Francisco Hinojosa: El humor negro es escudo contra temas como la violencia y la muerte

El autor de literatura infantil y juvenil le da nueva vida a su cuento A los pinches chamacos al publicarlo en colección popular del FCE. Ese relato sobre la entrada de unos niños al mundo criminal invita a reflexionar sobre la violencia actual
Abida Ventura Abida Ventura Publicado el
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Cada vez que el escritor Francisco Hinojosa tiene que leer frente a adolescentes impacientes su cuento A los pinches chamacos, se produce un atento silencio.  La irreverencia del título y el humor negro de este relato escrito a finales de los años 80 lo han convertido en uno de sus  textos más queridos y vigentes.

Su versión llevada al teatro en el monólogo Los niños perdidos, del dramaturgo Esteban Castellanos ha alcanzado las 800 representaciones a lo largo de 22 años; es uno de los cuentos que más le solicitan leer frente a grupos de jóvenes y, este año, llega a la colección popular Vientos del Pueblo del Fondo de Cultura Económica (FCE).

“Es uno de los cuentos que más trabajo me ha costado escribir”, comenta el autor en entrevista con Reporte Índigo al hablar del contexto en el que lo escribió.

Sus recuerdos se difuminan, pero lo que tiene claro es que nunca imaginó que la violencia de la sociedad mexicana superaría ese relato ficticio.  La historia sigue a tres niños que, en un entorno de violencia familiar y una sociedad que los margina, toman un arma con la que empiezan a hacer travesuras, pero pronto la situación se les sale de las manos.

“Me han dicho que es un cuento muy contemporáneo, sin embargo, el México de principios de los 90s no era lo que es hoy. Creo que se adelantó un poco a los hechos. Ver ahora a niños sicarios ya es muy común, la delincuencia organizada entonces era de otra manera”, lamenta el también poeta y conocido autor de literatura infantil y juvenil.

El humor negro como escudo contra la violencia

Considerado uno de los mejores promotores de la lectura entre las nuevas generaciones, Francisco Hinojosa sabe que es un relato que puede ser duro de leer, pero considera que el humor negro y el mensaje que conlleva han sido las claves de su éxito.

“Es un cuento con mucha ironía. Lo leo mucho en secundarias y preparatorias y hay momentos en que los chavos se ríen. Hay un humor negro ahí velado y de pronto se reclaman entre los compañeros: ‘¿por qué te ríes si están matando a alguien?’. Ahí les explico acerca del significado del humor negro que, para mí, es como una especie de escudo contra temas como la violencia y la muerte”,  señala.

Al final, agrega, los libros siempre invitan a la reflexión y en este cuento hay una moraleja clara: “Aquí sí se ve el dolor que puede causar la muerte”.

En esta edición, además, el cuento está acompañado de ilustraciones de su pareja, la artista Tanya Huntington, lo que le permite una lectura más amena y gráfica.

Sobre el proceso de maduración de sus cuentos

Sobre la trascendencia de este relato, el autor comparte que ha experimentado el mismo fenómeno con su célebre libro La peor señora del mundo (1992). Dos textos que creyó que no serían fáciles de publicar.

'Cuando lo terminé de escribir pensé que nadie lo iba a querer publicar. Me costó mucho trabajo, es un cuento fuerte. Darle un arma a un chico y ponerlo a matar no es fácil ni en cuentos. Pero recibí comentarios de gente como Sergio Pitol o Salvador Elizondo que me dejaron perplejo”
Francisco HinojosaEscritor

“Con los textos uno nunca sabe qué va a pasar. Bueno, a lo mejor sí hay quien escribe una obra y sabe que va a trascender. Creo que eso sí lo pensó García Márquez, pero Kafka no, él quería tirar sus cosas porque creía que todo era ilegible”, agrega el escritor, egresado de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Al hablar de su proceso de escritura, comenta que un cuento requiere precisión y tiempo. Algunos de sus textos han tomado años y hay otros que  siguen madurando en su escritorio. “Un cuento me puede llevar meses, años. Tengo varios que están comenzados y que tienen unos 15 años o más”, dice el autor, quien considera que el mayor desafío de este género es que no permite ningún desperdicio de palabras ni contenido.

“Es de las pocas cosas con las que sí estoy de acuerdo con los cuentistas teóricos, Horacio Quiroga o Tito Monterroso, quien decía que lo que puedas escribir con 50 palabras usa sólo esas palabras, nunca más. Creo que no puede haber desperdicio. Se trata de que todo tenga un sentido”.

Uno de esos relatos que llevan años esperando ser perfeccionados está por ser publicado en una revista en Sevilla, España. La historia, detalla, surgió de una experiencia en una Feria del Libro de Guadalajara:

“Un grupo de amigos y conocidos estábamos en el restaurante de un hotel, se acercaron dos personajes raros que hicieron como que formaban parte del grupo, pero en realidad iban a robar. Todos dejaron sus bolsas en las sillas y se llevaron el bolso de una amiga. A partir de eso, ideé algo, cómo trabajaban estos ladrones,  les inventé una historia, una vida”.

Un relato vibrante para el teatro

Desde hace 22 años, el dramaturgo Esteban Castellanos ha montado la versión en monólogo de este cuento bajo el título Los niños perdidos, adaptado a un lenguaje más accesible, evitando la palabra “pinche” para que la obra pudiera ser llevada a las escuelas. Sobre ese cambio, Francisco Hinojosa asegura que no altera la obra y celebra que sea una adaptación que le ha dado otra vida a su texto:

“Siempre, al traducirse de un lenguaje a otro, hay cambios, hay añadidos y para mí son muy afortunados. Esta versión, le da mucha vida al texto”, dice.

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