Abrir un álbum con un track espectacular es una arma de dos filos: eleva la expectativa de lo que vendrá. Pero cuando esa expectativa se cumple, entonces estamos frente a uno de los mejores discos del año.
Eso es precisamente lo que ha logrado Grizzly Bear, la banda más cerebral del indie rock/folk. “Shields”, su cuarto álbum, es una victoria en todos los sentidos. Para el grupo de Brooklyn esto significa poder dejar atrás de manera satisfactoria “Veckatimest”, su excelente tercer álbum lanzado en 2009.
Para el género, es una prueba más de que el rock puede seguir expandiendo su sonido más experimental, psicodélico e incluso barroco.
Si bien en el álbum anterior contaron con la colaboración de Nico Muhly, quien con sus arreglos corales y de cuarteto de cuerda apoyó en la expansión del sonido de Grizzly Bear, “Shields” es una prueba superada más para Chris Taylor, bajista de la banda y productor del disco, quien ya ha participado con Dirty Projectors, Department of Eagles, Twin Shadow y The Morning Benders.
El conjunto de los 10 tracks en “Shields” es espectacular; el álbum suena sólido, estruendoso cuando debe (como en la parte final de “Yet Again”) y complicadamente armonioso a lo largo de los 48 minutos de duración.
Pero la canción abridora es un caso especial. “Sleeping Ute” es una pieza de introspección que bien vale la pena escuchar una y otra vez en loop. La letra, la voz y la guitarra de Daniel Rossen se convierten en todo un viaje musical de auto-reflexión, que con el apoyo de la banda se expande para convertirse en una fuerte candidata a la mejor canción del año.