Una pareja de ancianos busca salvar a su octava hija del monstruoso Yamata-no-Orochi, un demonio serpiente que ya ha terminado con la vida de siete de ellas, para ello pide ayuda al dios Susano-o-no-Mikoto, quien trama un astuto plan para derrotar a la bestia.
En medio de una atmósfera azul y una neblina blanca que se expande por el escenario, aparece de pronto el demonio, en forma de varias serpiente gigantes de colores brillantes y ojos rojos, que atacan a la familia, se retuercen, alargan y danzan sobre sí mismas e incluso lanzan fuego, mientras suena de fondo música tradicional japonesa.
Esta es la segunda de las dos historias tradicionales de kagura —un antiguo arte teatral japonés que combina danza y música— que presentó la compañía japonesa Hiroshima Kagura, durante la edición 52 del Festival Internacional Cervantino (FIC), en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas.
Ambas leyendas, cargadas de misticismo, fueron montadas en una sola puesta en escena que evocó múltiples ovaciones por parte del público. En la primera de las historias, Tsuchugumo, se narra la lucha por el control de Japón hace mil 500 años.
Tras la derrota de uno de los clanes, los sobrevivientes se ven obligados a huir a las profundidades de las montañas, donde se transforman en tsuchigumo, arañas demoníacas que viven en las entrañas de la tierra.
El Cervantino fue testigo una lucha en escena
El relato, cargado de tensión y dramatismo, fue acompañado por una escenografía que capturó la desesperación y el misterio de estos seres mitológicos, recreando de manera espectacular las telarañas que lanzaban estos seres.
Mientras que la segunda parte del espectáculo maravilló al público con su ritmo narrativo y visual, mostrando el enfrentamiento entre la divinidad y la serpiente demonio con una combinación de coreografías impresionantes y grandes efectos visuales.
Uno de los momentos más impactantes fue la sincronización entre los bailarines y los elementos visuales. Cada detalle del vestuario, la música y la coreografía estuvo cuidadosamente diseñado para rendir homenaje a las raíces culturales japonesas, con una interpretación moderna que ha generado múltiples críticas favorables en su país de origen.
Aunque el idioma con el que se narraba la historia era el japonés, hubo traducción al español, e incluso, al final de la segunda representación el protagonista pronunció algunas frases en lengua hispana.
El espectáculo Tsuchigumo / Yamata-no-Orochi puso de pie a todos los asistentes que asistieron a ver la representación y ha elevado el listón para futuros eventos del Cervantino. “Impresionante”, “Maravilloso” e “increíble” fueron algunos de los comentarios que se escucharon durante la obra.