cosas materiales. “(…) las cosas que traen felicidad no están a la venta”, señala el estudio publicado en 2011 en Journal of Consumer Psychology.
Nos adaptamos fácilmente a esa nueva lámpara de escritorio contemporánea que ilumina las noches de trabajo, por ejemplo, pero “la memoria de ver a un bebé chita al amanecer en un safari africano continua deleitando”.
La adaptación explica otro principio que tiene que ver con los pequeños (grandes) placeres de la vida.
Es mejor que compremos muchas cosas pequeñas de forma constante, en lugar de una sola cosa grande, que de forma muy fácil pierde el encanto o la “chispa”.
Se vuelve predecible, al carecer de variables como la novedad, sorpresa, variabilidad e incertidumbre, los sellos que imprimen las compras frecuentes y pequeñas.
“Cada una de estas variables hace que un evento sea más difícil de entender y como resultado le prestamos más atención y nos adaptamos más fácil”.
En otras palabras: “dado a que los pequeños placeres frecuentes son distintos cada vez que ocurren, impiden la adaptación”.
Los investigadores ponen el ejemplo de una experiencia que nunca es la misma: asistir a un bar con amigos después del trabajo. Quizá en la siguiente semana uno de los del grupo trajo a un nuevo colega que platica una anécdota nunca antes escuchada y el bar ofrece un nuevo estilo de cerveza.
A diferencia de la compra de un comedor costoso. “(…) es prácticamente la misma mesa hoy que la de la semana pasada”.
Otro consejo: invierte tu dinero en alguien más esta Navidad, no solo en ti. Se ha demostrado que el gasto prosocial –o gastar en los demás– nos hace brinda un mayor bienestar que el gasto personal. Además, fortalece vínculos sociales.
“(…) casi cualquier cos que hagamos para mejorar nuestras conexiones con otros tiende a mejorar nuestra felicidad también —y ello incluye gastar dinero”.