Flexible, pero manipulador
Lo dice la ciencia: nuestros cerebros son más flexibles de lo que nos imaginamos. No en vano existen técnicas que ayudan a entrenar este órgano vital para modificar patrones de conducta y pensamiento negativos de manera que nos podamos sentir mejor con nosotros mismos. Como el trabajo de entrenamiento al que sometemos nuestro cuerpo para alcanzar mejores resultados, tanto físicos como mentales.
Eugenia Rodríguezhttps://www.youtube.com/watch?v=7pFboLX9pRw
Lo dice la ciencia: nuestros cerebros son más flexibles de lo que nos imaginamos. No en vano existen técnicas que ayudan a entrenar este órgano vital para modificar patrones de conducta y pensamiento negativos de manera que nos podamos sentir mejor con nosotros mismos. Como el trabajo de entrenamiento al que sometemos nuestro cuerpo para alcanzar mejores resultados, tanto físicos como mentales.
Como escribió en CNN Elaine Fox, profesora de psicología cognitiva y afectiva de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, y autora del libro “Cerebro lluvioso, cerebro soleado: cómo entrenar a tu cerebro para superar el pesimismo y alcanzar un resultado más positivo”: “la buena noticia es que el cerebro humano tiene una capacidad asombrosa para cambiar”.
En este sentido, es posible “educar” a nuestro cerebro para preferir alimentos sanos y bajos en calorías sobre comida no saludable, rica en calorías, de acuerdo a un estudio encabezado por Susan B. Roberts, directora del Centro Jean Meyer de Investigación de Nutrición Humana en el Envejecimiento, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
¿Cómo? Al someternos a una dieta baja en carbohidratos, pero alta en fibra y proteína, para mantener a raya la sensación de hambre y los antojos.
“No comenzamos nuestra vida amando las papas fritas y odiando, por ejemplo, la pasta integral”, dijo Roberts en un comunicado. “Este condicionamiento ocurre con el paso del tiempo en respuesta a comer, repetidamente, lo que está allí en el ambiente de la comida tóxica”.
Después de seis meses de que un grupo de ocho hombres y mujeres obesos participaran en este programa de intervención, diseñado para la pérdida de peso, los científicos observaron, a través de imágenes por resonancia magnética (IRM), cambios en las áreas del sistema de recompensa del cerebro asociadas con el aprendizaje y la adicción.
Este hallazgo se registró durante un experimento que involucró analizar la actividad cerebral en el área de recompensa del cerebro de los participantes mientras los mismos observaban imágenes de alimentos saludables y comida chatarra, con alto contenido en grasa.
Sai Krupa Das, profesora de la Escuela de Ciencia y Política de la Nutrición Friedman, de la Universidad de Tufts, y quien participó en el estudio, apuntó que “el programa de pérdida de peso está específicamente diseñado para cambiar la forma en la que las personas reaccionan a los diferentes alimentos, y nuestro estudio muestra que las personas que participaron en el mismo tenían un mayor deseo de alimentos saludables junto con una disminución en la preferencia por otros poco saludables”.
“Estos dos efectos combinados son probablemente críticos para un control del peso sostenible”, agregó.
Por su parte, Thilo Deckersbach, psicólogo del Hospital General de Massachusetts, y otro de los autores de la investigación, enfatizó que pese a que otros estudios han demostrado que los procedimientos quirúrgicos como el bypass gástrico pueden disminuir el placer por la comida en general, este efecto no es muy satisfactorio, porque no hacen que los alimentos más saludables parezcan más apetecibles y atractivos.
El estudio fue publicado en la revista científica Nutrition & Diabetes.
Bájale a la pasta
Antes de comenzar un plan de alimentación que nos ayude a entrenar a nuestro cerebro a optar por alimentos más sanos y a bajar de peso, habría que considerar lo siguiente: una dieta baja en carbohidratos es más efectiva para perder peso y grasa que un régimen alimenticio bajo en grasas.
La dieta low-carb (baja en carbohidratos), también es más eficaz que la dieta baja en grasas para reducir los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Al menos esta fue la conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad Tulane, en el que, a lo largo de un año, se dio asesoría nutricional a un grupo de 148 hombres y mujeres obesos -sanos- que siguieron ambos tipos de regímenes alimenticios.
El estudio, cuyos resultados fueron publicados en Annals of Internal Medicine, reveló que, a lo largo de un año, donde la cantidad de calorías y de actividad física fue similar entre quienes siguieron ambas dietas, el grupo de personas en la dieta low-carb bajó casi cuatro kilos más que su contraparte, además de mostrar niveles más altos en la sangre del llamado “colesterol bueno”.
Y la razón justifica por qué el programa de pérdida de peso diseñado por los investigadores –del primer estudio aludido– para modificar el comportamiento alimenticio de los participantes se valió de alimentos ricos en proteína y fibra:
“En relación a la cantidad de carbohidratos que estaban consumiendo, el grupo low-carb tuvo una proporción de fibra mucho más alta”, dijo a la revista TIME Lydia Bazzano, coautora del estudio.
Y la fibra es un gran aliado para bajar la presión arterial y el colesterol.
También, los participantes (en ambas dietas) fueron alentados a comer formas de proteína más saludables, como pollo, pescado y nueces, explicó Bazzano a Reuters.
Dieta contra la depresión
Amplia evidencia científica respalda el vínculo de las emociones con los trastornos de la conducta alimentaria. Se come para consolar el alma, al igual que una persona se va de compras como terapia.
En los últimos años ha surgido evidencia de que los llamados venenos para la salud –grasa, azúcar y sal– que componen la comida chatarra son responsables del aumento de casos de depresión.
Por ello, el cambio de hábitos alimenticios apunta a convertirse en el nuevo enfoque para tratar la depresión.
La iniciativa MooDFooD, un proyecto lanzado este año por la Unión Europea para prevenir la depresión a través de los alimentos.
El cine y la TV nos hacen comer
Mucho se ha hablado sobre el efecto de la televisión y su relación con un estilo de vida sedentario y, por ende, el aumento de peso.
Pero poco se ha investigado acerca de cómo influye el tipo de contenido de los programas de TV en la ingesta calórica, y los kilos de más.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cornell demostró que las persona que vieron un extracto de una película de acción “The island” –con Ewan McGregor y Scarlet Johansson– comieron 98 por ciento más gramos de alimentos y 65 por ciento más calorías que quienes vieron una entrevista.
Los investigadores concluyen que características técnicas del contenido televisivo, como la frecuencia de los cortes visuales de la cámara y las variaciones en sonido, influyen en la cantidad de alimento que comemos.
“En otras palabras, entre más distractor sea un programa, más vas a comer”, dijo el doctor Aner Tal, investigador del Laboratorio de Alimentos y Marcas de la Universidad de Cornell, y autor del estudio.